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Ser sufringuista nunca ha sido fácil. Un camino con más espinas que rosas, un eterno viacrucis hacia la salvación, que nunca es eterna, y que solo en algunas ocasiones se convierte en escalera, hacia los cielos del ascenso.
Lo malo es que esta pasión incontrolable ... últimamente exige todavía más sacrificios. En concreto, desde que la vorágine de los horarios pensados para la televisión te obliga a planificar tu agenda del fin semana en función de cuándo se le haya ocurrido a la Liga programar el partido del Racing.
Qué fácil era antes, cuando simplemente ibas a los Campos cada dos domingos, en plan lorquiano: a las cinco, a las cinco en punto de la tarde. Buenas costumbres, vamos. Ahora, sin embargo, no hay jornada en la que el horario del partido no te descabale algún plan. Pero claro, si hay algo sagrado, eso es el Racing. Sacrosanto.
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Ayer, sin ir más lejos, tocaba renuncia. Y es que solo se le ocurre a Marky Ramone venir a dar un concierto a Santander justo, justo, a la misma hora que jugaba el Racing. ¿Se puede ser más inoportuno?
A ver, que ya lo decía aquel gran sabio, Machín: se puede tener dos amores a la vez «y no estar loco». O incluso estar loco, qué demonios. Loquísimo por los dos. Uno, cómo no, es el Racing. El otro, 'los' Ramones. Sí, sí: esos de las camisetas. Por cierto, para los que las han comprado en Primark y no los han escuchado nunca: Ramones eran un grupo de rock. Bueno, de una cosa que se llamaba punk. Solo queda vivo uno, o medio, Marky, que ahora gira por el mundo tocando sus 'grites jits' con músicos de estudio, como si fueran una banda tributo con pelucones, pero con un miembro original.
Total, que tocaba renuncia. No ha lugar al 'a quién quieres más'. Porque uno es muy de Ramones, pero el viernes tocaba ponerse otra camiseta. Y bufanda. Verdiblanca, claro. Que seguro que en el concierto de Escenario Santander habría casi tantas camisetas del Racing como del grupo. Empezando por forofos punkis como Johnny Santamaría y acabando por el jefe de sala, que Javi Palacios que seguro que escuchaba a Marky por un oído y por el otro la retransmisión desde Andorra.
El consuelo, si acaso, es que este año el Racing es puro rock & roll. Hay días que incluso es 'Blitkrieg bop', guerra relámpago, la canción por antonomasia de los Ramones. Y a poco que tengan el día, en la grada montan más pogos –esos bailes y saltos enloquecidos– que en las pistas de los conciertos.
Lo malo fue que en Andorra hacía cero grados; ni frío ni calor. Así que el Racing, por mucho que el recuperado Íñigo empujara no salió rockero, sino en plan balada. Tanto, que se empezaron adelantando los locales. Lo de siempre, vamos.
Aunque esta vez podría haber sido todavía peor, cuando tras el descanso no se podía reanudar el encuentro porque no aparecía la camiseta de Lago Junior. ¿Se habría traído la de los Ramones en vez de la verdiblanca? Falsa alarma: una carrerita del utillero hasta el vestuario y todo arreglado.
Así que, ante todo, mucha calma: si nos hacen gol, seguimos atacando y hacemos dos. O incluso tres, aunque luego el VAR solo nos conceda uno. Pero esa es la filosofía de José Alberto, puro rock and roll. Y con todo el grupo enchufado, en plan concierto eléctrico. Vamos, que igual sí que debajo del equipaje del club llevaban su camiseta rockera. De rock duro. Y ya veremos si llegamos o no a la fase de ascenso, pero este año nos están haciendo disfrutar a lo grande.
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