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Qué difícil es ser entrenador. Sobre todo, del Racing. Por mucho que uno intente acertar, siempre se puede torcer algo. Si, por ejemplo, decides reservar a uno de tus centrales titulares, y tienes que elegir entre dos que no se merecen el banquillo, cuando por ... fin escoges uno, y probablemente con la mejor de las motivaciones -Germán estaba a un tarjeta de cumplir ciclo de amarillas, y se rumoreaba que podría forzarla para no jugar en Tenerife-, resulta que precisamente ése es quien va a fallar esa noche. Justo, tu jugador más seguro, en plena segunda, o tercera, juventud. ¿Cuántas vueltas le habrá dado a la decisión esta noche José Alberto? Nadie garantiza que poner a Alves hubiera sido mejor, pero en estos casos el fútbol ficción resulta inevitable.
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Sergio Herrero
Lo que parece tener menos sentido es que tu equipo salte al campo sin Íñigo Vicente. Porque, si esto fuera la NBA, diríamos que Vicente es, hoy por hoy, el jugador franquicia del Racing. No es sólo que todo el juego creativo pase por sus botas, o que se haya destapado como el jugador de la categoría que más balones recupera. No: es que se echa el equipo a la espalda, y este Racing carbura cuando Vicente está inspirado. Si el diez no está enchufado, los verdiblancos -o verdinegros ayer- no funcionan. Pero es que si ni siquiera está en el prado, entonces ya no hay partido.
Sentar a tu máxima figura en el banquillo toda la primera parte se antoja dar demasiada ventaja al rival. Mala idea si te enfrentas a un rival con el que las fuerzas, a priori, estaban tan igualadas. De hecho, en cuanto saltó al campo, el Racing fue otro, y la segunda parte no tuvo nada que ver con la primera. Otro asunto es lo que ocurrió más tarde, pero lo de reservar tiene esas cosas: que lo mismo, de tanto guardar, se te acaba caducando. Y para cuando el de Derio quiso arreglar las cosas, ya era demasiado tarde.
🏟️ Gracias a los 800 racinguistas que nos habéis dado vuestro apoyo hoy en Butarque. Siempre juntos, empujando hacia la misma dirección 🧠💚 #LeganésRacing pic.twitter.com/58Gbo4uYtM
— Real Racing Club (@realracingclub) September 29, 2023
Qué difícil, decíamos, el oficio de entrenador. Porque ya estamos en segundo curso de josealbertología, así que probablemente estaba todo medido y bien medido: el equipo aguantaría en bloque bajo cincuenta minutos, y luego saldría el diez y algún otro refuerzo para sacar petróleo frente a un defensa ya muy trabajada. Un plan impecable, donde si todo va bien has dado descanso a un jugador cuyo fuerte no es precisamente el físico. Pero, como diría Lennon, el fútbol es eso que ocurre sobre el césped mientras tú estás muy ocupado diseñando estrategias en el banquillo.
Además, hay que contar con otras leyes no escritas, pero de mucha aplicación en el deporte. Por un lado, la de Murphy: si algo malo puede pasar... acabará pasando. Como ante el Espanyol, un gol del rival desbarató el plan de partido.
Por otro lado, está la del canterano: no hay peor cuña que la de la propia madera. Porque ayer arrancaron el partido tres cántabros, pero sólo dos vestían de negro: Saúl y Mantilla. El tercero, Dani Raba, lucía el diez en el Leganés. Durante toda la primera parte rondó la portería de Ezkieta, y al final fue quien dio la puntilla al Racing. ¿De verdad este jugador no podría estar en nuestro equipo? ¿Para cuándo una nueva 'cantabrización' del Racing?
Con todo, lo más doloroso para los forofos no fue la derrota, sino que se produjera ante un viejo conocido de la afición, Borja Jiménez. En fin, se ve que ya le tocaba.
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