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«Tengo hambre de títulos, corro como el que más. Siempre meto la pierna, sólo pienso en ganar. Elígeme. Elígeme a mí, elígeme a mí». La letra de la canción de Francisco Nixon podría ser el rezo de cabecera de cualquiera de los chavales que ... aguardan una oportunidad y persiguen el sueño de convertirse en futbolistas profesionales. Chicos que sueñan con calentar en la banda, quitarse el peto y enfundarse por primera vez en su vida la camiseta del primer equipo en un partido oficial. Una sensación inigualable. «Fue una emoción maravillosa, porque todo niño de Cantabria es lo que desea, poder jugar en El Sardinero. Y no te das cuenta de lo que es hasta que estás en el prao», reconoce Marcos Bustillo (Santander, 2001). Es uno de los cuatro cántabros que ya lo ha conseguido y ha debutado este curso con el Racing de Guillermo Fernández Romo. Los otros tres son Mario Jorrín, Simón Luca y Yeray Cabanzón
Bustillo llegó sin hacer mucho ruido, invitado a la pretemporada con el primer equipo, buscando un hueco que parecía imposible. Pero lo logró. Debutó en el primer partido de Liga ante el Tudelano y recuerda esa tarde de domingo con todo detalle. Confiesa que asomarse al césped de El Sardinero es casi como mirar abajo desde un décimo piso. No es que dé miedo, pero no se puede evitar el vértigo. «El momento de debutar fue una sensación espectacular. No tiene nada que ver con verlo desde la grada. Desde arriba te parece pequeño y cuando estás abajo lo ves enorme». Aunque también aclara que eso es solo un instante, porque «cuando llevas tantos años jugando al fútbol tocas la primera bola y luego ya se te quitan los nervios», comenta con un sonrisa.
El centrocampista, que fue el primero de los cántabros en debutar esta temporada, siguió el consejo que le dio Romo cuando le anunció que iba a tener sus primeros minutos ante el Tudelano. «Me dijo que fuese yo mismo, que no intentase demostrar en poco tiempo, que es cuando peor te salen las cosas». Y al buen sabor de boca de estrenarse en casa, Bustillo le añadió la satisfacción de que el Racing se llevase ese día los tres puntos.
Simón Luca
Lateral izquierdo
Sus referentes los tiene claros. Se mira en el espejo de los grandes. «Desde pequeño siempre ha sido Xabi Alonso, y hay también grandes jugadores como Modric, Kroos, Xavi, Iniesta... coges un poco de todo», explica el santanderino, que además cursa ingeniería industrial en la Universidad Europea del Atlántico. «Estoy en el tercer curso. Lo compagino porque en mi casa los estudios siempre han sido lo primero», explica. No quiere descuidar ninguna de las dos facetas. Y menos en su año de regreso al Racing para jugar en el Rayo Cantabria, que es donde se ha asentado. «Yo ya estuve en las secciones inferiores del Racing, en el cadete B cuatro años. Venía del Bezana, luego pasé dos años en División de Honor en el Bansander y de ahí al Tropezón, de Tercera, donde conseguí el ascenso a Segunda RFEF, y este año me volví a unir al Racing», enumera de carrerilla para explicar su trayectoria. Ahora, a caballo entre el Rayo y el primer equipo, está feliz. «Al final lo importante es tener minutos», dice con convicción.
Yeray Cabanzón
Centrocampista
Y de eso de trata. Bien lo sabe Simón Luca (Cicero, 1999), que disfruta de ellos y crece a pasos agigantados. Y además en el lateral izquierdo, lo que en el Racing es casi una proeza. El puesto parece maldito. La sequía en el carril zurdo ha castigado a los verdiblancos en los últimos tiempos. Parecía que Isma López estaba abocado a romper ese maleficio tras su llegada el pasado curso, pero el navarro no cuenta para Romo y Simón le ha tomado la delantera por derecho propio. Algo que el de Cicero no se esperaba. «No, que va, no me lo podía imaginar. Isma es un jugador muy bueno que puede cumplir perfectamente en esta posición. Sabemos todos de dónde viene y es muy difícil llegar a lo que ha llegado él, por eso, a priori es muy difícil partir con la titularidad», comenta modesto. Sin embargo lo ha conseguido.
