En Cartagena, como en casa

Pues decía José Alberto que Rubén Alves estaba en perfectas condiciones pero, o no lo estaba tanto y decidió reservarle, o quiso premiar con una titularidad más a Álvaro Mantilla, esta vez en el eje de la zaga. Así, a la derecha se abrió un hueco para Dani Fernández. Y el resto del equipo fue el mismo que salió de inicio ante el Sporting, incluido Íñigo Sainz-Maza en el doble pivote, pese al regreso tras sanción de Aldasoro.

El árbitro no se rayó demasiado al ver las equipaciones de ambos equipos. Permitió jugar a Cartagena y Racing con sus respectivas camisetas de franjas verticales. Negras y blancas unos; verdes y blancas los otros. Dos minutos estuvo el equipo cántabro manejando entre centrales ante una presión de adorno del cuadro murciano. En la primera incursión verdiblanca en campo rival, Arana tuvo la primera. Un intento raso del canario lo sacó Marc Martínez para evitar el tanto.

Quizá sabedor de las urgencias, necesidades y nervios locales, el equipo de José Alberto le cedió los bártulos a los contrincantes. Un cabezazo defectuoso de Ortuño y un disparo aún peor de Umaro hacían sentir que no había que temer. Pero el Racing recibió de su propia medicina. ¿Recuerdan el primer gol de la era del técnico asturiano, en este mismo escenario?. Pues lo mismo pero al revés. Un comprometedor pase horizontal de Saúl García en zona defensiva precipitó la pérdida de Íñigo Vicente y el Cartagena aprovechó la dádiva para ponerse por delante. El balón acabó en los pies de Luis Muñoz, dentro del área, para batir con acierto a Ezkieta.

El tanto no hizo espabilar a los cántabros. Más bien lo contrario. Le dieron oxígeno y confianza a los murcianos. Y Luis Muñoz, tras ganar la espalda a la defensa verdiblanca, cabeceó a las manos del portero navarro. Debió ser por algún grito de José Alberto, pero al asistente de banquillos se le estropeó el pinganillo. Un tiro duro de Calero obligó a Ezkieta a despejar de puños.

El Racing lo intentó con timidez por medio de Grenier. El francés, con una buena maniobra, un tiki-taka, un por aquí por allá, a gauche, a droite, salió de la presión de dos rivales, y el galo disparó. Pero demasiado flojo y al centro. Pidió una posible falta que el colegiado no consideró como tal.

Ahora, ya sí, el Cartagena se puso la vestimenta habitual de los equipos de Julián Calero. De bloque pétreo atrás. Al fin y al cabo, la victoria momentánea le daba todo el sentido a la estrategia. Pero sólo era un disfraz. Dani Fernández, con un pase fantástico, le quitó la careta a su rival. Con una rosca genial, dejó en ropa interior a Fontán y a Andrés Martín solo ante el meta. De primeras, el sevillano la enchufó. Tras superar a los Matheus Aiás y Sekou Gassama de la pasada temporada, igualó también a Roko Baturina.

El Racing había aprendido la lección, pero poco. Un centro al área verdiblanca desde la izquierda le cayó en el segundo palo a Ortuño. Porque la pegó con el exterior. Si la volea la culmina con el empeine, el equipo cántabro estaría otra vez por detrás en el marcador.

El conjunto cántabro sacó el libro de recetas. Como intentando vengarse del tanto murciano. Peque, en segada, le arrebató el balón al remolón Musto en la frontal del área. La pelota le cayó a Arana, quien, perseguido por partida doble, tuvo que sacar un remate rápido. Optó por colocarla con el interior. Y Marc Martínez, ágil abajo, sacó a córner.

No estuvo tan fino el exportero del Racing B en la siguiente acción. Despejó hacia el centro un disparo de Íñigo Vicente y Peque, en su intento de remate, fue derribado por Alcalá. El colegiado no dudó. El propio mediapunta catalán agarró la pelota, la colocó en el punto de los once metros y la ajustó al milímetro junto al poste. Bien, porque el arquero se tiró casi con éxito.

El Cartagena había entrado en modo autodestrucción y el Racing se vino arriba. Olió sangre. Y cómo le gusta ese aroma a este equipo. Tuvo otras dos antes del descanso. Un gran pase de Íñigo Vicente dejó a Andrés Martín cerca de la portería, pero, forzado, el andaluz no acertó a marcar. Lo intentó otra vez el extremo diestro. Le tiró un caño a Narváez y, desde lejos, la pegó con la zurda. Otra vez trabajo para Marc Martínez.

