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Sergio Herrero
Domingo, 24 de abril 2016, 15:48
Para escanciar la sidra se debe adoptar una postura recta pero no rígida, dicen los expertos, que en Villaviciosa son legión. El líquido, tras su largo camino de la botella al vaso, debe golpear en las paredes del recipiente, para que espalme. Al gas que ... produce una vez servida se le llama estrella. Y se debe tomar el culín recién echado y de un trago antes de desechar el poso. El Racing salió en el modesto Les Caleyes dispuesto a golpear. Recto, pero no rígido. Un buen partido. Pero en lugar de pasar el trago rápido, se cegó en los metros finales y estuvo cerca de atragantársele el culín de sidra en una jornada preparada a la perfección y con mimo para ser una fiesta memorable. Por suerte, el equipo cántabro también tuvo su estrella y al final, el sufrimiento, ese poso tan habitual para el racinguista, le dejó un sabor muy dulce. A los futbolistas y a los más de 3.000 aficionados desplazados hasta la localidad maliaya.
Pedro Munitis sorprendió con su once. No por la entrada de Jon García, que ya estaba previsto como sustituto del sancionado Mikel Santamaría en el centro de la zaga. Tampoco por el hecho de dar el volante izquierdo a Artiles en detrimento de Dani Rodríguez. La principal novedad fue la salida del once de Dioni, lo que colocó una delantera inédita esta temporada: Pumpido-Coulibaly.
A veces los nombres no importan tanto. Al Racing se lo dejaron claro en Cáceres, en Astorga o en Tafalla. Es cuestión de actitud. Porque el buen Racing, el que mejor sabor de boca ha dejado a sus aficionados a lo largo de esta temporada, no es el que ha salido a especular. Ese equipo timorato que ha terminado dejándose puntos que, en un par de semanas, puede echar de menos. El Racing de verdad es todo lo contrario. Sale a morder primero y a mandar después. El que ganó seis partidos consecutivos a finales de 2015 y que, desde entonces, se ha visto a cuentagotas.
Ayer, contra el Lealtad, se quiso parecer. Adelantó su presión al campo rival, ganó los balones divididos y se igualó en intensidad a su rival. A veces se permitió ser hasta brillante. Fue superior en todo. Solo hubo un problema, que en ataque fue una escopeta de ferias. Mucho ruido y ni un solo tiro al blanco. A ese desacierto se añadió la incapacidad racinguista en las jugadas a balón parado. Un horror. Sobre todo en la primera parte, el equipo de Pedro Munitis tuvo córners suficientes para aburrirse de camino hacia a la esquina. Pero dio igual, porque en este tipo de acciones, los verdiblancos no espalman ni de casualidad.
Todo siguió igual hasta que salió Dioni. El malagueño se quedó en el banquillo de inicio reflexionando sobre su sequía goleadora y secando la pólvora para la segunda parte, cuando Coulibaly ya le había hecho el trabajo de desgaste. Solo le hizo falta una bala al máximo goleador racinguista. Centro de Óscar Fernández y gol de Dioni. Pim, pam, pum. Un Dioni que fue héroe y pudo ser villano.
Porque si hay algo que no cambia en este Racing son esas ganas de sufrir. Masoquismo. Después de haber podido matar el partido. De haber tenido ocasiones. De haber sido mejor que su rival. En los diez últimos minutos le tocó apretar los dientes, tragar saliva y sudar la gota gorda para mantener la renta obtenida. Dioni, el auténtico protagonista del partido, fue expulsado por doble amonestación en una acción absurda. Primero, por subirse a las vallas en la celebración del gol y, poco después, por una falta al borde del área que acabó con el andaluz camino del vestuario y dejando a su equipo con un jugador menos.
Mucho antes, en la primera mitad, apenas pasados tres minutos de juego, el Racing ya había pisado en cuatro ocasiones el área rival. Los cántabros fueron más efectivos en el juego directo y aprovecharon el filón encontrado en su banda derecha, donde Óscar Fernández, una auténtica moto, se entendió a la perfección con Coulibaly. El de Piélagos esprintó tantas veces por su banda con sus rivales detrás que dejó un surco de huellas sobre el blando césped de Les Caleyes. El lateral zurdo, Robert, solo le vio el número.
No fue el único que mostró mordiente en el área maliaya, porque Pumpido, a diferencia de en el anterior choque frente al Tudelano, tuvo protagonismo donde a él más le gusta. En su hábitat natural. Un buen pase de Artiles a la espalda de la zaga lo recibió el argentino después de un desmarque aún mejor. El ariete aguantó la embestida de su marcador y su pase de la muerte a punto estuvo de introducirlo otro zaguero en su propia portería.
Centros sin rematador, remates imprecisos, córners y más córners... La mejor ocasión para el Racing en esos primeros 45 minutos llegó en una potente volea de Fede San Emeterio que se coló entre varias piernas y finalmente repelió el portero con muchos apuros y grandes reflejos.
Como suele pasar casi siempre en estos casos, el rival se cansa de esperar el ajusticiamiento y se marcha al ataque. En el minuto 40, una buena contra de los asturianos fue culminada por Jorge Fernández con un intencionado disparo que buscaba la escuadra y que no encontró su destino por muy poco.
Un guión similar al de la segunda parte hasta que Dioni desenredó la madeja. El Racing dispuso de hasta tres buenas ocasiones antes de que el malagueño hiciese acto de presencia. Primero con un buen centro de Migue García que Pumpido remató cerca del poste derecho de la meta de Javi Porrón. Poco después, con una media chilena de Coulibaly que no encontró portería. Pero cuando casi se cae la Gradona desplazada hasta Villaviciosa fue cuando conectaron Artiles y Álvaro Peña por la banda izquierda. El canario se inventó un bonito autopase antes de ceder la pelota a su compañero. El vasco la pisó, hizo una ruleta dentro del área para zafarse de dos rivales, buscó el hueco y chutó al segundo palo. El arquero asturiano, atento, evitó el que iba camino de convertirse en el mejor tanto racinguista de la temporada.
El resto de la historia ya está escrita. La fiesta fue completa. Solo el triunfo del Racing de Ferrol frente al Celta B impidió convertir la celebración en una caza fructífera. Pero casi nadie se acordaba ayer del equipo gallego. En el fútbol a veces los triunfos no son trofeos metálicos, sino experiencias, jornadas para el recuerdo e invasiones de las que presumir. Hoy es lunes. Con ese poso dulce de la sidra y de un bonito día en Villaviciosa, se puede empezar a pensar en los cuatro puntos de desventaja con el líder, a falta de tres encuentros para la conclusión del campeonato regular y con un duelo directo en menos de dos semanas. Queda emoción para rato. En Les Caleyes quedose algún racinguista más. «En el Lealtad deseamos que el Racing vuelva ya a la élite», exclamó el speaker del club asturiano. Todo apoyo es necesario.
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