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La imagen icónica de la celebración del ascenso en el vestuario en el año 93 tras empatar con el Español en los Campos de Sport.

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La imagen icónica de la celebración del ascenso en el vestuario en el año 93 tras empatar con el Español en los Campos de Sport. Miguel de las Cuevas
Una ilusión nos persigue

Como en el 93

Álvaro Machín

Santander

Domingo, 10 de noviembre 2024, 08:08

La historia está llena de ejemplos. Sucedieron igual, pero no son lo mismo. Ningún gol de Messi podrá ser como el de Maradona a los ingleses (elijan cualquiera de los dos, el del diez o el de Dios). Es imposible, aunque supere la estética. Lo mismo que ningún lleno en los Campos de Sport podrá ser como el del 93. Volverá a llenarse, sí. Ya lo ha hecho. Pero no. Aquel fue un lleno noventero, de escaleras abarrotadas, de críos encaramados a los huecos de los ventanales en lo alto de la tribuna... Fue después de un partido de ida que media ciudad se buscó la vida para ver en casa de alguien que cogía «la vasca» –o la cadena que fuera–. Fue con el temor de otro arbitraje como el que anuló dos goles a Mutiu en Barcelona. Y, como los combates de Rocky, fue una victoria a base de aguantar de pie. Un empate a cero. Fue, cuando acabó, una euforia que se acabó desparramando hacia la ciudad desde las puertas de El Sardinero. Una locura. Eliminar en la promoción al Español fue una gesta. Pura épica. Por eso se quedó en las canciones hasta hoy. Como las hazañas de los héroes antiguos. «Volveremos a Primera como en el 93». Porque hay llenos y llenos. Y hay ascensos –la historia del Racing es una colección– y ascensos. Pues bien, hasta hoy –que quede claro, porque aún no hay nada hecho– lo del Racing no es como lo del 93. Es algo mejor. «Una ilusión nos persigue...». Otra canción.

El título de este texto no es un prodigio de innovación. Ya ha salido otras veces. Aquí se conmemora ese partido como las fiestas de guardar. Pero es el que tiene que ser. Si hasta lo cantan chavalucos que no habían nacido, que no lo vieron... Hoy sonará en Ferrol. Seguro. Lo bueno aparece al comparar con datos. El Racing de Paquito ganó al Eibar en la jornada trece. Dos a cero con goles de Chili y de Merino. Se puso tercero en la tabla por detrás, en ese momento, de Lleida y Mallorca. Cuarto, a la espalda de los cántabros, estaba el filial del Barcelona. El cuadro verdiblanco sumaba 19 puntos.

28 puntos

sumaría el Racing a estas alturas de competición en la 92-93 si se utilizara el sistema de tres puntos. Entonces eran dos por victoria y, en realidad, llevaba 19.

30 puntos

acumula el Racing de José Alberto esta temporada, con trece partidos disputados en un espectacular arranque de competición

Nueve triunfos, un empate y tres derrotas

Tras la jornada trece, el Racing de Paquito iba tercero. Dos equipos ascendían de forma directa y dos promocionaban contra conjuntos de Primera (lo que le dio finalmente el ascenso al Racing tras superar al Español). A estas alturas, 20 goles a favor y 15 en contra.

Nueve victorias, tres empates y una derrota

Líder destacado de la categoría, el equipo actual mejora ligeramente el balance a estas alturas de aquella temporada mágica que terminó en Primera. También es algo mejor el dato de los goles. Hasta hoy llevan 21 tantos a favor y únicamente 11 en contra.

Tiene truco. Los más jóvenes entre los que cantan el «volveremos» no vivieron las ligas en las que las victorias sumaban dos puntos y no tres. Toca desgranar la trayectoria de ese equipo. El del Eibar fue el noveno triunfo. Primero se ganó al Badajoz, al Compos y al Sestao antes del primer tropezón ante el Mallorca y de un empate en Copa en Girona. Luego, tras ganar al Lugo y deshacerse de los catalanes para pasar de ronda en la competición del KO, se empató con el filial del Athletic y se ganó a Valladolid, Palamós y Barça B. Lo siguiente, derrota en Villarreal, victoria ante el Mérida y doble batacazo: un tres a cero en Lleida y un doloroso uno a cinco en casa ante el Oviedo en la segunda cita de Copa. En resumen, nueve triunfos, un empate y tres derrotas. Son 19 puntos con el sistema vigente entonces y serían, echando cuentas, 28 con el actual.

