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david sánchez de castro
Madrid
Lunes, 21 de junio 2021, 13:07
Después de 20 años en la élite del automovilismo mundial, bien en la F1 o en otras competiciones, el lenguaje no verbal de Fernando Alonso se ha convertido en un método perfecto para entender sus sensaciones. Más ahora que las declaraciones las hace bajo una mascarilla que deja sólo los ojos como representantes de lo que quiere decir ... .
Si por ello hay que fiarse, Alonso vuelve a disfrutar. No es lo mismo verle sonreír con la mirada (y las arrugas en la comisura de los ojos, que los 40 años no se disimulan) ahora que analizar lo ocurrido en las primeras citas del campeonato. Después de dos consistentes carreras en las que ha sumado buenos puntos que le han valido para distanciarse de Esteban Ocon, a quien ya tiene a cinco, el bicampeón del mundo se siente cómodo y satisfecho.
Había mucha expectación por ver su rendimiento en un circuito como el de Paul Ricard. Absolutamente anodino en cuanto a su trazado, la gestión de los neumáticos Pirelli (que han sometido bajo su yugo al espectáculo de las carreras en trazados sin muros o grava que penalice las salidas de pista) se convirtió en un elemento clave. Precisamente este era el gran problema de Alonso hasta el momento: le ha costado más de lo esperado encontrar el punto de rendimiento óptimo con las gomas más duras de la gama, hasta el punto de quedar muy lastrado tanto en clasificación como en carrera.
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Tras el paréntesis de Mónaco y Bakú, circuitos que no se pueden asimilar al resto del campeonato, el trazado ubicado en Le Castellet ha mostrado dos grandes virtudes que han conseguido mejorar en el Alpine A521: la durabilidad de los neumáticos (algo de lo que en Ferrari, por ejemplo, adolecen y empieza a ser un serio problema) y la ya de por sí buena salida. En las dos vueltas de la minicarrera de Azerbaiyán ya quedó claro que a Fernando Alonso no se le ha olvidado cómo hacer buenas arrancadas y en Francia repitió. Lando Norris y Charles Leclerc claudicaron en los primeros compases de la prueba gala con dos monoplazas que cuentan con mejores prestaciones que el suyo. Ahí es donde se ven las manos del piloto, como explicó tras la carrera.
«Ha sido mi punto fuerte por 20 años, ¿por qué no iba a seguir siéndolo ahora? La salida es ese momento en la carrera en el que necesitas improvisar un poco y ser creativo. No hay rendimiento de neumáticos ni rendimiento del coche, ahí no cuenta: es solo tú y tu instinto. Por eso me divierto con este tipo de vueltas», relató.
La dificultad de Alonso para adaptarse al Alpine hizo que en el arranque del campeonato Esteban Ocon se colocase por delante con solvencia. El joven compañero del español, mucho más hecho a este monoplaza que es estructuralmente igual que el de 2020, empezó como el referente del equipo anglofrancés, pero poco a poco ha ido cediendo terreno hasta claudicar.
La clasificación del Mundial habla por sí misma: 17 puntos para Alonso, 12 para Ocon. Ya son cinco de diferencia, y habida cuenta de que Alpine pelea por la zona media baja del 'top 10', cada punto cuenta en su batalla particular. Más aún cuando en las clasificaciones ya se empieza a notar que a Alonso le cuesta menos: Ocon le va ganando 4-3 en los sábados, pero Alonso ha salido por delante de él en las dos últimas citas, donde también le ha ganado en carrera.
Con siete Grandes Premios disputados y aún 15 por delante (si se completa el calendario previsto, a día de hoy), se antoja probable que Alpine tendrá una de las parejas más igualadas de la parrilla. Si en otros equipos está más que claro quién es el primer piloto y quién el escudero, no así entre Alonso y Ocon, cuyas superioridades se contraponen a la perfección para hacer crecer al equipo. Como siempre en esta campaña, hay que mirar más allá de los meros resultados inmediatos: es en 2022 donde tendrán que dar el callo, especialmente si los desarrolladores de Enstone y Viry-Châtillon son capaces de dar con la tecla.
En cualquier caso, la realidad apunta a que tras unos pasos dubitativos, Alonso ya ha encontrado la senda correcta para volver a ser el temible piloto que antaño era temido por todos. En cuanto tenga un monoplaza un punto más fuerte, las altas esferas de la actual aristocracia de la parrilla pueden echarse a temblar.
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