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El cambio radical de José Alberto
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En apenas cuatro días, el asturiano ha logrado dar otro aire a su equipo. Hace falta que sea duraderoJAVIER MENÉNDEZ LLAMAZARES
Domingo, 18 de diciembre 2022, 01:00
Si José Alberto López definió su estreno en el banquillo verdiblanco como «el debut soñado», casi podríamos hablar de un milagro absolutamente inesperado. ... Y es que más allá de lo evidente -el relevo de técnico, que tampoco es poca cosa-, el Racing que salió ayer victorioso del césped de Cartagonova no tenía mucho que ver con el Racing que la jornada anterior abandonaba los Campos de Sport sumido en una profunda crisis. ¿Cómo es posible semejante metamorfosis, que convertía a un equipo al que no le salía nada en un bloque compacto y casi invulnerable? De la noche al día en menos de una semana.
'Cambio radical' era un programa televisivo en el que los participantes llegaban hechos una piltrafilla y salían como pinceles, después de pasar por chapa y pintura, y hasta dentistas y cirujanos estéticos. Sin embargo, luego abrían el pico y seguían siendo los mismos, con sus virtudes y taras. Y al Racing de José Alberto le ha ocurrido algo parecido.
Después de varios días de apuestas entre el racinguismo, empeñado en adivinar el primer once, José Alberto optaría no ya por una revolución tranquila, sino por el sentido común. Aprovechar lo bueno heredado de Romo, pero reajustar algunos engranajes y poner a su gusto las piezas.
Las primeras sorpresas llegarían en las áreas. Una cantada, la ausencia de Pol Moreno, el único indiscutible para Romo, y otra muy arriesgada: Sekou Gassama, al banquillo. Sorpresa relativa, claro: ambos se conocían, tras su paso por el Málaga, y allí tampoco era su primera opción. Ventajas de debutar fuera, claro, porque se ahorró la controversia ante algunas decisiones, como mantener a un Mboula pitado últimamente en El Sardinero.
Para el acompañante de Íñigo no había demasiadas opciones, pero entre Arturo y Aldasoro optaría por el vasco. Y su primer sello personal: adiós a la defensa de cuatro centrales y a jugar con laterales específicos.
Desde luego, no llega a revolución, pero si al «compromiso, esfuerzo, rigor y disciplina táctica» que ya tenían los tripulantes de la Romoneta se les suma un poco de descaro y desparpajo y se les recoloca unos cuantos metros más adelante, de repente todo podría cambiar. Y vaya si lo haría.
José Alberto llegó al banquillo 'arreglao' pero informal: traje azul, camiseta y deportivas blancas. Con gesto tranquilo y formas distendidas, pero la procesión iba por dentro. De hecho, acabó el partido con ronquera. Y eso que fue todo bien...
Sobre todo, cuando su estrategia de presionar la salida del balón -lo que explicaba que el ariete fuera Matheus- dio sus frutos, con robo y gol del más inesperado, un Íñigo Vicente mucho más activo que de costumbre.
Sin embargo, más allá del cambio de cromos y un par de retoques en el dibujo, el equipo no había sido muy distinto... Salvo en su actitud. Como si se hubieran borrado de un plumazo las dudas y la tensión que les atenazaban.
Pero pronto se vería que José Alberto no es Romo: tras adelantarse en el marcador, no hubo paso atrás. Y es que, aunque en algunas ocasiones se vería obligado a defender hasta con nueve verdiblancos en su área, el equipo siguió buscando la portería rival con ahínco; de hecho, hasta los últimos minutos continuó presionando al Cartagena en su propia área.
Aún así, la orden parecía clara: presionar lo más arriba posible. Esa política de que cuanto más lejos esté el balón de la portería propia, mejor. Cuando nota que Matheus baja el ritmo, le cambia por un Gassama al que tenía calentando desde el descanso.
Según iban cayendo los goles, ante un rival sorprendido e incapaz de reaccionar, José Alberto parecía casi tranquilo, con las manos en los bolsillos. Aunque la tensión se adivinaba en su gesto concentrado. En cómo se agachaba un poco para seguir las jugadas. Y es que es de los que tienen el índice cargado para indicar los movimientos al equipo, los famosos automatismos. Cómo salir tras rechace, cuándo bascular... Luego, cada vez que el juego se detiene, busca a Pablo Álvarez en el banquillo y comenta cada acción.
