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Hace poco más de un año, un 13 de abril de 2021, el encargado de retransmitir el 'streaming' en el pabellón Moisés Ruiz, en Almería, ... ponía un nudo en la garganta a un millar de kilómetros de distancia. El Textil Santanderina perdía por 3-0 ante uno de los grandes de esto del voleibol español, el Unicaja Almería. Y eso certificaba matemáticamente su descenso de la Superliga tras siete cursos en la élite. Las palabras que se oían en esa retransmisión emocionaban a los aficionados cántabros que seguían a su equipo, que buscaba un milagro en Almería. 'Ya os echamos de menos', 'ojalá volváis muy pronto', venía a decir. En esa alocución, de lo más sentida, se venía a resaltar a un equipo orgulloso, de un pueblo de Cantabria –Cabezón de la Sal, porque ya no había confusiones con eso del 'Textil Santanderina de Santander'– y a una afición que es la envidia hasta de los grandes del asunto. Las palabras, viniendo de donde venían, daban la medida justa del respeto y el cariño que se había ganado el Textil Santanderina en sus siete cursos en el cielo del voley español.
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'Que sólo sea un hasta luego', titulaba El Diario al día siguiente. Y el Textil Santanderina ha hecho buena la frase. Apenas una temporada. Los de Cabezón de la Sal han regresado a la élite tras vencer en una de las semifinales de la fase de ascenso al L' Illa Grau. El premio gordo del torneo que se ha celebrado en Cabezón de la Sal. El ascenso ha supuesto la guinda perfecta a una temporada que costará mucho repetir. Una Liga prácticamente perfecta –tan sólo una derrota en 18 partidos– y el primer título de su historia, la Copa del Príncipe el pasado mes de enero. Costará repetir algo semejante.
El 16 de octubre de 2021 los de Cabezón de la Sal iniciaban el curso en esta Superliga Masculina 2 estructurada en tres grupos. Los cabezonenses, encuadrados en el A, iniciaban su segunda campaña con Marcelo de Stéfano de entrenador. En la primera, el técnico bonaerense tuvo que hacer frente a las restricciones impuestas por el covid que afectaron sobre todo a la presencia de público en las gradas, a una plaga de lesiones en la plantilla y a una temporada con cuatro descensos en la Superliga. Pero en esta, todo pintaba distinto. Con las restricciones sobre el aforo ya eliminadas, el Textil volvía a tener el apoyo de su gran aliado. El público del Matilde de la Torre. Casualidad o no, la temporada en la que no estuvo en las gradas, se consumó el descenso.
Aquel primer encuentro, en Dumbría, se ganó por 0-3. Y el primero en el Templo del Norte, como así se llama también al Matilde de la Torre, por lo mismo ante el Extremadura Badajoz. El equipo de Cabezón empezaba a hacer buenos los pronósticos que le situaban, por su condición de recién descendido de la máxima categoría, como uno de los grandes favoritos. Basta un dato. En la primera vuelta –nueve partidos– tan solo dos equipos lograron hacer un set a los de Cabezón. El Extremadura Cáceres, en la séptima jornada, perdió por 1-3. Y el Almendralejo Extremadura, en la quinta jornada, estuvo a punto de dar la sorpresa. Los pacenses se llevaron los dos primeros sets, pero el Textil remontó para vencer por 2-3. En los siete partidos restantes, un 3-0 o un 0-3. Rodillo.
Se llegó así al parón navideño. Y cumplida la primera vuelta de la competición, tocaba jugar en enero –entre los días 7 y 9– la Copa del Príncipe en el pabellón Juan Ríos Tejera de La Laguna (Santa Cruz de Tenerife). La Copa reunía a los dos mejores de cada grupo al término de la primera vuelta, por lo que lo mejor de la Superliga Masculina 2 se reunía para dirimir el primer título de la temporada.
Y al igual que en la Liga regular, el Textil Santanderina realizó un campeonato soberbio. El primer día, en el que fue el equipo del grupo que tuvo que jugar dos encuentros, despachó por sendos 3-1 a Almoradí y Barça. En semis tocaba un viejo conocido de sus años en Superliga, los castellonenses del L'Illa Grau. Otro 3-1 y a pelear por el título. En la final, le esperaban los canarios –y locales– del Sanaya Libby's La Laguna, equipo de su grupo en la Liga y al que derrotaron en Cabezón por 3-0. El mismo resultado se repitió en el Juan Ríos Tejera. Con sus compañeros en el podio festejando el capitán Fran Calzón, ese utrerano de Cabezón con ya diez temporadas en el equipo, preguntaba qué tenía que hacer. Que nunca había levantado un trofeo. Se estuvo cerca, porque se perdió la final en 2014. Esta vez, llegaba el primer título. Fran levantó esa Copa al cielo del Juan Ríos Tejera. El Textil ya era campeón de algo. De toda una Copa del Príncipe.
Los canarios, pocos días después –el 5 de febrero– ponían el pequeñísimo lunar en la temporada del Textil Santanderina. En un encuentro jugado de poder a poder, el Sanaya se anotó los dos primeros sets, pero los de Marcelo de Stéfano remontaron hasta igualar. En el quinto y definitivo, un 15-12 supuso la que sería la primera y única derrota de los de Cabezón de la Sal en este grupo A. Con la clasificación en los dos primeros lugares, los que daban acceso a jugar la fase de ascenso, ya virtualmente hecha a muchas jornadas del final, el Textil solventó con la misma suficiencia que en la primera vuelta lo que quedaba de una Liga que, a todas luces, ha sido muy poco competitiva.
Cabezón de la Sal se postuló como sede para acoger la fase de ascenso a Superliga. Y como no hubo más candidaturas, pues fue la elegida. El inconveniente de la historia estuvo en el gran parón entre el final de la Liga regular y el comienzo de este torneo entre, casualidades, los mismos seis equipos que jugaron la Copa del Príncipe. Un mes largo sin competir que se ha hecho casi eterno para los equipos, que se han hartado de entrenar y sin apenas posibilidad de encontrar rivales con los que jugar algún amistoso. Los grupos, aunque con la denominación cambiada, tenían la misma composición que en la Copa.
Así, tras ganar al L'Illa Grau en una de las semifinales, el Textil Santanderina vuelve al lugar en el que habitó desde el 12 de octubre de 2014 hasta ese 13 de abril de 2021. En aquel primer partido en la Superliga Masculina, en Dos Hermanas ante el Cajasol, tocó hacer mucha pedagogía. Que no, que el Textil Santanderina no es de Santander. Que es de Cabezón de la Sal, un pequeño pueblo de Cantabria. Y está apoyado por una empresa desde hace casi medio siglo y por el trabajo desinteresado de muchas personas. En la despedida ante Unicaja, en Almería se quería que el adiós del orgulloso equipo cántabro no fuese más que eso, un 'hasta luego'. Tocará aumentar un poco el presupuesto, reforzar más al equipo, y seguir con esas toneladas de trabajo desinteresado. Pero a buen seguro que los equipos de la Superliga Masculina han esbozado una sonrisa. Vuelve ese Templo del Norte del que se quejan que hace frío, pero también el de la grada llena que no deja de animar. Dicho por muchos de esos equipos, regresa la mejor afición del voleibol español y ante la que es un placer jugar en comparación con sus pabellones prácticamente vacíos. El Textil Santanderina vuelve a la élite.
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