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Madrileños, catalanes, sevillanos, argentinos, venezolanos... El Ayuntamiento de Cabezón de la Sal se convirtió en una Torre de Babel al grito furtivo de «¡Campeones!» que ... manaba desde una de las ventanas del edificio de enfrente. «¡Fran!» «¡Coco!» «¡Contreras!» «¡Chema!»... Lo curioso es que a todos les llamaban por el nombre. Y entre todos ellos camina Victor Rubín (Cantabria, 2001). Lleva una sonrisa que no le cabe en la cara. «Está por ahí, sí, sí. Es de Celucos», explica uno de los vecinos, móvil en ristre dispuesto a inmortalizar el revuelo que tenía delante. Lleva un chándal distinto al de sus compañeros y pese a que no ha dormido nada apenas se le nota en el rostro. Víctor es el único cántabro de un CDV Textil Santanderina que ha hecho historia para siempre en Cabezón de la Sal. «Es un hito histórico» remarcaba Víctor Manuel Reinoso, el alcalde más orgulloso del día. A Víctor, el benjamín del grupo, le arropan los suyos y le elevan a la categoría de héroe sus vecinos. Este año le subieron al primer equipo para que se forjara con los 'gallos', juega de líbero y quizás por eso este lunes se puso un chandal diferente al de los demás. La misión de un buen líbero es la de estar al quite, al fallo del resto... Este lunes no se le escapó un detalle ¡Como para no!
La plantilla del CDV Textil Santanderina se adueñó del Ayuntamiento de Cabezón de la Sal por un rato. La dichosa pandemia y la inoportuna lluvia impidió que el acto se extendiera, pero las emociones no necesitan un tiempo específico. El alcalde, la corporación municipal y casi un centenar de aficionados quisieron compartir un retazo de historia con los jugadores que el pasado fin de semana saldaron una deuda con la Copa Príncipe de voleibol en Tenerife. A la tercera, la vencida... Las dos primeras las perdieron, una de ellas de manera amarga en la final en 2014. Junto al Teide no hicieron prisioneros y se llevaron por delante a Almoradí, Barça, L'illa y Sanaya. Por todo ello, qué menos que un recibimiento con honores en la Casona. «Es un orgullo y nos sentimos bien por la gente de Cabezón», decía Fran Calzón (Sevilla, 1992), quien a su acento andaluz se le escapa el déje cantabruco que no puede esconder después de casi diez años en la pueblo. «Es una institución», señalaban los que le rodeaban. Al sevillano le ha costado una década alzar un trofeo. «Hemos tenido ascensos pero un título siempre es diferente», reconocía sin soltar el premio.
La puerta del Ayuntamiento se parecía a un día de mercado. Todo aquel que pasaba se quedaba un rato. Por motivos de seguridad por el maldito covid, el recibimiento no fue publicitado ni anunciado, se buscaba hacer algo emotivo y sencillo, pero quien quiso enterarse se enteró. «Ya haremos algo más el sábado en el Pabellón, si podemos», anunciaba resignado el alcalde.
Una de las fachadas del edificio está empapelada por una pancarta en la que rezaba: «Campeón de la Copa Príncipe, CDV Textil Santanderina». Y debajo de ella, un pequeño estrado. Primero los jugadores accedieron al pleno del Ayuntamiento, donde los miembros de la corporación local les brindaron honores. Mientras tanto, en el exterior se arremolinaban los aficionados. No fueron muchos, pero se podía notar la complicidad entre ellos. «Llevo muchos años sin faltar a un partido. Un fijo como tantos», explicó con la voz casi entrecortada por la emoción José María Valle. Un socio de carné. Como Luisa, Jorge o Luis, que aguardaban detrás el momento de saludar al equipo.
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«Con los pies en el suelo. Con tranquilidad, pero disfrutando, como no podía ser de otra manera», sentencia Marcelo de Stefano (1968, Buenos Aires), otro cántabro más con acento de fuera. Ocho años en el Voleibol Torrelavega y dos etapas –esta es la segunda– en Cabezón de la Sal con el Textil dan para «aprender algunas palabras de por aquí para que me entiendan mejor». «Hemos disfrutado mucho y queremos que lo haga la gente que nos brinda su apoyo cada semana», añadía el míster, con su gorra calada y su inseparable chandal. «Ha sido bárbaro. Gratificante. Necesitamos tres días durmiendo para recuperar», esbozaba Juan Antonio Contreras (1999, Venezuela), que sin que hiciera falta decirlo se adivinaba que había sido el jefe de la fiesta nocturna la víspera.
Uno a uno fueron subiéndose al estrado, bajo la pancarta y sin que importase la molesta lluvia que sin ser intensa calaba a los presentes. Fran Calzón llevaba el trofeo como si lo tuviera grapado, no se separaba. Y de repente... Un aplauso atronador. Los aficionados le dedicaron unos minutos a sus jugadores, mientras el capitán le imponía la medalla, una como la suya y la de sus compañeros, al alcalde de Cabezón de la Sal como muestra de su agradecimiento. Y entonces las fotos se sucedieron; luego toda la corporación local, con Víctor, el líbero cántabro, el más pequeño de todos, en el centro con la misma sonrisa que una hora antes; y por último una con los socios y vecinos. No faltó nadie y el que no pudo estar no se perderá el partido de Liga del sábado en el que volverán a agradecer el apoyo entre todos. Seguro que el covid y sus restricciones no permitirán que entren todos, pero alguna manera habrá de disfrutar.
Los campeones ya están en #cabezondelasal y han sido recibidos esta tarde por las autoridades locales. Este sábado continúa la fiesta en el Matilde de la Torre. ¡ENHORABUENA! 👏🏼👏🏼#somostextil #voleytextil #voleibol #copaprincipe pic.twitter.com/a1J3P0YviD
Voley Textil (@VoleyTextil) January 10, 2022
El acto de este lunes fue sencillo. Rápido. Emotivo. Y mientras se celebraba, en una esquina, en segundo plano, disfrutaba Emilio Vila Pérez (1962, Cabezón de la Sal), el presidente, quien echaba la vista atrás y no quería olvidarse de nadie. Primero lo hizo el alcalde, que exclamó que «la victoria es un premio para los que están ahora y los que estuvieron antes» y luego fue el 'presi'. «Para nosotros es algo histórico. Llevamos 48 años y mira ahora lo que hemos conseguido. Esto nos ayudará a seguir creciendo», soñaba. Medio siglo desde que Antonino Pellón, 'profe' de gimnasia, decidiera que en Cabezón había que jugar al voleibol. Y fundó un club. Y en 1980 lo llevó a jugar a Alemania. Y en 1988, a Bélgica. Y en 2014 ascendió a Superliga. Y en 2021 ganó la Copa Príncipe. Y... «Y le damos las gracias a la Textil, a la fábrica, sin ellos no hubiéramos hecho nada». Cabezón de la Sal no la deja caer y pasa la red una vez más.
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