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El Racing bipolar perece atropellado

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Juanjo Santamaría

El Racing bipolar perece atropellado

El equipo de Romo, tras mandar en la primera mitad, es goleado por la Cultural en un segundo tiempo desastroso

Domingo, 7 de noviembre 2021, 11:24

Cuando Guillermo Fernández Romo soltó la frase no matizó bien qué tipo de fibra iba a tocar su Racing. «Tenemos que emocionar a la afición». Vaya que si lo hicieron, pero de modo absolutamente negativo. Llantos y reproches. Su bipolar equipo murió atropellado en el Reino de León. Y eso que en la primera mitad se animó incluso a mandar sobre la Cultural. Pero no aprovechó la única ocasión de que dispuso y en la segunda, lastrado por los cambios del técnico, acabó mandando a su impenitente afición para el Barrio Húmedo o para casa y realmente emocionada: con un mosqueo de los que cuesta tiempo recuperarse.

El técnico madrileño sigue impasible con el desarrollo de su plan. Si los resultados le avalan, para qué cambiar lo que funciona, aunque sea feo, debe pensar el míster. Así que lo más importante en el once fue la presencia de un Álvaro Bustos, que la pasada semana apenas entrenó. La única novedad respecto a Irún fue la titularidad de Pablo Torre en lugar de Fausto Tienza.

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Cultural L.

Dani Sotres, Galas, Rovirola (Gaztañaga, min. 55), Cerrajería (Nahuel, min. 80), Aarón Piñán, Julen Castañeda, Jorge Moreno, Alberto Solís (Javi Fernández, min. 66), Álvaro Juan (Obolskii, min. 66) Ander Vitoria (Empis, min. 80) y Rodrigo.

3

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0

Racing

Parera, Mantilla (Sergio Marcos, min. 59), Satrústegui, Pol Moreno, Bobadilla, Íñigo Sainz-Maza, Borja Domínguez (Jorrín, min. 76), Mau Justo, Álvaro Bustos (Marco Camus, min. 59), Pablo Torre (Harper, min. 76) y Cedric.

  • Equipo arbitral Fernández Buergo (Asturiano), asistido en las bandas por Villabeirán Souto (Asturiano) y Fernández Blanco (Gallego).

  • Goles 1-0, min. 46: Cerrajería. 2-0, Aarón Piñán, min. 68. 3-0, min. 72: Ander Vitoria.

  • Amonestaciones Amarilla al local Rovirola, Moreno y Álvaro Juan y a los visitantes Mantilla y Satrústegui. Expulsó con roja directa a Cedric.

  • Incidencias Reino de León. Mañana soleada y fría, con césped en buen estado.

  • El público Unos 5.000 espectadores en las gradas, de ellos más de mil racinguistas, muy molestos con el rendimiento de su equipo.

Eso en lo alineatorio, porque lo cierto es que el Racing salió con otro aire distinto. Sería porque el frío invitó a no quedarse quieto, porque el área de la Cultural es habitualmente una verbena, porque la afición verdiblanca empujaba o porque los resultados ligueros habían alimentado la confianza. El caso es que los cántabros salieron con más presencia en campo rival. Robando la pelota pronto en la medular y tratando de percutir. A veces hasta combinaba. Otra cosa. Pero la romería estuvo a punto de montarla la zaga racinguista. Pol Moreno cedió a Parera y este, en lugar de golpear, se la dio a un Bobadilla con un atacante cerca. Gracias a que Fernández Buergo señaló falta local no hubo más problemas.

El susto y una tarjeta amarilla para Satrústegui hicieron bajar las revoluciones verdiblancas. Pero sí que había, de vez en cuando, alguna chispa que prendía el fósforo. Un gran pase de Íñigo; Satrústegui haciendo de Cafú; una balón profundo magnífico de Pablo Torre... Y malas decisiones en los metros finales. Y Dani Sotres estaba prácticamente inédito. No así Parera, que tuvo que volar para despejar de puños un disparo al palo largo de Aarón Piñán, muy peligroso.

Para la Cultural la de ayer era una cita clave. Sobre todo para su entrenador. El equipo de Ramón González se tomó al principio el choque con más tensión que acierto, así que los locales soltaron algunas patadas fuera de lugar como la que se llevó Álvaro Bustos, de espaldas y en su propio campo, de un exagerado Rovirola. El Racing, encendido, tuvo su oportunidad. Una rápida circulación de derecha a izquierda le llegó a Álvaro Bustos y el centro milimétrico del asturiano lo cabeceó con intención Pablo Torre. Sotres, atento y ágil desbarató la acción.