Era el momento de sentenciar. De darle la estocada al enemigo. Sin embargo, pasó todo lo contrario. Córner a favor del Cartagena. El rechace la cae a Luis Muñoz, que regatea y pega raso. La toca Ezkieta con el pie y el balón se va al travesaño. Al final, pelota para Ortuño, que la pega con rabia para volver a poner el empate. Al descanso, tras ir por detrás, igualado, por delante y de nuevo en igualdad.

José Alberto retiró al amonestado Íñigo Sainz-Maza para dar entrada a Aldasoro. La primera opción fue de nuevo para los murcianos, en un balón colgado al segundo palo que Ortuño no acertó a cabecear hacia la portería. Pero más clara aún fue la de Peque poco después. El catalán, con una gran maniobra, se deshizo de su par en el vértice del área y sacó un duro tiro que buscaba la escuadra. Marc Martínez, acertado, desbarató el intento de golazo.

El arbitraje iba a tener su cuota de protagonismo, por desgracia para el Racing. Peque andaba desatado. Le hizo la tres-cuatro a Calero y el zaguero tocó la pierna izquierda del atacante verdiblanco, que cayó en el área. Cid Camacho pasó de pitar nada y en Las Rozas debían andar en el rato del café. El VAR, ni entró a valorar. El caso es que, por unas cosas o por otras, el conjunto verdiblanco no era capaz de tumbar a un Cartagena que, si bien noble, hacía grandes esfuerzos por mantenerse en pie. Así que José Alberto llamó a Ekain. Arana fue el sustituido.

Volvamos a donde estábamos antes. Peque estaba crecido. Grande. Tanto, que en su tarde fantástica ya le dio por marcar hasta de cabeza. Un centro de Saúl tocó el cuerpo de Calero y el catalán, solo dentro del área, con su talla pequeña, se elevó para mandar de testa el balón al fondo de las mallas. Aún así, estuvo a punto el Racing de liarla de nuevo. El Cartagena volvió a marcar. Pero, por fortuna, la falta previa de Luis Muñoz sobre Mantilla dejó el eléctronico con ese rico 2-3 favorable a los verdiblancos.

Esto ya no se podía escapar. Vaya triple ocasión se quedó sin aprovechar. Otra vez Peque. De nuevo le sacó los colores a la defensa y su volea se estrelló contra el poste. Sonó igual que el seguido disparo de Aldasoro, que se marchó a la cepa contraria. El último tiro, el de Ekain, se fue cerquita del travesaño.

Más allá de lo entretenido del encuentro, ambas defensas no estaban para dar ejemplo. El Cartagena, con lo poco que tenía además de las ganas, volvía a llevar peligro. Mantilla tuvo que obstaculizar un lanzamiento que se marchaba hacia la meta de Ezkieta. El míster movió el banquillo. Iván Morante y Marco Sangalli sustituyeron a Grenier y al espectacular peque. Vaya descubrimiento de Guillermo Fernández Romo.

El cambio era una clara declaración de intenciones. De guardar. Olía a que el último en salir sería Pol Moreno. O Rubén Alves. Ahí, en el centro de la zaga. Mientras tanto, el Cartagena, obligado, tomó el mando. Ortuño, tras empujar a Mantilla, cabeceó por encima del travesaño. Y sí, en el minuto 83, efectivamente, salió Pol Moreno. Por Íñigo Vicente.

El resto del encuentro fue un monólogo del frustrado Cartagena. Un tiempo en el que incluso Ekain estuvo a punto de alcanzar el cuarto. Y con Marc Martínez al remate a la salida de un córner, Andrés Martínez disparó desde Aguadulce un balón que, rasito, se fue alejando de la portería vacía. El posible empate estuvo en la última acción. Pedro Alcalá, de cabeza en el segundo poste, estuvo a punto de mandarlo todo al garete. Si el cuadro blanquinegro no fuese perro flaco, ese gol habría entrado. Pero el Racing resistió el acoso, porque tampoco fue un asedio, para llevarse los tres puntos para casa. Sí, llevárselos para casa, una sentencia que últimamente no era habitual.