Víctor González sigue su rutina habitual

Una vez más, las restricciones sanitarias deslucieron la competición. Piélagos está en nivel 3 de alerta sanitaria, por lo que el torneo se tuvo que disputar a puerta cerrada. Una situación que desluce el concurso y que parece poco entendible dadas las limitaciones que ya de por sí existen en las boleras desde el inicio de la pandemia. Urge que las autoridades deportivas y las sanitarias se entiendan de cara a los próximos días, con una jornada completa el jueves 12 o la semana bolística desde el 20 de agosto. En el plano deportivo el torneo presentaba varios atractivos. El favorito era Víctor, que buscaba su duodécimo título del curso, en un cartel en el que destacaba además Mario Pellón, que cada día está más cerca de levantar su primer trofeo en Primera. En la bolera Enrique Tagle 'Moli', sin embargo, se quedó a dos bolos de semifinales.

El torneo se jugaba bajo el sistema tradicional, en el que los bolos se arrastran hasta el final. Un formato que favorece la regularidad pero que resta interés al tramo final cuando, como ayer, alguien hace 144 bolos. Víctor se aseguró medio torneo en cuartos de final después de una exhibición que le puso primero, seguido de Carlos García, con 130, Lolo Lavid con 123 y Mario Pinta, que derribó 122. El pelotón de Andros de nuevo en las primeras plazas.

En semifinales Lavid perdió tres bolas en la caldera, lo que unido a un emboque dejó su registro en 127. No tiene su mejor año a nivel individual el de Las Fraguas, que vio cómo su compañero de peña, Mario Pinta, tampoco podía meter presión a los líderes al quedarse en 125 con una queda y una nula. En la segunda semifinal, el concurso quedó resuelto definitivamente. Víctor se mantuvo a lo suyo, derribó 145, pese a contar con dos lanzamientos menos, y entró en la final con 31 palos de ventaja sobre Carlos, que sumó 128. Un buen concurso que, a estos niveles, se queda corto. En la final, otra exhibición. Otros 159 palos, frente a los 126 del zurdo, que, desgraciadamente, nadie pudo ver en la bolera. Eso hay que arreglarlo, le toque a quien le toque, antes de que llegue el desastre.