Comparación: El Racing de José Alberto lleva 30 puntos (dos más), va primero con un colchón amplio, suma igualmente nueve tardes de victoria a estas alturas, pero únicamente ha perdido un partido (lleva tres empates). O sea, que, a día de hoy, va mejor.

También es ligeramente más agradable el balance de los goles. En la 92-93 llevaba 20 a favor y 15 en contra. En la 24-25 son 21 y 11. Ha marcado uno más y ha encajado cuatro menos.

El inolvidable lleno y la euforia en las gradas del estadio. Miguel de las Cuevas

Como esto va de nostalgia, la tabla de goleadores de aquel año en ese momento del campeonato incluye los seis que llevaba Chili (tras la lesión de Benito después de marcar en la primera jornada y despedirse de la temporada, el de Torrelavega asumió la responsabilidad anotadora), los cinco del retornado Quique Setién, los cuatro de Mutiu y las apariciones de Edu García, Sabou, De Diego y Merino (además del de Benito Ballent). Ahora, ya lo saben, Andrés lleva seis y Arana cuatro, a los que hay que sumar los dos de Michelin, de Pablo Rodríguez y de Íñigo Vicente, y las anotaciones de Lago Junior, Aldasoro, Ekain, Sangalli y Suli.

Son números. Importantes, pero fríos.

Comparación desde dentro

«Son equipos distintos. Se paracen en que hay un vestuario sano, pero nosotros teníamos una plantilla con gente veterana, experimentada, que se armaba de atrás hacia delante y estos tienen una alegría jugando que nosotros no teníamos». Por resumir –más o menos–, fútbol control, eficaz desde la sobriedad, frente al rocanrol de este año. El que lo explica es Jesús Merino. Llegó en verano y disputó 3.150 minutos.

Cioli y otros aficionados bañándose en la fuente para celebrar el ascenso. Miguel de las Cuevas

Lo de los veteranos viene, básicamente, porque para aquella campaña se consiguió el retorno de Tuto Sañudo, con 36 años, y de Quique Setién, con 33. Dos mitos que sumaron 3.151 minutos y 3.184, respectivamente. Junto a ellos, Gelucho (con 30 años), Barbaric (30), Benito (29) o las incorporaciones –determinantes– para el tramo final de temporada de Zigmantóvich (30) y Pineda (28). Ellos lideraban un plantel que incluía a un buen puñado de jugadores jóvenes de la casa que ya tuvieron protagonismo el año anterior (Ceballos, Pinillos, Roncal, Solaeta, Juan, Geli, Aguilar, Esteban Torre...) junto a los Julián, De Diego, Sabou... Y a los que se unieron ese año el propio Merino, Mutiu, Edu García o Chili.

«El fútbol ha cambiado mucho y es completamente distinto. Tácticamente, el Racing ahora hace una presión más alta que supone arriesgar en línea defensiva. Si esa presión no la haces bien, te crean muchos espacios. Ahora roban, llegan rápido... Tienen muy buenos pasadores y da gusto verles jugar», dice Javi Roncal (2.286 minutos ese año como central y también en el lateral tras la lesión de Juan Peláez). «Nosotros –recuerda– hacíamos un fútbol más lento, de estar posicionalmente bien colocados y de dominar la situación». Insiste en los cambios tácticos que ha experimentado el fútbol y en la necesidad actual de «tener muchas variables».

