![Crispi y el temor a la lluvia](https://s2.ppllstatics.com/eldiariomontanes/www/multimedia/2024/12/14/100714770-ktHC--1200x840@Diario%20Montanes.jpg)
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Adaptarse a nuevos y rápidos cambios climáticos es el destino de la humanidad. Habrá quienes tengan más facilidad para hacerlo, pero desde luego esos no serán los onubenses que deciden venir a Cantabria a jugar al fútbol y enfrentarse con la lluvia y el barro ... de los campos de los años sesenta.
Le ocurrió a Manolo Chinchón, que cuando vino a Santander en 1967 desde su Huelva natal estuvo tentado de desertar para regresar a su tierra de sol por tanta lluvia como caía día tras día. Pero unos años antes ya se temía lo peor Francisco Guerrero Cruz (Crispi), jugador del Racing entre 1959 y 1963, nacido en la localidad de Aljaraque (Huelva).
Crispi pasó sus primeros años viviendo con su familia de modestos labradores en este pueblo hasta que, con 11 años, marchó a Huelva con su madre viuda y sus cinco hermanos. En las calles de Aljaraque había dado sus primeras patadas al balón con otros niños, pero fue en Huelva, durante sus estudios en la Escuela Politécnica, cuando se incorporó al equipo del barrio donde estaba este centro educativo de asilo social, el barrio de Villaplana. Enseguida se fijaron en él los técnicos del Recreativo para potenciar su equipo juvenil y en 1953 dio el salto al primer equipo participando en el ascenso a Segunda División del conjunto andaluz en 1957.
En el verano de 1959 iba a fichar por el Español, pero en su camino hacia Barcelona se encontró con el representante Luis Guijarro, que convenció a Crispi para venir a Santander. Aunque el agente aseguraba que el club montañés se había reforzado para subir a Primera División con adquisiciones como la de Sampedro o Montejano, Crispi no aceptó al principio al pensar en el frío y en la humedad del norte de España con los campos embarrados y, aunque finalmente aceptó, lo cierto es que le costaría adaptarse y a los tres meses ya quería regresar a su tierra.
En aquella adaptación no dudamos que contribuyó Manoli Agüero, que sería su esposa y madre de sus hijos, José Ramón, Ricardo y Francisco Javier, y también porque su fichaje racinguista dio los frutos apetecidos al lograr el ascenso en su primera temporada.
Crispi debutó en el Racing el 4 de octubre de 1959 al formar parte de la alineación que derrotó al Real Avilés por 4-0 en los Campos de Sport. El entrenador Louis Hon alineó a Larraz; Crispi, Santamaría, Trueba; Montejano, Pardo; Zaballa, Raluy, Sampedro, Florit y Elizondo.
Fue un jugador importante para el ascenso de 1960, participando en 15 partidos, y en la siguiente temporada debutaría en Primera en la apertura del campeonato derrotando en los Campos de Sport al Zaragoza (2-1), con goles de Kaszas y Wilson. En la máxima categoría dispuso de más oportunidades para ser titular gracias a su capacidad para desenvolverse en diversas posiciones, tanto como lateral o medio volante, destacando su carácter voluntarioso y la garra y nervio con el que se desplegaba en el campo, algo que siempre gustó a la afición cántabra y que le honraría con la creación de una peña racinguista con su nombre.
En su etapa como jugador mantuvo excelentes recuerdos cuando estuvo en una pensión con Zaballa, Wilson, Abel y Gómez. Tuvo como técnicos en el Racing a Louis Hon, Otto Bumbel, Luis Villalaín y Miguel Gual y jugó 92 partidos oficiales como racinguista, anotando 15 goles.
Tras su etapa en el Racing marchó a La Coruña para jugar en el Deportivo (1963-65). Su primer partido liguero con los gallegos fue en Santander y marcó uno de los dos goles que dieron la victoria a los blanquiazules, con los que logró el ascenso a Primera en 1964. Luego jugaría cedido en el Racing de Ferrol (1964-65), Europa de Barcelona (1965-66) y colgó las botas en el Santoña (1966-67).
Al fijar su residencia en Cantabria de forma definitiva, dispuso de una breve experiencia como entrenador dirigiendo a los equipos del Santoña, Camargo y Vimenor, aunque siempre lo hizo más por compromiso que por vocación, ya que prefirió dedicarse al pequeño negocio de caucho que emprendió hasta su jubilación.
Aquel reparo de Crispi para vivir en un Santander nublado y lluvioso con campos enfangados serviría para inmunizarse del tan temido clima cantábrico, ya que al final se instalaría en la ciudad hasta su muerte, que sucedió el año pasado.
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