«Tiempo añadido, un minuto», anunció la voz ronca y de ultratumba de la megafonía justo en el momento en que Galder Cerrajería hizo honor a su apellido. Salió vivo del barullo entre una zaga débil y casi se coló en la portería para poner el 1-0 antes del pitido final de la primera parte. Mazazo inesperado. Pero por algo también la Cultural es el conjunto más goleador del grupo. Si no marcas tú, pasa lo que pasa. Aunque si los partidos del cuadro leonés promedian 3,6 goles, aún quedaban 2,6 para la segunda mitad. Para un día que se medio arrancaba a mandar sobre el cesped, el Racing de Romo, se marchaba al descanso por detrás. A ver si al final el míster va a tener razón...

Debió romper la red Cerrajería, porque de repente el asistente se dio cuenta de que la portería no estaba en condiciones. y eso retrasó el inicio de la segunda parte, entre el humo de los cafés en la grada. Pero el tanto local había dejado fríos a los racinguistas. A los del terreno de juego y a los de la grada. Así que la segunda parte comenzó y avanzó sin buenas noticias para los verdiblancos.

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Por fin, en el minuto 59, el entrenador racinguista decidió hacer cambios en busca de algo diferente. El técnico retiró a Álvaro Bustos y a Mantilla y dio entrada a Marco Camus y a Sergio Marcos. Ese cambio de cromos llevó a Íñigo a una posición original que ya hace tiempo que quedó atrás: la de lateral derecho. Una elección con la que el Racing iba a perder el centro del campo y también el flanco diestro de la zaga. Todo mal. Fue Camus el que estuvo a punto de cambiar el devenir del choque. Un fantástico pase al hueco de Satrústegui lo alcanzó el cántabro, pero su centro no encontró quien lo rematara.

El cambio que surtió efecto fue el de Ramón González. El ruso Obolskii entró al campo y, por fe, le llevó el balón a Pol Moreno e Íñigo. El delantero sirvió a Aarón Piñán, quien se inventó un golazo marca de la casa. A la escuadra. El vuelo de Parera quedó únicamente para la fotografía. Con una Cultural que ya andaba perdiendo tiempo hace rato y apenas veinte minutos por delante, se antojaba complicada una remontada épica de un Racing tan plano. Aunque lo de Irún siete días antes aún dejaba una pequeña rendija. Pero de nuevo, de la bota de Obolskii, de la banda donde Romo había colocado a Íñigo, llegó el centro que llevó a Ander Vitoria a adelantarse a la dormida zaga verdiblanca. Los verdiblancos vivían una nueva experiencia este temporada: un rival les pasaba literalmente por encima.

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Si hay algo que sabe de sobra un racinguista es que la situación siempre es susceptible de empeorar. Las patadas las había dado la Cultural, pero Cedric hizo la tontería del partido. Con 3-0 y con el balón perdido, se revolvió contra un rival y el árbitro estrenó la tarjeta roja. A la calle, y contra el Bilbao Athletic a la grada. Tampoco estará Satrústegui, que vio la quinta amarilla.

Los fallidos cambios de Romo y el desenlace volvieron a dejar la voluble credibilidad del entrenador en una posición muy delicada. Retiró a Pablo Torre y a Borja Domínguez y dio entrada a Jorrín y a Harper. Íñigo volvió al lugar del que no debió marchar. Y Obolskii, a lo suyo. Un nuevo centro desde la izquierda lo remató Ander Vitoria por encima del travesaño. La afición racinguista pasó en apenas media hora del «qué si, joder, que vamos a ascender» a un sonoro conato de «directiva dimisión».

Con más de diez minutos por delante, lo mejor que podía pasar era el pitido final. Aquello sólo podía empeorar. El remate de cabeza de Empis no encontró la portería, afortunadamente. El primer remate de la segunda mitad para el Racing llegó en el 88. Harper mandó la pelota a la grada. Acto seguido, un disparo de Marco Camus se marchó demasiado cruzado.

El equipo cántabro, hundido, acabó dando penuca frente a un rival que salía desde zona de zagueros haciendo un rondo. Gracias señor colegiado por mandar a todos a la caseta. Se avecina otra semana de ruido alrededor del equipo hasta que el viernes los verdiblancos reciban al Bilbao Athletic. No habrá paz para los racinguistas. Es un no parar. Y ya se sabe que cuando una directiva escucha gritos de dimisión, el entrenador debe poner sus barbas a remojar.

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