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Lo dio todo el Niño. Se fajó, fue valiente y se lanzó con todo al final, cuando barruntaba que el asunto no iba del todo bien, pero nada sirvió ante el enorme Fundora. El literalmente enorme Fundora, que además jugaba en casa. Tras doce agotadores ... asaltos; tras un alarde de valentía, Sergio García encajó la primera derrota de su carrera en su debut estadounidense. Y lo hizo en un combate que llegó al límite, como era su estrategia y como se preveía de un púgil duro y técnico, pero que tiene en la pegada su punto débil.
Una decisión tal vez demasiado severa de los jueves, más por los puntos que por la victoria de Sebastian Fundora en sí, resquebrajó un sueño americano que de todos modos sigue vivo, o al menos el Niños lo vivió. Cuando al final de la pelea el árbitro levantaba el brazo de Fundora como ganador por decisión unánime de los jueces, la esquina de Sergio ya sabía lo que podía ocurrir. Por eso salió con todo en los dos últimos asaltos, a veces descuidando por necesidad la guardia. Pero el Niño, pese a una diferencia de puntos que resulta difícil de explicar en un combate muy igualado, salió entero y orgulloso del Staples Center.
Ahora tocará replantear su carrera, pero lo que le queda es un debut mucho más que solvente en la capital del boxeo, allí donde pocos llegan y muchos menos ganan. Un Sergio García de menos a más cayó con dignidad y a los puntos, como les corresponde a los grandes cuando les toca perder, pero los 197 centímetros del floridano fueron demasiado. Después, tres jueces californianos salpimentaron una derrota que se antojaba menos que lo que el resultado final a los puntos señalaba.
Arrancó Fundora bien armado y a la expectativa, consciente de que el ambiente y su pegada le beneficiaban, ante un García valiente pero impreciso que trataba de cansarle; de buscar un combate largo, porque el intercambio de golpes, el alcance del estadounidense y su pegada no le beneficiaban. 'Pegar y salir', se había dicho mil veces. Y eso intentó, pero sin hacer tambalearse a un púgil local cómodo en su casa, porque vive a pocos kilómetros del Staple. Tan pronto cedía el centro como volvía a recuperarlo, marcando la distancia con un Sergio García que muy dinámico buscaba agujeros en una gran guardia mientras se arriesgada a encajar algunas manos, de esas que fueron limando puntos para que cayera en Los Ángeles.
Dos púgiles muy sólidos se plantaban cara en dos primeros asaltos que parecían ligeramente favorables a Fundora, aunque el Niño no le perdía la cara. El estadounidense cerraba bien la guardia mientras el torrelaveguense trataba de bailarle alrededor en una apuesta más dinámica a la que respondía con sobriedad el púgil local, que en el tercero lanzó además una buena mano para conectar con el Niño.
Pero a valentía nadie gana a Sergio García y, aunque le llegaran, hacia el final de tercer asalto buscaba de nuevo el centro del cuadrilátero ante el gigante floridano, que lanzaba de paso buenos directos que se estrellaban casi siempre en los guantes de su rival, pero que en ocasiones hacían blanco. El Niño trataba de llevar la iniciativa, planteando por momentos distancias cortas, pero eso le obligaba a asumir riesgos que no le beneficiaban.
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La zurda de Fundora salió a pasear en el cuarto asalto, en el que una hemorragia en la ceja sembró la preocupación en el rincón cántabro, pero la esquina del torrelaveguense reaccionó bien para solventar un problema que lo podía ser solo –y nada menos que– en el recuento donde ese uppercut iba a tener verdadero valor. Mientras su adversario mostraba una hemorragia nasal menos escandalosa, pero que iba a ser más difícil de cerrar. Y el combate siguió en su tónica, con un Niño a veces obligado a buscar bajo la guardia y un Fundora sacando la manos para guardar la distancia, lo que no siempre conseguía.
El caso es que ante un rival de tal alcance había que asumir muchos riesgos, más aún en un combate llamado al límite y no al KO, como de hecho fue, y en el descanso del quinto al sexto asalto Víctor Iglesias daba instrucciones muy claras; buscar la derecha, pero no obsesionarse; no bajar la guardia. No cebarse. En la reanudación, Fundora buscaba el jab y el Niño, una pelea al desgaste.
En el séptimo el estadounidense no era ya tan explosivo; sin esa pegada letal, aunque al margen del cansancio probablemente su esquina ya barruntara que llevaba ventaja a los puntos y no había que arriesgar en exceso. Una vez superado el ecuador del combate; allí donde quería –y los consiguió– llegar entero el torrelavegense, el dinamismo del debutante contrastaba con la presencia del púgil local. «Se te junta, yo no quiero», le decía Víctor Iglesias al final del asalto. No parecía mal plan para ninguno de ellos, porque el americano también sacaba su interminable brazo para mantener lejos al Niño, que intentaba incursiones bajo la guardia, a veces –tal vez demasiadas– a costa de encajar.
Ya en el octavo, con ambos púgiles muy cansados –aunque García lo mostraba menos y después se iba a comprobar que Fundora se guardaba algo–, y Niño más explosivo cerraba la guardia y bloqueaba bien, pero seguía encajando. Antes de cerrarlo llegó con una buena combinación que hizo concebir esperanzas en un combate muy cerrado, fiel Sergio a su estilo y a su derecha, que sin embargo no hacía todo el daño que quisiera, sobre todo por lo que tocaba exponer a cambio.
Tras esas dos llegadas y entre la omnipresencia del estadounidense, un noveno asalto igualado precedió a una recta final en la que el Niño iba de menos a más, pero con algo de desventaja acumulada. Entero pero con urgencias mientras Fundora le buscaba también abajo. Buenas llegadas de ambos que encarrilaban el combate hacia una victoria local, pero con el cántabro dispuesto a hacer todo lo posible por evitarla. Y más llegadas de dos púgiles que acusaban el esfuerzo.
Un undécimo asalto de Fundora pese al uppercut de García precedió a una recta final en la que al cántabro no le quedó más remedio que retomar la iniciativa ante un adversario que demostró haber dosificado bien. Algo más estático pero entero y ágil ante los ataques del torrelaveguense. Una última acometida a dolor precedió la decisión de los jueces, que interrumpe su carrera pero no tiene por qué resultar definitiva.
El Niño regresará a casa con una derrota, la primera tras 33 combates invicto y doce al KO, pero con el orgullo y la presencia inmaculada; como ese debutante en la capital del boxeo que salió derrotado; sí, pero no vencido. Y que tal vez, probablemente, mereciera algo más.
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