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La difícil tarea de suplir a Soko
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Arturo debutó como titular con el Racing para dar a la banda derecha unas características diferentes a las que tiene con el camerunésJAVIER MENÉNDEZ LLAMAZARES
Lunes, 14 de febrero 2022, 07:14
Fuera por las rotaciones en una semana de tres partidos, o por el decreciente rendimiento del camerunés, la sorpresa de en el once inicial sería la ausencia de Patrick Soko, que iniciaría el partido en el banquillo para ceder el carril diestro al flamante fichaje invernal Arturo Molina, mediocampista que llegara con la etiqueta de «polivalente», y la vitola de haber pasado por el Castilla.
En el primer balón que tocó Molina, en el minuto 3, dribló a un rival y otro le frenó en falta, en la medular. En su siguiente intervención, mucho más cerca del área, trazó una diagonal y acabó buscando puerta, aunque la rosca le salió hacia afuera y el portero rechazó su disparo, que acabó en córner. ¿Sería suficiente para eclipsar a uno de los favoritos del Sardinero?
Molina busca presencia en el área, cubriendo las espaldas del nueve. Da órdenes a Íñigo, desde la distancia, pidiendo que el juego bascule. Señala marcajes. La pide a Parera en los saques en largo. Pero el que se fija en él es Gorka Pérez, el central rival, que le propina un codazo y, visto que el colegiado no pita, lo remata con un pisotón.
Tras recuperarse, sigue a lo suyo; tiene querencia al medio. Y a recolocarse las medias. Y a darle al pico: habla y habla. Ahora con Pol, que parece pedirle más contundencia en los despejes. A la salida de un córner, Miguel Núñez le hace un placaje, una falta táctica que, aunque fuera en el área chica, merecería mayor castigo.
El primer ataque serio por su banda le coge despistado; es Justo quien hace de extremo, y Molina llega con tan poca fe que el pase que recibe sobre la línea acaba en un centro demasiado pasado, inalcanzable para los rematadores.
Pero enseguida se pone las pilas y comienza una sociedad muy provechosa con Mantilla, que le pone el balón al primer toque. Su centro cruzado lo remata Justo en el área, aunque fácil para el despeje de Gonzalo, el portero rival.
De nuevo desplazado al centro, el central le castiga la tibia en el balcón del área. El público protesta, y él desde el suelo, pero el árbitro sigue al balón.
A la media hora, se cambia con Marco Camus, ahora atacará a pierna cambiada, pero por la izquierda hay demasiado tráfico. Aún así, consigue sacar un par de centros desde línea de fondo, aunque sin demasiada precisión.
En el treinta y seis, buscaría fortuna desde la frontal, para cerrar una larga jugada en la que el Racing llevaría el balón de un lado al otro del área, incapaz de encontrar hueco en una defensa numantina. Su disparo, sin embargo, golpeó de lleno a un rival.
Diez minutos más tarde, volvería a la derecha. Íñigo tardó en verle en un contragolpe y cuando le llegó el balón, Miguel Núñez le golpeó por detrás. «Sigan, sigan», indicó el árbitro, aunque luego acudiría corriendo a comprobar si se encontraba bien. Y ocurrió lo lógico: en el siguiente lance, Molina cazó a Núñez. Un recadito en el tobillo. La amarilla se la llevó el racinguista, aunque la autoría intelectual podría anotarse al colegiado Pastoriza Iglesias.
Nada más arrancar la segunda parte, Soko salió a calentar en la primera tanda. Molina se aplicó en defensa, e inició un contragolpe que frenó en falta Edilson. En una falta cercana al córner, trató de peinar en el primer palo, pero la oposición de Dani Fernández le hizo marrar.
En el cincuenta y cinco, su carrera de cincuenta metros no sirvió de nada: Íñigo, que corría en paralelo, no le vio, para disgusto de la grada. Y de Romo, que mandó llamar a Soko. Molina entonces caracoleó entre tres rivales, pero Josema Gallego lo placó con descaro. Falta, sin tarjeta, y nueva protesta de la grada. Ya con Soko saltando junto al cuarto árbitro, más tibieza de Molina, al que cayó un balón en la frontal y decidió cedérselo, muy en corto, a Pablo Torre.
Vencida la hora de juego, mientras la grada aplaudía a Soko, Molina se retiraba cabeceando; había firmado un partido discreto, y poco más. Desde el banquillo le tocaría oír rugir a los Campos de Sport cuando su sustituto galopaba por la banda.
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