Cuando Mboula y Aldasoro marcan, su decisión se reafirma. Con el partido finiquitado, sienta a Pombo y empieza el carrusel de oportunidades: dará a Peque un cuarto de hora más el descuento. Marco Camus, Alfon y Arturo Molina también tendrán minutos.
Al final, hasta en la decisión más obvia, la continuidad bajo palos, acertaría, con una actuación impecable de Miquel Parera. Como en la alineación de Germán en el centro de la defensa, que abandonaba el ostracismo y dejaría en el olvido las críticas de hace unos meses.
Así, no es de extrañar que la satisfacción del nuevo míster, que tras solo cuatro sesiones había conseguido cambiar la cara al equipo. Daba por bueno de esa manera el discurso de una afición que le veía mucho más potencial que rendimiento, como si aplicara ese principio del neoliberalismo que asegura que lo más importante es cómo gestionas los recursos. De momento, de manera sobresaliente. Ahora, como canta Leiva, «cuidado con las expectativas».
Nuevo entrenador, victoria segura. Y se cumplió. Que en el fútbol el estado anímico es esencial, no sé si es un tópico o algo más, pero la realidad es que un Racing animado y no depresivo, alegre y con fe, ganó y goleó cuando hasta ayer no metía goles ni al arco iris. Los cambios, destacando a Saúl por lo que hizo y porque Vicente mejora así, la presión alta que tanto hemos pedido y el compromiso de todos acabó desembocando en una victoria amplia. Si es efecto gaseosa o si es cambio de tendencia lo veremos, pero que esto es oro molido y que podemos ser el Racing de los buenos partidos con Romo se ha demostrado en Cartagonova.
Ante la amenaza del fantasma del descenso, el nuevo líder de un Racing rebelde, José Alberto, decidió ayer cambiar el destino del equipo. Puso la defensa al amparo de un antiguo maestro, Germán Sánchez, y apostó por contraatacar ante la adversidad oscura de una racha perdedora. Mboula, Vicente y Aldasoro dieron tres estocadas mortales al Cartagena para sentar las bases del retorno de nuestro Racing a la tranquilidad. Pero el futuro siempre está en movimiento, por lo que habrá que seguir caminando por el cielo de esta segunda categoría, recordando quienes fuimos hace mucho tiempo, en una división muy, muy lejana…
Agresivo, con llegada, tres goles en un partido contra un equipo que está luchando por entrar en play off. Ahora vienen a la mente los fantasmas del pasado y los puntos que se perdieron contra rivales de tu Liga. Esto es lo que necesitaba el equipo, que se le vea renovado, un lavado de cara, y con los jugadores con las orejas bien pinadas. Parece que José Alberto se ha hecho con el control del barco, y esperemos que no sea un simple espejismo, que en Linares consigan el pase de ronda, y que los jugadores se vayan a comer el turrón con la moral alta, para que puedan seguir compitiendo como contra el Cartagena. Con este juego, y este resultado, el racinguismo tiene a qué agarrarse.
El nuevo entrenador o la soga que comenzaba a enrojecer el gaznate... La cosa es que el Racing ganó ayer con solvencia, argumentos, sin ayuda de los goles en propia puerta y con un árbitro tan ecuánime como apretado en su indumentaria. El recién aterrizado en Santander, José Alberto –es un técnico asturiano, no un actor mexicano– parece que ha dado en la tecla en algunos aspectos, en especial en lo que a la táctica se refiere y también, y quizás lo más importante, en conseguir un once inicial que parece que tras la victoria ante el Cartagena tiene visos de continuidad. Habrá que esperar, por si la soga sigue en el cuello, ahora tan solo rozando la piel, a lo que veamos el jueves en Linares.
La Liga no espera mientras uno purga sus penas. Ni dinámicas ni procesos de adaptación. Había urgencias: terminar con la mala racha y lograr confianza. El once ya anunciaba cambios importantes, pero la disposición fue muy diferente, con un Racing muy valiente, presionando arriba y buscando el error. Así llegó el primer gol, que dio confianza y desquició al rival, pendiente más del árbitro y de un ambiente enrarecido por viejas cuitas del pasado. El Racing siguió y fue, además, inteligente manejando el partido. En cuatro días el míster no puede cambiar esto, pero la propuesta y los cambios de ayer son suyos. Sacar lo máximo a una plantilla que puede lograr el objetivo es su labor. Que siga.
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