Marcos Bustillo
Centrocampista
Y el día de su debut es un recuerdo que atesora celosamente. Recuerda el día, la fecha, la hora y si le apuran, hasta la dirección en la que soplaba el viento. «Fue un viernes a las 19.00 de la tarde contra el Bilbao Athletic. Estaba bastante tranquilo y a gusto en el campo, pero esos nervios de los primeros partidos con el Racing, con toda la gente animando... Sí hay tensión».
El debut y la titularidad le llegaron a Simón tras pasar una época complicada por las lesiones. En enero tuvo que ser operado de una fractura en el quinto metatarsiano del pie derecho, una lesión que ya había sufrido antes, dos veces en el Laredo para más señas. Pero se recompuso y su espíritu peleón hizo el resto. «Vengo de un año y medio duro, de pasar tres veces la misma lesión y cuando te pasa eso ves todo más difícil, ves todo más negro, pero hay que seguir trabajando y luchando día a día para volver a jugar», asegura. Lo logró, y eso que pisar los Campos de Sport era algo que no se atrevía ni a soñar. «Nunca me había imaginado jugar en El Sardinero. Había venido a muchos partidos de pequeño y siempre lo había visto desde fuera, pero no llegaba a imaginar que iba a poder jugar yo aquí, con la camiseta del Racing», revela Simón, que no quiere ni oír hablar de echar el freno. Ahora mismo se ve «bien físicamente, en forma, y creo que estoy pasando por el mejor momento de los años que llevo jugando. Estoy muy contento de poder ayudar al equipo y espero seguir así».
Mario Jorrín
Lateral derecho
El lateral, que empezó a dar patadas a un balón en Cicero, en el equipo de fútbol sala, nunca antes había estado en una cantera. «El año pasado es la primera vez que llegué a una». Había pasado, eso sí, por el Bansander, el Colindres, y los últimos dos años por el Laredo. «El cambio al venir aquí, muy bien. Me adapté rápido. Me ha tocado, por suerte, dos años en que los vestuarios han sido muy buenos. La gente te lo hace todo mucho más fácil y eso es de agradecer».
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Mario Jorrín (Cabezón de la Sal, 2002), en cambio, se ha criado futbolísticamente al calor de La Albericia. Es uno de los brotes verdes a los que Romo ha sabido sacar partido. De esos que entran en las categorías inferiores del Racing con muy pocos años y un día se ven jugando en el primer equipo. Debutó contra el DUX en la quinta jornada y con el fantasma de los nervios acechando. «Cuando salí a calentar no, pero cuando me llamó sí que hubo un momento que me puse muy nervioso, pero me relajé y salí a jugar», recuerda. Y eso que no se lo esperaba. «Fue algo que me sorprendió para bien, porque con el fichaje de Medina y la gran temporada pasada de Ceballos, pensé que era algo muy complicado». Pero manejó la situación con la facilidad con la que un empleado de Correos timbrea sobres y decidió poner en práctica el consejo que le habían dado sus compañeros y también el míster. «Me dijeron que lo hiciese como sabía, que saliese a disfrutar de estos minutos». Y eso hizo, apoyado por su familia que le observaba desde la grada. No se lo podían perder. «Estaban muy contentos porque han vivido conmigo todo el proceso de llegar hasta aquí».
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Lo de Yeray Cabanzón (Isla, 2003) fue casi llegar y besar el santo. El centrocampista del Rayo apenas había entrenado una semana con el primer equipo y cuando quiso pestañear ya estaba frente al Arenas disputando la Copa. «Cuando Romo me hizo debutar me sorprendió bastante. Pero me dijo que lo estaba haciendo muy bien y que tenía la posibilidad, que estuviera preparado y 'palante'». Recortes, precisión y arremetidas confirmaron que había un jugador con perspectivas. No se arredró al pisar el césped de El Sardinero. «Es diferente a como lo ves. Es bonito, pero también hay presión», cuenta, mientras sueña en voz alta con repetir. «Ojalá me vuelva a llamar. Yo estoy trabajando para eso, para estar ahí».
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