El Niño quiere que se sepa lo que pasa en Las Vegas

Desayuno, reconocimiento médico y pesaje. Bajarse de la báscula y comenzar la siguiente fase, la de hidratarse y comer lo justo y necesario para recuperar el tono, la energía y la fe. «Estamos perfectamente y con muchas ganas. Hemos dado el peso casi desde que hemos llegado a Las Vegas, así no nos ha costado nada», confirmaba Víctor Iglesias, el preparador de Sergio al tiempo que se afanaba en que nada fallase para las últimas 24 horas antes de la pelea.

Todo está dispuesto, incluso reponerse ante la decisión de arrebatarle dos asaltos al combate. Fue a última hora del pasado jueves cuando entre la promotora y el Consejo Mundial de Boxeo llegaron a un acuerdo que en parte le dará lustre a la velada y, por otro lado, le quita seis minutos de ventaja intangible al torrelaveguense frente a su rival, Harrison, que tiene de todo pero no un fondo físico mejor que el Niño. Así las cosas, esta madrugada, el que gane el combate, pactado finalmente a diez asaltos, se llevará también el cinturón Mundial Silver WBC. Sergio García ya lo ganó en Barcelona ante Isaac Real 'Chaca' y le dio tiempo a defenderlo antes de irse a por el cetro Europeo. Ahora está vacante y en Las Vegas han creído oportuno ponerlo en juego, eso sí, se lo pelearán el cuarto y el quinto del ránking mundial.

«Es una eliminatoria para el Mundial, además de que supone seguir en la Liga de EE UU», adelantó el púgil cántabro antes de partir para el otro lado del mundo. Lo tenía y lo tiene claro. Él y su rincón. Para Sergio García es el «mayor reto» de su carrera y para el 'súper malo' de Detroit, la posibilidad de reengancharse de nuevo a la gloria, la que obtuvo en 2018 cuando derrotó a Jermel Charlo y se hizo con el título del superwelter, pero que perdió al caer derrotado un año después en la revancha. Los dos saben que el que salga ganador esta noche se enfrentará casi con total seguridad al que también levante los brazos tras el combate estelar de la velada entre Lubin y Fundora. El baile de cinturones es tal que es probable que el mes que viene, tras la pelea pactada entre Jermell Charlo y Brian Castaño para unificar todos los títulos del superwelter se pueda producir un abandono posterior del que venza para dar el salto al peso medio lo que supondría dejar vacante el cetro del peso inferior. Algo que propiciaría una nueva pelea por el título y que colocaría en el ring a Sergio García si hoy supera a Harrison. Todo un reto.

El torrelaveguense apura, por tanto, las horas previas de la media hora más importante de su vida pugilística. Diez asaltos. Retazos de tres minutos cada uno entre campana y campana en los que el Niño pretende ahogar a su rival a base de un ritmo frenético, de llevarle a un desgaste físico que le obligue a ser menos efectivo y más vulnerable. Harrison es rápido, maneja los pies con maestría. Tiene experiencia al más alto nivel y necesidad, pero quizás no tanto apetito como Sergio García. Para el cántabro es el tren de ida al éxito absoluto y para el boxeador de Detroit es un tranvía de vuelta tras perder el anterior. Esta vez no se enfrenta a un púgil «raro y extraño». Ni a un «peso medio disfrazado de superwelter». Todo eso era Fundora, alguien que peleará cuado Sergio García se baje del ring. Ambos firmarían una revancha, eso sería que en Las Vegas todo salió bien.

Lo que pasa en Las Vegas queda en Las Vegas, salvo que pelee un torrelaveguense con carisma. «Espero que los amigos recuperen lo que perdieron en las apuestas la otra vez», decía con sorna. Cantabria apuesta por él.