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El Racing afrontará a partir del 12 de agosto su cuarta temporada en Segunda División en la última década como 'debutante'. De nuevo partirá como uno de los hermanitos pobres -junto a Albacete, Andorra y Villarreal B- que han dado el salto a la ... categoría y llegan al fútbol profesional con las consabidas estreches.
Pero el Racing parte con la ventaja de ser el más experimentado en algo similar. Tan solo el Albacete puede presumir de acercarse, puesto que lo ha vivido en dos ocasiones -dos ascensos en diez años-. Sus otros dos compañeros no han militado en Segunda en la última década y en el caso del Andorra, lo de este año es histórico puesto que debuta en la categoría.
Para el Racing, lo de jugar en Segunda era algo habitual hasta los años noventa en los que enlazó 19 temporadas en las que únicamente bajó un año al segundo escalón del fútbol español. Y solo fue un mal sueño que duró diez meses. Aquella vez, en los años 2001y 2002, el Racing fue eminentemente competitivo en la categoría, anduvo grogui las cuatro primeras jornadas, pero después, con Quique Setién en el banquillo, el equipo fue candidato al ascenso a diferencia de las últimas tres participaciones en las que deambuló peleando una permanencia que en dos ocasiones se escapó en la última jornada (12-13 y 14-15) y en la otra, la más reciente (20-21) poco más o menos que terminó haciendo el ridículo.
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Marcos Menocal
En el racinguismo ya casi no se recuerda aquel éxito del debutante Setién en el banquillo. Produce nostalgia de tiempos remotos. La historia más reciente es mucho más modesta y sencilla y produce un escozor muy diferente al hormigueo de entonces. Han pasado tantas cosas, que las aspiraciones del club son mucho más modestas.
Por tanto, se espera que a la cuarta sea la vencida. En aquella temporada de infausto recuerdo de los años 2012 y 2013 se consumó el descenso a la Segunda División B por segunda vez en un siglo de historia, que además suponía la segunda caída consecutiva: de Primera a Segunda y de Segunda a Segunda B. El club estaba ya secuestrado por una directiva que no pagaba a sus empleados y la crispación social era enorme. Insostenible. Aún así, el equipo se reforzó con jugadores con experiencia en la categoría y con la juventud de algún valor en alza de La Albericia como Jairo, que con diez goles acabó como el máximo goleador del equipo. Y también con uno de los presupuestos más altos de la categoría.
El equipo firmó un final de temporada desconcertante, pero aún así, llegó con opciones a la última jornada. No sirvió de nada, de hecho se puede decir que descendió dos veces. La primera tras empatar con la Ponferradina en la penúltima jornada y la segunda, tras el descenso administrativo del Guadalajara que le dio una mínima y remota opción de salvación que quedó en nada en la última fecha del campeonato. Ese curso, el Racing empezó con Fabri en el banquillo, más tarde apareció José Aurelio Gay y acabó con Alejandro Menéndez.
Tres entrenadores que no pudieron hacer nada. Cayó por primera vez a puestos de descenso en la jornada 14 y ya no saldría de allí nunca. Ahora bien, en aquel partido ante la Ponferradina (jornada 41) el Racing ganaba 2 a 0 en los Campos de Sport de El Sardinero y rozó la salvación hasta que el conjunto leones le empató sin que se jugase nada. Fue el colmo del despropósito. El descenso al infierno. Jugadores como Quini, goleador en Segunda, o Juanmi, firme promesa que más tarde sería internacional, pasaron con mas pena que gloria. Nada salió bien. Nada.
En medio de un clima prebélico en el club, el Racing asciende a la Primera un año después con Paco Fernández como entrenador, un Koné goleador y un plante en Copa del Rey que conmocionó al mundo.
Y de nuevo a Segunda. Este curso fue en el que realmente el Racing perdió la categoría de un modo cruel. Se agarró a la Segunda División con uñas y dientes. Empezó con un Paco Fernández al que le desbordaron los resultados y al que sustituyó un debutante Pedro Munitis, sin carné para dirigir al que tuvo que auxiliar Javier Pinillos y al que se le escapó la permanencia en el último minuto del último partido. El Racing sumó 44 puntos, uno menos que el Osasuna que se salvó. En la última jornada, los verdiblancos debían ganar al Albacete y que los rojillos no puntuasen ante el Sabadell, que nada tenía que hacer porque ya estaba descendido. El Racing cumplió y ganó 0 a 1, pero en la Nova Creu Alta sucedió algo que aún es difícil de digerir. El Sabadell ganaba 2 a 0 en el minuto 17 de partido y el Racing estaba salvado. De hecho lo estuvo hasta el 89, cuando anotó el segundo de su equipo Javier Flaño -el primero fue en el 77, de Zubiría- y logró con ello que los navarros sumaran un punto y mandasen a Segunda B al conjunto cántabro. Cruel.
