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La ausencia de Pablo Torre a estas alturas de la temporada a buen seguro que no entraba en los planes de Romo, de modo que haría falta tirar de otros recursos para suplir las genialidades del canterano. En principio, parecía que la gran apuesta del míster sería ubicar a un jugador de talento -en este caso, Sergio Marcos, tras haber probado en otras jornadas con Yeray- con la misión de 'hacer de Torre', pero pronto se vería que el encuentro no estaba para filigranas. Ante la forzosa intrascendencia del eventual mediapunta, el Racing tendría que recurrir a otras virtudes. Mucho menos vistosas, pero igual de eficaces.
Y es que a medida que transcurrían los minutos se iba haciendo más evidente que la verdadera arma secreta del equipo iba a ser un Fausto Tienza que hace muchas jornadas ya que cerró todos los debates: sobre su compatibilidad con Íñigo, sobre un doble pivote con dos mediovolantes de corte defensivo... En la mañana de ayer le tocaría resolver otro cliché: la 'torredependencia'.
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Sergio Herrero Marcos Menocal | aser falagán | borja cavia
Fausto comenzaría apretando no sólo a los rivales, sino a sus propios compañeros: Pol Moreno pudo comprobar cómo rasca el de Talavera La Real, cuando los dos fueron a un despeje y casi le vuela la cabeza. No podía haber tarjeta -que hubiera sido naranja-, pero por si las moscas, Tienza se quedó también un rato tendido sobre el césped, agarrando el fusil, digo, la pierna.
El ocho comandaría el hostigamiento a los rivales, lanzaba contragolpes y dominaba el juego aéreo en la medular. En ataque, suya sería la segunda línea, y la primera tras pérdida. Cada balón robado era inmediatamente transferido a las bandas, buscando sobre todo a Soko. Quizás no tenga un guante en la bota, pero sí que tiene la portería rival entre ceja y ceja. Justo así fabricaría el primer gol, con un balón imposible para el extremo, que emulando al mejor Gordillo logra devolver al área cuando ya se veía fuera. El propio Fausto remataría con tanta fuerza que, aunque el portero la toca, no puede hacer nada. Un poco más, y le mete también a él adentro. El balón, con un poco de misterio, tras rebotar en la cepa del poste termina entrando.
Aunque el papel de Tienza en el equipo trasciende al propio juego; no sólo parece el encargado de 'marcar' al colegiado, sino que toda la plantilla le arropa; hacia la media hora, una falta sobre él no señalada provoca una airada protesta en el banquillo. Amarilla para Mantilla y otra de propina para Romo, por protestar la anterior.
Pero en el campo sigue mandando Fausto, propiciando los mejores minutos del Racing; omnipresente, arriba y abajo, será el encargado de mover al equipo, marcando los tempos y liderando presión y contragolpes. Su santo y seña: robar y buscar el área rival. ¿Quién dijo que era defensivo?
Poco a poco desquiciaría a los mediocampistas rivales; le saca la amarilla a Moyano -«él me dio primero», parecía quejarse al árbitro-, y achanta al brasileño Bonaldo, que acabará incrustado entre los centrales. Ante un slalom de Mancebo se cruzó y al pasar hasta le dejó un recadito con la mano. La falta, e incluso la tarjeta, sería para el jugador local, que se lamentaría amargamente; la veteranía, obviamente, sigue siendo un grado.
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Aunque lo mejor estaba por llegar: un final en alto. Tienza ya lo había advertido en la previa del partido, aunque entonces, en frío, sonase a bravuconada: en hierba artificial termina mucho menos cansado. Cuando el Dux metió jugadores de refresco, en la primera carrera de Abdulla parecía el hijo del viento, driblando contrarios. Hasta que un jugador de rojo le adelantó como una exhalación. Era Fausto, al que todavía le quedaban piernas, más que de sobra. Para eso, o para recuperar setenta metros y evitar un gol de contragolpe en su mismísima área chica.
Fruto de esa casi insultante superioridad física de Tienza llegaría el el tercer gol de la mañana. Fausto culminaría en banda izquierda una asfixiante presión tras pérdida de todo el equipo; por anticipación robó el balón a veinte metros de portería y su cabalgada en el área la frenó un central con un penalti clamoroso, tarjeta incluida. Broche final a un partido redondo y toda una demostración de fuerza, individual y colectiva.
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Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
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José A. González y Álex Sánchez
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