La defensa del Racing, una cadena de errores

Un par de intervenciones –dos coberturas a Isma en la banda y un pase, algo apurado, a Riki– y Gerson ya parecía en su salsa, ofreciéndose para sacar el balón jugado desde su propia área. Al segundo intento, agua: su triangulación hacia el semicírculo del área acabó en los pies de Higón, que, de haber controlado, podría haber corrido a agradecerle la asistencia al Luxemburgués. Seis minutos, y ya había motivos para la preocupación entre la parroquia verdiblanca. Menos mal que, en el otro área, entre Riki y Pablo Torre mantenían bien lejos a los rivales. Tanto, que se olvidaban de Cedric.

También Gerson quería tocar, aunque fuera en su área. Elegante, bien plantado, su siguiente intervención sería un balón paralelo, que cruzó el área de Lucas de izquierda a derecha, para que Óscar Gil tuviera que despejar, asediado por los atacantes locales. Menos mal que el Racing en ataque era un vendaval, porque el central iba de poco a menos: en el diecisiete, marra al intentar un recorte frente a Joserra, que arma el contraataque. Un minuto después, en un balón aéreo ante Carri –al que saca una cabeza– suelta el brazo. Amarilla y golpe franco. La tarde se estaba complicando para el luxemburgués, que sin embargo parecía empezar a entonarse, con un despeje largo que se convirtió en pase a Cedric, y un par de buenas intervenciones. Desde la banda, Aritz le daba indicaciones, gesticulando. Todo controlado. Incluso, cuando se durmió y Carri le robó la cartera, pero con la mano.

Qué bien se juega con 0-2 a favor. Sin complicarse, o sí, tampoco pasa nada. Sobre todo, con la diferencia abismal que parece haber entre ambos equipos. Hasta que pasa. El primer aviso sería sobre la línea de banda: minuto 30, los blanquiazules presionan pero Gerson se siente bien. Pisa el balón y amaga el driblin. El extremo se la lleva y la jugada acaba en córner. No pasa nada.

La segunda sería mucho peor: saque de banda, junto al área propia. El rival presiona muy arriba. Riki tiene tres alrededor, así que la suelta. Quema. En el punto de penalti está el luxemburgués, que la controla con el interior, para golpearla con la diestra. Pero todo es cuestión de velocidad, porque ya se le ha echado encima Joserra, que mete el pie y el rebote acaba en las mallas de Lucas, que le acaba empujando, no se sabe si como reproche o para sacarle del shock. Uno a dos. Partido nuevo.

A partir de entonces, el central queda desactivado. Desubicado sobre el césped, sólo acierta a despejar balones. Menos mal que en el área rival Xiker también falla, y Cedric aumenta la ventaja. Pero cuando el día se tuerce… En la siguiente jugada, Gerson vuelve a soltar el brazo con Álvaro, y el árbitro le perdona la segunda amarilla. Pero Álvaro no perdona: él mismo cabecea a la escuadra el saque de la falta. ¿Quién había perdido la marca?

Las alarmas todavía se volverían locas una vez más, a un minuto del descanso: Gerson se trastabilló al borde del área, y sólo la buena fe del linier evitó que hiciera la igualada Higón, que corría un metro por detrás de él.

Fuera exceso de confianza, mala fortuna, las consecuencias del confinamiento o una conjunción de todo ello, lo cierto es que a nadie que Solabarrieta decidiera que la segunda parte la jugara Bernardo Matic.