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Alfredo Pérez es el nuevo presidente del Racing. Uno de los dos propietarios del Grupo Pitma, quizá el menos aficionado al fútbol, pero también el que más dispuesto estaba a aceptar cierta exposición mediática –tampoco demasiada– será el sustituto de Manolo Higuera, que ... formalizó ayer su dimisión en la primera reunión del Consejo desde que hace un mes anunció su renuncia. Es el último paso en la evolución del Racing. El Grupo Pitma ya no solo es propietario. Ya no solo manda. Ahora también lo deja ver de forma expresa y evidente. Con sus propietarios como presidente y vicepresidente. Porque Pedro Ortiz queda formalmente como segundo de a bordo para ahorrarse cierta presencia y desgaste y mantener, de paso, un organigrama clásico. Pero en la práctica tanto deciden uno como el otro. Además otro hombre de Pitma, Álvaro Villa, se incorpora a una directiva en la que finalmente solo se formalizaron tres dimisiones: las de Manolo Higuera (desde ayer expresidente), Víctor Diego (exvicepresidente) y Daniel Berasategui.
Un Consejo de Administración celebrado casi a escondidas en el Tenis después de que a última hora se cambiara de sede sobre la marcha con una concentración a las puertas de los Campos de Sport, donde estaba convocado, selló la losa del Racing de los exfutbolistas. Se abre definitivamente (ya se habían dado varios pasos) una nueva etapa: la del Grupo Pitma, tras una transición de más de un año que ha apostado por la reforma frente al modelo rupturista, pero que ha concluido con Alfredo Pérez y Pedro Ortiz ejerciendo ya como lo que son: los patrones del Racing. Los copresidentes del Grupo Pitma, en especial el primero, dan así muy a su pesar el salto a la primera línea.
Vuelta atrás Pese a que también presentaron su dimisión, Juan José Uriel y Miriam Peña siguen en el Consejo
Novedad Álvaro Villa es la única incorporación, necesaria para llegar a los nueve que exigen los estatutos
Hasta ahora habían tenido a Higuera como parapeto, y aunque seguirán intentando mantener un perfil discreto, les será muy complicado. Aun sin asumir el cargo, Alfredo Pérez ya ha empezado a sufrir el desgaste y a partir de ahora será él a quien se fiscalice si el proyecto deportivo o el económico no funcionan. Y es que la decisión del torrelaveguense trae consigo un peaje que a estas alturas habrá sopesado y madurado hasta la cansarse, consciente del riesgo y el desgaste que acarrea tener que sentarse en el palco cada quince días. Porque no como un casi anónimo consejero, una situación con la que disfrutaba, sino como presidente. Un papel quizá tentador, pero mucho menos amable para un empresario de sus características.
En su año y medio como consejero Pérez se ha ido enganchando al Racing. Ha viajado muchas veces con el equipo e incluso disfrutado de los desplazamientos y el ambiente. Estas buenas sensaciones, compartidas con Pedro Ortiz, son las que facilitaron que su entramado empresarial saliera al rescate cuando el Ejecutivo incumplió su compromiso de firmar un contrato de patrocinio y la estabilidad económica del club se vio comprometida (y con ella su propia existencia). Lo hizo, eso sí, a cambio de hacerse con la mayoría y sin hacer nunca público cuál ha sido la inversión, fruto de una oscurantista política de comunicación basada en que «no hay comunicación».
Y su objetivo era precisamente mantener la misma situación. De ahí que hasta el último momento ni presidente ni vicepresidente se hayan decidido a asumir los cargos. Ya no podrán dirigir en un discreto segundo plano, como hacen con el resto de sus empresas. No han encontrado otro perfil que les satisficiera y tampoco Higuera y Diego estaban dispuestos a seguir. Y menos aún sin mando en plaza. Han tenido que asumir así una función complicada; una presidencia que produce un efecto visibilizador inmediato desde el punto de vista social, pero muchas veces con temprana fecha de caducidad.
La pequeña manifestación que tuvo que soportar Alfredo Pérez (aunque en realidad iba dirigida a los dos patrones) en el acceso a los Campos de Sport por los despidos en otra de sus empresas es el primer ejemplo de esa puesta en foco y el desgaste que acarrea. Pero habrá más. Si el equipo funciona los héroes serán los futbolistas. El entrenador, tal vez. Pero si ocurre lo contrario, los pañuelos se los mostrarán a él. Y por responsabilidad encadenada a su socio. No habrá ya un Higuera que sirva de parapeto. Y mucho menos en el caso de Tuto Sañudo, último superviviente de los exfutbolistas, que se mantendrá como presidente honorario en un cargo que ya era y seguirá siendo exclusivamente representativo o protocolario. Algo que la masa social sabe de sobra.