Un ejemplo útil

Dos buenos análisis. Pero aquel año deja, además, una gran lección. Aprender del pasado. Primero, que lo importante es el final. Es lo que cuenta. Ascender. En el último suspiro, da igual. Y también que no es bueno venirse arriba cuando las cosas van bien –fueron primeros y segundos en distintos momentos de la temporada– ni, especialmente, hundirse cuando llegan mal dadas. La 92-93 no fue, ni mucho menos, un camino de rosas. Entre la jornada 24 y la 28, el equipo de Paquito sumó cuatro derrotas y un empate. Llovieron palos. Tras la jornada 31 iba quinto, fuera de los puestos de promoción. Pero se repuso. De qué manera. Ocho victorias seguidas hasta el final. Y aún así, le tocó superar otro bajón. Una última jornada sospechosa en un campo ajeno (Palamós-Valladolid) le privó del ascenso directo.

Tocó recomponerse una vez más para jugar la promoción contra un Primera, el Español. Una plantilla con Mino, Urbano, Escaich, Lluis, Lardín... Con la armada rusa: Moj, Kuznetsov, Korneev y Galiamin. Tocó incluso sobreponerse a dos goles anulados en el partido de ida. Marcó Pineda. Suficiente.

Por todo, la épica. Por eso se recuerda incluso más que otro ascenso posterior a Primera (el de la 2001-2002, con Quique esta vez en el banquillo, mítico también, importantísimo, que nadie lo olvide). Por eso está en la canción y en el ambiente. «Volveremos, volveremos...».

El ambiente

El ambiente. Eso también se puede comparar. Ojo, en una Cantabria tres décadas más joven. En otro mundo –escribir esto y rebuscar en un cajón el carnet de socio juvenil del Racing en el año 92-93 le hace a uno sentirse el abuelo cebolleta–.

«Sí que me recuerda a aquello, pero diría que entonces había mucha obligación. Hubo partidos duros, perdimos cuatro seguidos y hubo mal rollo en ese momento. Pero a partir de esa temporada, del ascenso, la gente se volvió loca», recuerda Merino. Roncal, racinguista desde niño, reflexiona sobre sus recuerdos y el presente. Dice algo precioso. «Ahora da gusto ver a la gente con camisetas del Racing. Las ves por todas partes. Y, sobre todo, ver a la gente más joven. Qué envidia y qué gusto. Porque entonces no era así. Últimamente me está pasando algo curioso. Me piden si tengo camisetas de aquella época. Me las piden. Y antes no pasaba».

Los dos exfutbolistas insisten. «Habrá que empujar si empiezan a pasar cosas». Lesiones (Arana ya ha dado el susto), malas tardes, una racha negativa... «¿Tendrá malos partidos? Sí. Pero hay que estar con ellos porque esto que estamos viviendo es algo histórico. Hay que estar y ver que se puede. Es algo muy grande».

Llegado a este punto dan ganas de cantar. Con esa ilusión que nos persigue. Aunque todavía quede un mundo. Aunque aún esté casi todo por hacer. «Volveremos, volveremos, volveremos otra vez. Volveremos a Primera como en el 93».

  1. Imagen principal - El mejor técnico que tuvo Quique Setién
    El míster del ascenso, según una leyenda Paquito | Entrenador

    El mejor técnico que tuvo Quique Setién

«Todo lo que hablaba de fútbol tenía sentido; fue para mí como un diccionario que me ayudaba a poner palabras a mis sentimientos. Nadie me entendió como él. De repente, con 33 años, creyendo que ya lo sabes todo, alguien te explica lo que tú intuías desde pequeño y nadie te había dicho: que al fútbol se juega con la cabeza y no con los pies, que es necesario entender que en ocasiones eres más práctico parado que corriendo, que hay que encontrar los espacios y el momento para ocuparlos». Las letras –en un artículo– son de Quique Setién. Las publicó en El Diario cuando, en agosto, falleció Paquito. El míster que llevó al Racing a Primera. Quique regresó a casa y se puso a sus órdenes. «Fue un hombre de fútbol, lo único que le interesaba: el juego y los jugadores, pero solo los que estaban realmente implicados, como él». La leyenda recuerda como el técnico «tenía valores inquebrantables y no dudaba en hacértelo saber aunque fueras muy bueno». «Fue –escribió Quique– un adelantado y, sin duda, mi mejor entrenador. Una suerte enorme, como quien tiene un profesor que te hace pensar y te abre la mente».

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