1punto separó al Racing de la salvación en los cursos 12-13 y 14-15.
18puntos fue la distancia sobre la permanencia en la temporada 20-21.
Aquella campaña (14-15), el Racing fue el octavo equipo que menos goles recibió. Cayó al descenso en la jornada 17, en la 23 salió, en la 26 volvió a caer, de nuevo vio la luz en la 34, regresó a la zona roja en la 35 y salió en la 40. En la penúltima estaba en la posición de descenso a tres puntos de la permanencia. No fue suficiente su victoria en el Carlos Belmonte ante un Albacete, que curiosidades de la vida acompañará este año al Racing en su regreso al fútbol profesional. Esa temporada el club quedó anestesiado. Nadie esperaba un nuevo paso por el infierno. Hubo que reinventarse. Pedro Munitis aceptó el reto de ascender y en la campaña 2015-16 todo salió bien salvo el final, que fue de nuevo cruel en aquella eliminatoria final ante el Barcelona B.
Y el tercer y más reciente paso por la Segunda División en esta década se recordará como el menos competitivo de la historia y el más sonrojante. También por el de la pandemia y el confinamiento, pero... El club heredó una plantilla veterana, con jugadores de vuelta y que no rindieron a la altura. Fue el del debut de Iván Ania, el entrenador con el que se logró el ascenso en Son Malferit en el verano de 2019, y al que la categoría le superó. Tenía ganas y personalidad, pero no salieron las cosas bien. Su fútbol atrevido y la mala suerte -perdió o dejó escapar 14 puntos en los últimos cinco minutos- le dejaron a siete puntos de la salvación el 6 de marzo de 2020, cuando la Liga se suspendió por el covid.
Regresó con once jornadas por delante para firmar la peor racha e imagen que se le recuerda. Sumó cinco puntos de 33 posibles y acabó a 18 de la salvación, algo que habla por sí solo.
Su último paso por la Segunda es la mejor advertencia que tiene el club y que, por tanto, sirve de referencia para los actuales responsables. Los dueños, Alfredo Pérez y Pedro Ortiz, además lo vivieron de cerca. Los errores que se cometieron al gastarse cantidades enormes de dinero en futbolistas que ya habían dado todo lo que podían dar, sin ambiciones y sin hambre, la decisión de darle plenos poderes a una persona, como fue Chuti Molina en la dirección deportiva, acabó por hipotecar al club y sumirle en una valle de lágrimas del que no pudo salir hasta este año. De hecho, hubo que rescindir contratos con los consiguientes gastos y aún así, de nuevo se volvió a firmar la campaña siguiente en Segunda B (2020-21) un desastre, el mayor de la historia, sin ni tan siquiera clasificarse para el play off de ascenso.
En resumidas cuentas, a nadie le coge por sorpresa que la Segunda División es el reto. Permanecer y consolidarse es la clave del éxito para un club histórico al que los errores deportivos -y de otras índoles- le han dejado tambaleándose más de una vez. Ahora, toca espabilar.
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Como en las temporadas 1974-75 y 1983-84, la campaña 2001-02 el Racing bajó a Segunda y automáticamente ascendió a Primera. Este último hito es el siguiente precedente en la categoría a los tres desastres de la última década. Y es, por otra parte, uno de los éxitos mas sonados de este siglo y la referencia –la última al menos– en la que fijar los ojos para regresar a lo que se desea. El Racing ascendió con un entrenador de casa, Setién, y un capitán de la tierra, José Moratón, que además marcó el gol que consumó el éxito –ante el Atlético de Madrid–. Y sirve también de ejemplo para saber lo que hay que hacer. Se heredó una plantilla con veteranos como Arzeno, Mena, Mazzoni... Que ya habían dado de sí y Setién apostó por los Pablo Sierra, Neru o Moratón.
El club estaba en mejor situación. Los errores que habían llevado al descenso fueron detectados y el ascenso deparó un nuevo proyecto ilusionante, el mayor en mucho tiempo, con Setién en la dirección deportiva, un debutante en Primera en los banquillos, Manolo Preciado, y Nando Yosu de segundo. El racinguismo rezumaba pasión y ganas. Pero... A los tres meses (diciembre de 2002) apareció por La Albericia Dimitri Piterman. Otra vez a empezar.
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