La reunión del Consejo de ayer sirvió además para confirmar las dimisiones de Higuera, Diego y Daniel Berasategui, mientras que Miriam Peña y Juan José Uriel seguirán en la directiva pese a que ambos presentaron también su dimisión. Además, se une otro empleado de Pitma: el asturiano Álvaro Villa, para completar los nueve consejeros con los que debe contar como mínimo la sociedad de acuerdo con sus estatutos. De los nueve consejeros que integran la directiva del Racing, ya son cinco los que forman parte del Grupo Pitma en una escalada que podría incluso continuar, como corresponde, por otra parte, a unos patrones que controlan ya el 61% de la sociedad. El Grupo Pitma será el primer y último responsable.
El último Consejo de Administración de Higuera y Diego escenifica además otras dos realidades: el fracaso de la atomización que se intentó hace tres años con la 'puesta a cero' de las acciones y la ampliación de capital y el final de una breve pero intensa época que agotó su ciclo con el portazo del Gobierno de Cantabria al contrato de patrocinio. Acuciado por la deuda tributaria y concursal, el Racing se vio entonces obligado a buscar una segunda vía de ingresos: la entrada de un socio capitalista. Así fue como Pitma se hizo con el 30%, el 51% y finalmente el 61% del club, al principio en una estrategia que debía ser conjunta con el Ejecutivo autonómico y después en solitario.
Desde hace ya meses Pérez y Ortiz, ya decidían la estrategia de la sociedad, ejecutada después por Cristóbal Palacio desde el Consejo de Administración y Víctor Alonso como director general. Desde su llegada a Santander hace algo más de un año el madrileño, procedente del Real Murcia, ha limado poder a un Higuera que se sabía de salida, aunque él mismo participó en el proceso de selección.
Alonso es ya uno de los hombres fuertes del club, el encargado de la gestión diaria, que tendrá en Palacio, que además de consejero fue nombrado el pasado mes de diciembre secretario del Consejo tras la renuncia de Alejandro López Tafall, a uno de sus interlocutores directos en la directiva. Gracias a ellos no ha existido vacío de poder en el club durante el mes que presidente y vicepresidente permanecían como tales en funciones, pero ya sin trabajar en la práctica para el club.De hecho, durante ese teórico periodo de interregno se ha incorporado a diferentes profesionales y tomado decisiones a veces contundentes como prescindir de algunos miembros del cuerpo técnico con muchos años de vinculación con el club, caso de Javier Pinillos y Adolfo Mayordomo.
Presidente Alfredo Pérez Fernández (Torrelavega, 27 de octubre de 1969. Experto en la dirección de equipos comerciales y estratégicos. Empresario y copresidente del grupo empresarial PITMA)
Vicepresidente Pedro J. Ortiz Ortiz (Santander, 6 de abril de 1969. Empresario y copresidente del grupo empresarial PITMA)
Consejero Álvaro Villa Miller (Gijón, 26 de junio de 1973. Diplomado en Empresariales y Máster en IS. Director General de ByMovil)
Consejero Francisco José Gutiérrez Gutiérrez (Torrelavega, 15 de julio de 1965. Propietario de Artipubli)
Consejero José Emilio Criado Lavín (Santander, 19 de junio de 1964. Director General del Grupo Autogomas)
Consejero Juan José Uriel Torre (Santander, 12 de febrero de 1965. Economista y Auditor. Socio Profesional de BDR Auditores)
Consejero Manuel Gómez Arroyo (Santander, 3 de julio de 1970. Economista. Director Financiero del Grupo PITMA)
Consejero Miriam Peña Macarro (Oviedo, 29 de diciembre de 1977. Trabajadora Social)
Secretario y consejero Cristóbal Palacio Ruiz (Polanco, 6 de junio de 1970. Licenciado en Derecho. Diplomado en Empresariales y Derecho Comunitario. Abogado)
Por encima de ellos, Ortiz y Pérez tomarán todas las decisiones estratégicas, como hacen en todas sus empresas y como ya había comenzado a ocurrir en el Racing. Ortiz, el más aficionado al fútbol pero al mismo tiempo quien más ha chocado con Higuera, lo hará, eso sí, de forma más discreta. Tendrá en consecuencia menos exposición mediática que su socio, quien ante la imposibilidad de convencer a los anteriores dirigentes o de encontrar un candidato adecuado –Cristóbal Palacio ha generado rechazo en parte del entorno– se ha visto obligado a asumir el puesto y un protagonismo con el que no se siente cómodo. Tratará de reducir a la mínima expresión, delegando en sus subordinados, pero le será difícil no estar en el foco. Palacio y Alonso, por su parte, ya han dado muestras de una buena sintonía. Se demostró cuando el consejero y abogado torrelaveguense, un hombre de confianza de los propietarios, cerró filas en torno al director general en la crisis abierta con un sector de la afición y las peñas y, fundamentalmente, con la Gradona. Un cisma que sigue abierto y se ha convertido en una de las primeras preocupaciones y tareas pendientes de la nueva directiva.
