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«No se trata de lo que diga yo y sí de lo que sea capaz de hacer. Pero, sí. Sí estoy preparado». A Aritz Solabarrieta (Ondarroa, Vizcaya, 1983) no le sorprendió que buena parte de las preguntas que le lanzaron este martes ... en su presentación como nuevo entrenador del Racing estuvieran relacionadas con su capacitación para ascender al equipo. «Vengo asumiendo la importancia del reto», añadió para despejar dudas.
Sobrio, discreto y con las palabras contadas, Solabarrieta agradeció la «confianza» que el Racing ha depositado en él y anunció que la clave de lo que vendrá «es el equilibrio entre lo que quiere el entrenador y lo que desean los jugadores». Casi, casi suena a un mensaje encriptado, pero fue de lo poco que se le pudo arrancar al joven exfutbolista, ahora entrenador y apuesta personal de un José María Amorrortu que le acompañó durante todo el acto e, incluso, llego a rivalizar en protagonismo con el vasco. No quiso definirse como técnico y tampoco señaló de un modo muy claro cómo juegan sus equipos o cómo entiende el fútbol. «Cada domingo se verá, depende de muchas cosas y ya iremos viendo...», indicó sin aclarar del todo si la falta de identidad que el Racing ha tenido en este arranque de Liga –probablemente, lo que le condenó al despido a Javi Rozada– se terminará a no tardar.
«Vengo a que entre todos peleemos por el objetivo e intentar convencerles a los jugadores de una forma de trabajar», explicó el de Ondarroa. Llegó al filo de las 11.30 horas a El Sardinero, junto a Amorrortu y dispuesto a afrontar la rueda de prensa más larga de cuantas ha ofrecido en su trayectoria en los banquillos, que comenzó en 2015 al incorporarse al organigrama técnico de la cantera del Athletic Club, dirigida por el que ahora es su jefe y valedor, Amorrortu. En 2018, tras haber iniciado la temporada como entrenador del CD Basconia, ascendió al Bilbao Athletic para sustituir a Gaizka Garitano.
«Todos hemos visto lo que los entrenadores quieren ser o lo que les gustaría ser, pero la realidad es el campo», recalcó olvidándose de discursos etéreos. En su presentación, ya sea por su forma de ser parca en palabras o porque optó por un mensaje más pragmático, pero lo cierto es que más que hablar lo que demostró es tener ganas «de conocer la plantilla, de que me conozcan a mí y de empezar a entrenar cuanto antes».
Solabarrieta recibió la llamada del Racing «el domingo por la noche» —según el mismo confirmó–, minutos después de que el equipo casi tocase fondo tras empatar (1-1) en Gobela ante el Arenas(días antes había sido eliminado de la Copa del Rey por el Multivera). Javi Rozada estaba sentenciado. Al técnico vasco, al hilo de su poca trayectoria profesional, le volvieron a cuestionar este martes sobre si sintió alguna duda al aceptar el cargo la noche del domingo. «No, ninguna. Asumo la dificultad que tiene y la máxima responsabilidad a la que me enfrento, pero desde el primer momento tuve ganas de entrenar».
Afirmó conocer «a los jugadores, a la plantilla», y señaló que no le cogerá de nuevo lo que se encontrará a partir del 27 de diciembre, cuando comiencen los entrenamientos. «He visto la gran mayoría de partidos del Racing, conozco a los jugadores, aunque desde fuera. Quiero conocerles uno a uno porque es algo fundamental para sacar el máximo de cada uno». Solabarrieta señaló como ventaja que el Racing –pese a lo que se ha visto hasta ahora– «tiene una plantilla amplia, con jugadores en muchos puestos».
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Quizás la parte de su discurso que más llamó la atención fue en la que apeló a «la necesidad de tener una idea clara de cómo quieren jugar, de qué camino queremos seguir en el club». Precisamente esta última propuesta es la que trajo por el camino de la amargura a su antecesor y por buscarla con tanto ahínco sin encontrarla ahora está en Oviedo. Los periodistas en la rueda de prensa quisieron que Solabarrieta fuera más preciso y que matizara el estilo de juego que inculcará a su nuevo equipo, pero no se salió del guión. «Unas veces jugaremos con un delantero, otras con dos, otras con extremos...» y continuó con un misterioso «ya se verá» que no deja de inquietar ante la nueva etapa que arranca para el Racing.
No todo se resume a una pizarra y a unos planteamientos porque «es el campo el que decide y los propios jugadores», pero bien es cierto que ayuda a hacerse una composición de lugar a ese racinguista al que no le quedan uñas que comerse a estas alturas, con todo el campeonato por delante.
Al que fuera internacional español en todas las categorías y compañero de los Ramos, Cesc y compañía, no le inquieta ese signo de identidad que reivindica sin éxito el entorno verdiblanco. «El trabajo está en mirar hacia nosotros. No debemos de preocuparnos de los demás si nosotros hacemos las cosas bien». Tuvo un guiño de complicidad con Rozada al no entrar a valorar qué se ha hecho bien y qué no hasta el momento. «No soy quien para decir eso, ni mucho menos. Sería injusto y hasta atrevido entrar a valorar lo que he visto.Cada uno tenemos bastante con lo nuestro y ya está». No entró en más detalles, como era lógico, puesto que con su llegada al Racing más le vale mirar hacia delante y olvidarse de un pasado reciente que ha trastocado todos los planes.
El vasco seguirá, al menos a priori, sin tener un segundo en el banquillo que le acompañe, como le ocurrió a Rozada, que se quedó solo tras un par de intentos por encontrar rellenar ese rol. Tampoco en esa circunstancia encontró impedimento alguno y despachó la pregunta con una larga cambiada. «Aquí todos vamos a entrenar, formamos un grupo de trabajo y cada uno aportará el máximo desde su parcela». Quizás la única novedad al respecto es que 'Cali' Trueba, además de analista y encargado de potenciar los recursos deportivos del club, a partir de ahora pisará el 'prao' y estará con Solabarrieta, aunque no se especificó en calidad de qué.
En resumidas cuentas, Solabarrieta ya ejerce como entrenador del Racing a sus 37 años, probablemente el técnico más joven de este centenario club que intenta reconducir su rumbo y «ojalá –señaló Amorrortu– sea Aritz el que pueda impulsar al equipo como todos queremos».
Para el técnico vasco es una apuesta en la que no tiene nada que perder. Le llega más pronto de lo esperado una oportunidad perfecta para dar un gran salto. Quizás los que puedan perder credibilidad si sale mal sean los responsables de darle el bastón de mando, pero ayer asumieron sin problema su peso. «Hay que tomar decisiones. Si no no estaría aquí», sentenció Amorrortu en sus primeras palabras.Fue su carta de presentación por si alguien lo dudaba.
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