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Apenas siete partidos han servido para contrastar que el Racing es, de largo, el equipo más fuerte de su grupo. Con las máquinas todavía sin engrasar, aunque acercándose a la velocidad de crucero, los de Ania muestran hechuras de campeón, cerrando a cal y canto ... su propia portería y aprovechándose de las virtudes ofensivas de una plantilla que posee pólvora y calidad para hacer daño a cualquier rival en cualquier instante. A estas alturas y con los números en la mano, sólo el virtuoso filial del Athletic de Bilbao es capaz de aguantar a duras penas el ritmo marcado por los cántabros. El arranque es tan prometedor y todo es tan idílico que quien más quien menos tiene la sensación de que el máximo rival del Racing es el propio conjunto cántabro y que los errores propios más que los aciertos ajenos son los únicos que pueden apartar al equipo de celebrar el ascenso en el balcón del Ayuntamiento cuando llegue el mes de junio.

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