La nueva época en el Racing, que evidencia aún más el agotamiento del ciclo de Higuera, culmina así en el Consejo de Administración, pero también se ha dejado ver en todas las áreas de la sociedad. Desde una dirección deportiva, en la que José Luis 'Chuti' Molina ha sustituido a Antonio Martínez 'Pachín', cuya contratación fue probablemente uno de los mayores fiascos de los anteriores gestores –y una de sus últimas decisiones exclusivas y personales–, a la cantera. Y también en la administración y todas las parcelas futbolísticas, de donde los exjugadores también han desaparecido.
En el terreno extradeportivo Alonso se ha adaptado a la perfección a la nueva estructura y el Grupo Pitma ha colocado a otra persona de su confianza como director de márketing, tradicionalmente uno de los más volátiles en los Campos de Sport. No solo por la constante sucesión de nombres, sino por la periódica aparición y desaparición del propio cargo. Pérez y Ortiz se lo han encomendado a Sergio Reigadas, procedente de otra firma del grupo (Alpe Creativa) tras el fallecimiento repentino de Fernando Tuero, anterior responsable del área, en uno de los momentos más traumáticos que ha debido afrontar el nuevo equipo.
Junto a ellos continúa como responsable de prensa Enrique Palacio, uno de los últimos supervivientes del Racing de la década pasada. La Era Okupa, el ERE que tuvo que afrontar el club, la renovación producida con los exfutbolistas y el nuevo ciclo abierto ahora apenas han dejado supervivientes de la sociedad de hace una década. Solo perviven un puñado de empleados de taquillas y administración y un pequeño grupo en el que además de Palacio figuran el jefe de los servicios médicos, Manuel Mantecón; el responsable de mantenimiento, Tomás Carrera; el delegado del primer equipo, Delfín Calzada –próximo ya a la jubilación– y los utilleros Manuel San Juan y José Ruiz.
El nuevo papel de los patrones redefine también al propio Racing. Hasta ahora Pérez y Ortiz siempre habían colocado profesionales de su confianza para las labores ejecutivas en todas sus empresas, si bien las decisiones las toman, según sus propias palabras, «reunidos los dos en una mesa». Ahora uno de ellos es el presidente, pero su papel no será el de Higuera, que llevó a cabo una gestión muy presidencialista, sino que se ha apostado por una gestión más profesionalizada y un organigrama más nutrido, algo que en plena economía de guerra nunca estuvo al alcance del Racing de los exfutbolistas.
Se da la paradoja de que Pérez tendrá incluso más poder que el que tuvo Higuera, pero lo ejercerá de otro modo, sin desgastarse en el día a día y sin abandonar sus otras empresas e intereses en un grupo en permanente expansión pero que al mismo tiempo debe atender a sus diferentes frentes abiertos. Para ello cuenta no solo con tres hombres de confianza en el Consejo, sino con los citados Alonso y Molina, que se han repartido atribuciones que antes reunía también Higuera. Y es que aunque se adjudicó a Pachín la mayor parte de los fichajes del último año –Viadero se quedó ya el verano pasado fuera de la etérea comisión deportiva–, en realidad era el presidente quien tomaba la decisión última sobre las incorporaciones, muchas de las cuales han sido ya en esta última fase apuestas suyas en solitario.
En resumen, la nueva estructura del Racing incorpora así dos familias al frente del club. Una en el Consejo. Otra, en la dirección técnica. La primera de ellas, el Grupo Pitma, propietario del 61% del capital social y que además de la presidencia ocupa otros tres sillones en el consejo, además de Reigadas, ajeno a él. Por otra, lo que comienza a conocerse como el 'Racing de los murcianos'. Aunque ninguno de sus miembros ha nacido allí, sí es donde coincidieron, ya fuera en el Real Murcia o en su entorno y otros clubes de la región, Víctor Alonso, Chuti Molina y Guillermo Fernández Romo. Y en ese hábitat ha comenzado ya el Racing a buscar a sus primeros refuerzos, caso de un Alberto Noguera (Lorca) que quedó fuera del alcance de los verdiblancos al aceptar una oferta de Segunda.
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