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JAVIER MENÉNDEZ LLAMAZARES
Lunes, 16 de mayo 2022, 07:07
En la despedida ante su afición, Pablo Torre saltó a los Campos de Sport con semblante serio; con ese gesto de quien tiene bien aprendido que el protagonismo y el éxito no solo tienen la cara amable de la popularidad, sino que también conllevan una especial responsabilidad. Y, aunque se marche con el ascenso debajo del brazo, parecía dispuesto a cerrar su etapa en el Racing de la mejor manera posible.
Las circunstancias, no obstante, no iban a ser las más propicias: su equipo no se jugaba más que la honrilla -ya bastante maltrecha desde la pasada semana, y ni siquiera la pequeña revancha por el tres a cero de la primera vuelta sería suficiente motivación.
Así las cosas, durante muchos minutos se vio a Torre levantar los brazos, marcar las jugadas, indicar el mejor pase... Pero sin grandes resultados. Y, aunque nunca falta algún detalle exquisito, sea en controles, pases o recortes, poco a poco parecía apagarse también su propia ambición. De hecho, en muy pocos partidos se le había visto combinar tan a menudo con los centrales.
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Y es que la primera ocasión, o al menos algo parecido, no le llegaría hasta bien entrada la segunda parte, y ya con savia nueva sobre el césped, un canterano como Camus, con hambre. Hacia el minuto cincuenta y cinco, cuando Soko probó a cambiar el balón de banda a banda y Camus lo cazó en escorzo en el pico del área, para lanzar desde la izquierda un centro chut al área chica. Torre saltó, buscándolo con la cabeza. Imposible: tendría que conformarse con seguir su trayectoria.
Deberían pasar casi diez minutos más para que el mediapunta pudiera realmente mirar a portería. Una carrera de Soko -nada que ver con las galopadas de costumbre, excepto algún arranque en la primera parte- por la banda derecha la culminó con un pase atrás de manual hacia la frontal. Torre, en carrera, la quiso poner en el palo corto. Pero le salió algo centrada, justo hacia donde estaba el portero. Un 'casi' que puso el ¡huy! en la grada de un Sardinero tan deseoso de festejar un gol de su estrella.
Claro que la verdadera locura podría haberse desatado de haber convertido un intento de gol olímpico que se escapó a muy pocos centímetros del larguero. Ese sí habría sido un broche de oro, aunque pocos adornos le hacían falta a una temporada que no solo ha supuesto su consagración como futbolista, a una edad tan temprana, sino el regalo a la afición del regreso a las ligas profesionales.
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Así que, cuando Romo decidió cambiarle, por primera vez no hubo protestas, sino una ovación unánime. Torre respondía también con palmas a la salva de aplausos, con emoción contenida. Se va por la puerta grande, con despedida de gala para un futbolista con cuyo regreso soñará a partir de ahora el racinguismo, que apenas ha tenido tiempo para disfrutar de su nuevo ídolo. Aunque, eso sí, tiene por delante toda la vida para recordarle, porque en apenas dos temporadas ha marcado la historia reciente de su Racing.
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Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
José A. González y Álex Sánchez
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