Las prisas llegan demasiado tarde

La máquina tragaperras, mientras te tima, te da unas pseudoventajas para que te entretengas. Así, con una voz insinuante, va y te lo anuncia: 'Avances. 1, 2, 3... Tiri, tiri, tiri'. Al Racing la maquina recreativa del Deportivo le puso tres avances de esos en el marcador. Pero al Racing se le olvidó dar al botón. Pulsó una y, cuando quiso darse cuenta, más allá del minuto 80, ya era demasiado tarde. En Tribuna Este, una gran bandera de Irlanda de unos aficionados procedentes de Ballybrack, barrio de Dublín, con un mensaje. Para el fútbol y para la vida: 'No tengas miedo'. Ni Guillermo Fernández Romo ni los suyos se fijaron en el cartel. El punto restado al equipo gallego, derrotado en Logroño, en la previa del duelo directo y ante un Badajoz honesto pero debilitado por su situación institucional, sabe a poco. A muy poco.

Con el atasco que se ha montado a raíz del aplazamiento del Deportivo-Racing, a Romo le toca estos días administrar cargas y, de paso, poner cara de póquer. Esconder sus cartas. Por esas razones finalmente fue Satrústegui lateral izquierdo y Javi Vázquez se quedó en el banquillo. Eso también propició que Arturo Molina se estrenase como titular en el extremo derecho en detrimento de Soko. Y además, y seguramente para ahorrarle también algún posible reproche a Borja Domínguez, Sergio Marcos salió de la cueva para entrar en el doble pivote.

Para el Racing, a estas alturas, ya no hay partidos rutinarios. Cada punto ganado es un paso adelante y los que se queden en el camino pueden suponer la antesala de una despedida. Pero para el secuestrado Badajoz cada día de vida es buen momento para pedir libertad. Por eso sus futbolistas, técnicos y empleados usaron el primer minuto como protesta. Rodilla al suelo y manos esposadas a la espalda. Entre el aplauso de una parroquia racinguista que sabe perfectamente por lo que están pasando. Experiencias no tan lejanas.

El Racing entró mejor al partido que un Badajoz tan tenso como distraído. Con medio pie en el acelerador, los verdiblancos pisaban el área. Lo de acertar, si eso, para otro rato. Una buena acción de Arturo terminó con un disparo del murciano que repelió con apuros Gonzalo. Poco después, una falta lateral botada con la rosca hacia dentro por Pablo Torre estuvo a punto de embocarla a gol Mantilla en el segundo poste. Prometedor comienzo. El problema es que poco más hubo durante el resto del choque.

El equipo pacense se serenó y ordenó sus ambiciones. Algo que pausó el choque y alejó a los cántabros de la zona de tres cuartos. El Racing tuvo que tirar de paciencia. Mover, mover y mover –eso sí, con la no fluidez de casi siempre– hasta encontrar. Un centro desde la derecha de Arturo Molina lo remató flojo Manu Justo. Gonzalo paró junto al poste.

Romo optó por probar cosas nuevas. Mandó a Arturo Molina a la izquierda y llevó a Marco Camus al extremo diestro. Diez minutos después, visto el resultado, deshizo el cambio. Con el choque ya enfocado hacia el descanso. Y alguno en la platea echando de menos el blanco y las rabas. Porque el partido, de momento, ni con limón ni sin él. Si echan la vista atrás, podrán comprobar que del primer tiempo, tres párrafos. Pasaron muy poquitas cosas.

El Racing que salió del vestuario tras el intermedio no tuvo más intensidad que el que abandonó el terreno de juego quince minutos antes. A esas alturas hacía falta algún argumento más, porque al final el Badajoz tiene futbolistas lo suficientemente peligrosos como para no darle vida. El exverdiblanco Dani Aquino cabeceó, débil, en el área pequeña, a las manos de Parera. La pancarta de Ballybrack y los aficionados irlandeses desaparecieron de la grada. ¿Les espantó el espectáculo? Romo llamó a Jack Harper y Soko –Manu Justo y Arturo Molina fueron los sustituidos– para tratar de remediarlo. Porque hasta a Pablo Torre, que disparó desde la frontal casi sin fuerzas, le faltaba algo de chispa ayer.

Pero para calambre que estuvo a punto de encender el fuego el que salió de las botas de Adilson. Justo en el momento en que la Sociedad Deportiva Logroñés se adelantaba frente al Deportivo –por medio del cántabro Mario Soberón–, un disparo del extremo portugués se lo quitó de encima como pudo Parera y Gorka Santamaría no acertó a rematar de segundas.

La Gradona, animada por el gol en Las Gaunas, apretó con la intención de contagiar a sus futbolistas, pero los gritos no eran suficientes. Así que Romo llamó también a Yeray –en lugar de Camus–, que entró al campo junto a otro canterano de La Albericia, pero con la otra camiseta: David Concha.

Ante la falta de motivaciones dentro del terreno de juego, en el marcador anunciaron, quince minutos después, el gol de la SD Logroñés. A ver si se vuelve a animar la peña. En el ratuco siguiente, lo más emocionante que pasó fueron los más aplausos que pitos a la salida del campo de Dani Aquino, un disparo de Soko que se estrelló en la espalda de un zaguero y la actuación del árbitro –gallego, por cierto, para que lo apunte en su estadística Borja Jiménez–, digno pupilo de Mateu Lahoz y su dejar seguir, que así me equivoco menos.

A Romo y al Racing les entraron las prisas –no muchas tampoco, no se vayan a pensar– más allá del minuto 80. Un poquito tarde, quizá, porque las ya continuas pérdidas de tiempo del Badajoz eran suficientes para dejar morir el partido. Del último cuarto de hora, con el colegiado ya desatado, tal vez se jugaron cuatro minutos, así que el marcador no se movió.

El empate le sirve al Racing para colocarse a cinco puntos del Deportivo con un partido menos y a apenas tres días del enfrentamiento en Riazor. Pero imagen si el equipo de Romo hubiese ganado ayer al Badajoz. A tres puntos, con la opción de salir líder de La Coruña y con una bala en la recámara con el partido aplazado frente a la Cultural Leonesa... Estas oportunidades no se pueden perder. El Racing, más que ganar un punto, se dejó dos.

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