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En la tarde que Jokin Ezkieta decidió que nadie iba a hacer un gol al Racing en los Campos de Sport, y menos el Albacete, Quiles había pensado justo lo contrario. El ex del Dépor trató de batir al navarro en varias ocasiones y ya ... se sabe, tanto va el cántaro a la fuente... Ezkieta no pudo hacer nada en el minuto 65. Se quedó tieso con el gol de Quiles, que remató de cabeza completamente solo un centro de Morcillo. Pero no solo se congeló el navarro. El partido estuvo parado más de tres minutos para revisar un posible fuera de juego que finalmente no fue. Eso ocurrió ya en la segunda mitad, con el empate, pero a esas alturas el meta había salvado ya la meta verdiblanca en varias ocasiones.
Lo primero que hizo Ezkieta antes de arrancar el partido fue fundirse en un cálido abrazo con Manolo Higuera ySebastiánCeria. El navarro saltó al campo para calentar al ritmo de 'Sirius', de The Alan Parsons Project, la canción con las que los Bulls recibían a Michael Jordan en la pista y que ahora suena cada vez que el portero pisa el césped de El Sardinero. A pesar del gol, este sábado el meta volvió a demostrar que parte de la fortaleza del equipo empieza en los guantes del gigante navarro.
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Sergio Herrero
El Racing sacó a pasear al juego de luces para ir creando ambiente y la Gradona desplegó una pancarta con tres chavales 'malditos', como los chicos del maíz. Su 'Halloween' particular para meter miedo al Albacete. Poco después pito el árbitro. Ezkieta se plantó en su área como si la hubieran diseñado exclusivamente para él:un metro noventa de decisión y reflejos en el centro de un campo de batalla que a los pocos minutos trato de invadir el Albacete. El portero se estrenó pronto. Era el minuto dos y ya había salvado una clarísima. Un disparo a bocajarro cruzado de Riki que el verdiblanco sacó con una mano providencial. El Albacete empezó a probar desde todos los ángulos. Balones cruzados, tiros de media distancia, intentos de desbordar a los laterales del Racing... Pero cada aproximación al área encontraba una respuesta fría y calculadora. Ezkieta, imperturbable, sacaba balones sin perder la compostura.
No habían pasado ni cinco minutos más, cuando el Albacete volvía a la carga, pera esta vez el meta no tuvo ni que intervenir. Riki conectó con Quiles, pero el '21' no llegó a cazar el balón. El navarro ni se despeinó. Cada vez que atacaba el Racing, él se asomaba curioso casi hasta la medular, no sea que tuviera que salir corriendo a celebrar. Y raudo de nuevo bajo palos. Que si me recolocó los guantes, que si muevo las piernas para entrar en calor, que si pongo de nuevo en su sitio una chuleta que se había levantado en el césped... todo sin quitar ojo del balón. Reflejos de gato.
Y es que Ezkieta no solo despeja balones, sino dudas. Es cierto que el fútbol de José Alberto gira en torno a ese ímpetu ofensivo, pero incluso el juego más ofensivo necesita una garantía en la retaguardia. Y ahí el '13' sabe consolidarse como la última palabra.
En esas llegó el gol de Sangalli. Ezkieta aplaudía bajo palos. Aprovechó parar beber agua. Un brindis solitario para celebrar el 1-0. Pero no pudo relajarse mucho. Con los avances del Albacete, el navarro pedía calma. Impertérrito, recolocaba la defensa, daba palmas... Mientras sus compañeros miraban a la portería rival, él mantuvo la retaguardia blindada. A veces los héroes no están en los goles, que también, sino en esas manos que sacan un balón imposible, en la concentración que evita un gol cantado y en el silencio de quien se convierte en la última línea de defensa. Justo lo que hizo al filo del minuto 27, cuando sacó una ocasión cantada de Javi Rueda. El lateral la pegó con todo el alma, pero se escoró demasiado.
La mirada de Ezkieta recorría cada centímetro de campo. Atento, señalaba al árbitro un fuera de juego de los albaceteños. En el córner que puso Juanma, supo estirarse mágicamente para sacar un puño que dejó el balón bailando en el área. Por suerte, ningún rival escuchó la música y el Racing se hizo con la pelota.
De una carrera se plantó de nuevo bajo palos en la segunda mitad. Con un gesto casi cotidiano tiró la toalla blanca que llevaba en las manos detrás de la portería y chocó la pala con Sangalli. No habían pasado ni dos minutos cuando el navarro dio uso de nuevo a los guantes. Quiles se plantó ante él y trató de regatearlo, pero ahí estaba Ezkieta, manteniendo la calma, sin caer en la trampa de adelantarse, aguantando hasta el último instante. Atento, se hizo con el balón entre los aplausos del público. En el siguiente desafío del '21' no tuvo tanta suerte.
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