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Fue un córner desde la derecha. Minuto 74. Bien sacado. Juanma tocó con la cabeza a la altura del punto de penalti. Luego, una décima de segundo después, la pierna derecha de Mora se elevó lo suficiente para adelantarse a la de un defensa colchonero junto al palo. Un toque seguido de un estruendo. Un gol y un estallido. Euforia. La carrera de un chaval de la casa enseñando la camiseta con una dedicatoria para su abuela tras anotar está en el salón de la fama del racinguismo. En las fotos que no hace falta sacar del armario para recordar. Fue la última vez. Mayo de 2002. La última que un racinguista gritó un gol así. Porque goles hay muchos, pero que supongan tanto... Ese ascenso a Primera no está en las canciones, pero no se borra de la memoria. Es más, aquel equipo, aquel estilo, se parece algo más al de ahora que el del 93. Lo explica el propio José Moratón. Tal vez la ilusión que nos persigue suponga cambiar la letra: volveremos como en el 2002.
Para explicarlo hay que remontarse a un fracaso. Un descenso tras ocho años de cielo. Un año antes. Goikoetxea, Manzano y Benítez pasaron por el banquillo. Cuando tres entrenadores desfilan en un mismo año, malo. Por resumir, el Racing perdió la categoría y se apostó por la continuidad en Segunda. Del último de los técnicos, el paraguayo, y de una parte de los veteranos que se quedaron en la plantilla. Arzeno, Mazzoni, Txema... Mena fue el fichaje más mediático. Otro veterano. La idea no salió. Siete puntos en siete jornadas y puestos de descenso. Quique Setién tomó el mando (con Nando Yosu de segundo). La transición no fue fácil. Para empezar, derrota en Ferrol en Liga y derrota en León en Copa. Eso y, dentro, en la caseta, digerir el cambio de papeles que llegó con el nuevo técnico. No es fácil cuando hay tantas escamas. Pero salió. Claro que salió. El gol de Mora contra el Atlético en la penúltima jornada certificó la hazaña. Ascenso.
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¿Se parece el de la 2001-2002 al equipo de ahora? «Si lo comparo con lo del principio de Liga, no se me asemeja. Pero una vez que vino Quique cambió el rumbo, cambió a gente más contrastada por gente más joven. Con menos partidos, pero más hambre. Con ambición. Ahí sí se me parece al equipo de este año». Lo explica el propio Mora. Insiste en las dos caras de la temporada del último ascenso. «Al principio la apuesta era por gente veterana que venía de Primera y se suponía que podrían ir sobrados. Pero se vio que no. Hubo un cambio de dinámica con gente con menos historia y menos partidos en el fútbol profesional, pero con mucha hambre». La juventud, la ambición... Mora lo ve en la plantilla del Racing del presente. «Y también en el míster, que hasta con su lenguaje corporal nos da 'rocanrol'. Lo que veo de José Alberto, se lo compro».
José Moratón
Sensaciones y estilo. «La manera de jugar también tiene cierto parecido. Quique luego cambió como entrenador a lo largo de su carrera y aplicó un modelo tipo Barça, pero no empezó así. Nosotros estábamos bien armados defensivamente y salíamos corriendo con contras con gente rápida como Bodipo, Pablo Sierra, Regueiro, Javi Guerrero... O Txiki, que llegó en diciembre de la Cultural –un gol suyo eliminó al Racing– e iba como un avión. Las transiciones me recuerdan a las de ahora. Estos juegan más por dentro, pero esa idea de robar y salir rápido hacia la portería rival se parece». También la de los pivotes. El exjugador recuerda que sus Aldasoro o Íñigo eran gente «como Diego Mateo o Nafti». Del perfil. «Y atrás, Juanma y yo éramos centrales que podíamos correr a la espalda». Similar a la línea.
Sí que se pueden encontrar semejanzas –y diferencias, claro–. Y ya que echamos la vista atrás, otros nombres. Lemmens y Ceballos, por ejemplo. Un joven César Caneda ocupaba el lateral derecho cedido por el Athletic, con Sietes a la izquierda. Ismael y Julio Álvarez sumaron 31 partidos cada uno. Morán marcó cinco goles (el máximo goleador fue Bodipo con once y Javi Guerreo marcó diez). Vivar Dorado (antes de irse al Rayo a media temporada), Neru, Javi Pineda...
Lo vivido con el gol de Mora fue un éxtasis. Y la euforia es la euforia. Incluso más allá de ese instante. ¿Comparaciones? «En número de personas sí que se puede parecer a lo que estamos viviendo ahora. Veníamos de Primera División y quedaba todavía el tirón, y con el cambio que dio Quique se recuperó... Recuerdo un partido por la mañana con el Recre que veníamos muy bien y estábamos luchando con ellos por los puestos de ascenso. Se prepararon cosas en El Sardinero y hubo mucha gente en el campo –luego nos metieron cinco–... En general, sí que había gente, pero nada que ver. La sensación de arraigo que hay ahora es brutal», resume Mora.
Dos motivos, según el central. Uno, que «el cambio en la propiedad ha supuesto una mejora en lo social». «Se está haciendo bien socialmente». Y luego, claro, «lo que nos transmite el equipo». «Este rocanrol atrae a la gente». Es una gozada ir al campo.
Ahí sale la vena más verdiblanca. El deseo. La reflexión. Al final de la charla. «Ojalá esto salga bien», desliza. Entiende, en todo caso, que el Racing acabará subiendo «tarde o temprano». Aunque no sea –que sí lo ve posible– este año. Pero hay algo que trasciende. Que está por encima. «Creo que hemos vuelto de verdad y eso no podemos perderlo», resume Mora. José Moratón Taeño, el chico de aquí que le dedicó a su abuela el gol del ascenso del equipo de su vida. Casi nada.
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