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En La Tasca, en El Sardinero, tuvieron algunos problemas para sintonizar el partido, pero lo solventaron a tiempo. Sane
Un derbi confinado a través de la pantalla

Un derbi confinado a través de la pantalla

Solución ·

Ante la imposibilidad de asistir a San Lorenzo algunos aficionados se reúnen en las terrazas de los bares para ver el choque por la televisión

Leila Bensghaiyar

Santander

Domingo, 22 de noviembre 2020, 07:49

Expectación y bullicio. Eso es lo que se espera en una tarde de fútbol. Y más en una que tiene un derbi como protagonista. Por lo menos así eran las cosas antes de que el covid se colase de sopetón en una fiesta a la que no estaba invitado, como el protagonista de aquella canción de Mecano. Antes de todo eso en los días de partido las gradas rebosaban vida. Los aficionados iban y venían en grupos, con niños, en parejas... Camisetas y bufandas de uno y otro color pintaban los asientos. Alianza de aficiones. Y el murmullo de los saludos con los compañeros de asiento, caras familiares que se repiten cada jornada y que son la prueba de que no hay mejor red social que un estadio. Por no hablar de los gritos: «¡Árbitro, ponte gafas», «¡Que ha sido penalti!», «Amarilla», que se escuchaban proferir a medida que el ruido en las gradas subía de volumen. Y no podía faltar el: «Uuuyyy».... como si el público, predispuesto a disfrutar, entonase un himno.

Pues de todo eso ayer nada. Se convirtió en un recuerdo que mirar por el retrovisor. Al menos no en el San Lorenzo. El estadio pejino tuvo las gradas vacías por obra y gracia del covid y el confinamiento perimetral. Aunque no faltó quien se las ingenió para sortear la prohibición y recurriendo al ingenio logró atisbar algo del encuentro. Algunos aficionados colocaron escaleras sobre los muros y se encaramaron a ellas para convertirlas en su peculiar localidad. Otros pudieron asomarse a los balcones de los edificios contiguos y disfrutar del encuentro desde su platea particular. Pero el grueso de los mortales tuvo que recurrir a los bares de toda la vida, de pueblo o de barrio, esos que se transforman en un estadio cuando suena el pitido inicial de cada encuentro.

La Playuca, en Astillero, donde se reúnen tradicionalmente los miembros de la Peña San José; La Tasca, en El Sardinero; el Navajeda, en Soto de la Marina; y la cafetería Pigalle, en Laredo, tiraron de manual de supervivencia y sacaron los televisores a la calle para que sus parroquianos pudieran ver el partido en las terrazas y disfrutar así del derbi cántabro. Y, aunque con menos encanto, casi con más detalle que en la grada, porque el fútbol a través la pantalla no tiene ya apenas miserias que esconder. Se televisa hasta el último metro cuadrado de terreno. Lo que no cambia es el brillo que arranca de los ojos de sus seguidores cuando ven a su club favorito sobre el campo.

«Nos reunimos en el bar La Playuca, en Astillero, que es nuestra sede. Estamos pasando un frío...»

Daniel Méndez, Presidente de la peña San José 1913

Eso mismo pasaba en la terraza de La Playuca. Luchando contra el termómetro a base de abrigos, cuellos subidos y espirituosas, pero fieles al verde y blanco, más de 20 racinguistas se congregaron para disfrutar del derbi. «Estamos pasando un frío...», comentaba Daniel Méndez, presidente de la peña San José 1913. Ya se sabe, aunque llueva o sople sur. Pero a medida que iban pasando los minutos el ambiente se calentaba sin necesidad de estufas. «El Racing no juega nada, el Laredo es superior», «No hemos bajado el balón al suelo, no se ha visto el presupuesto en nada», se mascullaba entre las mesas. «Así complicado, ¡Son muy importantes los puntos!». Hay cosas que nunca cambian, y con público en las gradas o sin él, el sentimiento es el motor de fútbol.

Problemas técnicos

En la Tasca casi se quedan sin verlo. No conseguían sintonizar Footers y se perdieron el primer cuarto de hora del derbi. Tuvieron que llevar un ordenador porque lo estaban intentando con los móviles y nada de nada. Cosas de la tecnología. Mientras tanto los cincuenta aficionados reunidos en el local, la mayoría gente joven, se lo tomaron con filosofía y esperaron con paciencia entre bromas y también algo de cachondeo.

«Nosotros cada uno en su casa. La mayoría hemos contratado Footers para ver este año los partidos»

pedro Cava, Peña Aupa Racing

En el Remigio Sport Tavern, establecimiento racinguista con denominación de origen y que suele ofrecer todos los partidos, ayer se quedaron con las ganas, como ellos mismos cuentan. El toque de queda sin nadie en las calles, como si hubieran arrojado una bomba de neutrones que acaba con las poblaciones, pero respeta los edificios, les ha hecho adelantar el horario de cierre a las 18.00 horas, y las restricciones sanitarias que impone el Covid también se lo impidieron.

Y aunque los bares y el fútbol han forjado su sólida relación durante años, por supuesto también hay quién ha preferido no jugársela y ha apostado por la comodidad del hogar. «Nosotros cada uno en su casa», cuenta Pedro Cava, de la peña Aupa Racing. «La mayoría hemos contratado Footers para ver este año los partidos», explica. Y es que muchos se han decantado por la opción más segura ante el panorama que ha dibujado la pandemia.

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