Adiós al fantasma del Reus
Por algo le llaman 'el pozo' a esta categoría maldita en la que es mucho más fácil caer que salir
Javier Menéndez Llamazares
Lunes, 22 de mayo 2017, 07:44
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Javier Menéndez Llamazares
Lunes, 22 de mayo 2017, 07:44
Ayer sobre el césped del Cerro del Espino no quedaba ni un solo superviviente del descalabro de hace un año, pero las heridas del racinguismo no cicatrizan tan deprisa, así que quien no admitiera algún grado de 'síndrome Reus' en la previa, sencillamente mentía.
Y ... es que por algo le llaman el pozo a esta categoría maldita en la que es mucho más fácil caer que salir. Por muy eficaz que se muestre el Racing durante la Liga, uno se pasa todo el año mirando de reojo a los otros tres grupos, calibrando si la dinamita de unos y otros será equiparable. Tiempo perdido, por supuesto, porque hasta que no se rompa el fuego de poco sirven las estadísticas, pero es que los sufringuistas somos así: nos gusta anticipar las desgracias, por si acaso. Porque hemos visto tantos acasos, que ya no nos fiamos más que de Nando Yosu.
Se trataba, pues, de saber si había nivel, si ese grupo primero del que hemos sido casi campeones sería competitivo frente a otros salpicados de nombres con mucho más pedigrí. Y los antecedentes del sábado resultaron contradictorios: la de arena el Pontevedra, al que le cayó un repaso en toda regla de un Murcia intratable incluso a domicilio. Y la de cal se la llevó la Cultural, dando la campanada en el Mini Estadi. Parece que la liebre no acabó de entender su papel y nos va a esperar en la meta un par de eliminatorias. Esperemos resarcirnos en el doble duelo de la próxima temporada contra los leoneses.
Y el único club de nuestra Liga que nos sacó los colores, ese Celta B que nos trajo por la calle de la amargura, encajó un decepcionante 2 a 3 en casa frente a otro filial, el del Valencia. Menos mal que el Racing de Viadero es una herramienta de precisión: te puede gustar más o menos, pero ya sabes cómo va a jugar y que, además, va a resultar muy difícil que no gane.
El partido en Majadahonda resultó antipático desde mucho antes de comenzar, con esa obsesión por hacer el agosto a costa de los racinguistas que suele atacar a algunos rivales. Será su manera de vengarse por la previsible derrota: haciendo caja. Claro que ya con el sablazo era suficiente, tampoco hacía falta recibir a los visitantes a cara de perro, como si todavía te debieran dinero. Por supuesto que todos queremos ganar, pero tampoco hace falta dejar de lado la deportividad, como en Ferrol la pasada temporada.
En cualquier caso, lo importante era lo que ocurriera sobre el césped, y aunque el Racing arrancó nervioso -¿todavía pesa el tropiezo en Guijuelo?-, enseguida dominó el encuentro de principio a fin: primera parte para olvidar, y ya arrancaremos la apisonadora en la segunda mitad, cuando el rival no pueda con las botas. El gol de Prats, culminando un contragolpe completamente solo, da la medida entre los dos equipos. A Viadero no le interesan las florituras, está claro, pero entiende este juego como nadie.
El miedo a que llegara un nuevo Reus a pasarnos por la piedra ha quedado disipado por completo. Está claro que nadie está libre de sufrir un accidente, pero al equipo de Viadero nadie le pasa por encima. Y el que lo intente, que lo discuta con Córcoles y Samuel Llorca. Menos comprensible resulta esa extraña manera de ir a por los partidos cambiando delanteros por mediocampistas defensivos -y luego retocar el dibujo de nuevo, para volver a lo mismo- pero visto el resultado, cualquiera le cuestiona al míster las sustituciones.
Ahora queda una vuelta que será mucho menos de trámite de lo que desearíamos, aunque lo que más miedo da no es el Rayo, sino las colas de acceso a los Campos de Sport. Si llevamos todo el año con atascos en las entradas, a poco que el domingo mejore el aforo, más de uno nos perderemos media primera parte. Tal vez no estaría de más que el club probase a abrir más puertas. Que no todo va a ser bombardear con publicidad por megafonía. De vez en cuando también habrá que cuidar un poco al aficionado, ¿no?
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