Un duelo que sube de nivel

Quién ha visto y quién ve un Mirandés-Racing. En la 2018-19, el equipo cántabro se jugaba el título liguero contra el cuadro burgalés, dirigido entonces por Borja Jiménez. Los de Iván Ania pasaron el rodillo por la categoría y se hicieron con el primer puesto de forma solvente. Los rojillos, con su entrenador más pendiente de lo que pasaba en los Campos de Sport que en Anduva, al final vio cómo la Unión Deportiva Logroñés le comía la tostada y el segundo puesto en la última jornada. Aún así, el Mirandés, tras una meritoria fase de ascenso a triple eliminatoria, siguió la estela verdiblanca hacia el fútbol profesional. Los de Miranda ya no volvieron a caer al pozo y los racinguistas, pues ya saben la historia. Lo que está claro es que nunca un Mirandés-Racing se celebró con tanta ambición en juego: el ascenso a Primera División pulula en el ambiente.

Es que se trata, probablemente, del partido más importante en la historia del Mirandés. Y así irán obteniendo ese simbólico título todos los que vengan hasta el final de la temporada, porque los de Alessio Lisci, con un rendimiento brutal, están haciendo historia en Anduva. «Ya caerán. Tarde o temprano caerán», pensaba cualquier aficionado al ver a los rojillos ahí arriba. Quedan once jornadas y no han caído. Ya casi nadie duda de que estarán peleando por todo hasta el final.

La batalla de hoy es vinculante. Mucho. Aunque ambos entrenadores se han afanado en quitarle presión a sus futbolistas. Pero, sobre todo para el Racing, ganar hoy en Anduva sería darle un manotazo a un rival directo y dejarlo a cuatro puntos de distancia. Suena sencillo, pero va a ser un choque muy duro.

Ante el sorprendente Mirandés, José Alberto buscará que no le sorprendan. Que su equipo sea fiable. Que dé mejor sensación que el domingo pasado contra el Tenerife. Porque los Panichelli, Izeta, Gorrotxategi y compañía son, a día de hoy, de los gallos del campeonato y porque el Racing ya ha canjeado su bono de beneficios arbitrales.

El once racinguista trae dudas. Unas cuantas. Aunque sí hay cosas que se barruntan, como la entrada de Mantilla en la alineación. Para dar más empaque a la defensa y, sobre todo, para introducir carácter de cara a un partido que va a necesitar mucha mala leche y dientes apretados. Soldado Mantilla, a su disposición.

Junto a él, Manu Hernando y Javi Castro. Sin el lesionado Javi Montero, en esa parcela no hay muchas dudas. Y, en el lateral izquierdo, lo de siempre. Pito, pito, gorgorito. Ahora es Mario García el que lleva una ligera ventaja a Saúl García, pero, a saber qué tiene pensado el míster.

En el doble pivote también está la cosa muy repartida. Más que nunca, porque Maguette Gueye se va a acabar poniendo a la par de sus compañeros en la competencia por un puesto. El senegalés tiene opciones de entrar hoy, pese a la responsabilidad del duelo. Aunque también es posible que sea titular Meseguer. Y Vencedor. O Aldasoro. Quizá la única pareja improbable es la formada por el africano y el murciano, por aquello de tener un perfil más ofensivo. El resto de combinaciones está sobre la mesa.

Puede ser un buen partido para el retorno de otro exmirandesista al equipo verdiblanco. Marco Sangalli anda rondando la alineación. De lo que no hay duda es de que Andrés Martín e Íñigo Vicente serán de la partida. El de Derio, ayer tuvo una charla con el míster al término de la sesión. Hay que recuperarle para el tramo decisivo de la competición.

Y arriba, pues probablemente Arana, pero quizá Karrikaburu. El navarro, que marcó frente al Tenerife, no le da un respiro para la distracción al canario. Lo bueno que es eso para el nivel competitivo de la delantera.

En Anduva se enfrentan hoy el mejor local contra el mejor visitante. A ver quién puede con quién. A ver si se neutralizan los dos. Lo que está claro es que hay bastante más en juego de lo que dicen José Alberto y Lisci. Porque no es sólo lo numérico, es también lo anímico. Lo simbólico.

Como mítica es para el racinguismo aquella victoria en Miranda de Ebro, hace ahora una década. Sobre la nieve. Un triunfo que hizo soñar a la afición verdiblanca con una permanencia en Segunda División que luego, por desgracia, nunca llegó. 0-2, con goles de Koné y Mariano. La parroquia verdiblanca rememora aquel triunfo pese a que en lo deportivo no supusiese gran cosa. La importancia de lo simbólico. Así que la hinchada cántabra espera que el duelo de hoy también sea recordado dentro de una década. No por la nieve, sino por los bienes.

Allí habrá algo más de medio millar de racinguistas para empujar a conseguirlo y dar fe si se logra. Quinientos y pico son fijos, con las entradas que el Mirandés envió a Santander. Gracias también a que el propio club cántabro sufraga cinco euros de los boletos tras la solicitud de la Asociación de Peñas Racinguistas, que tiene puesto el listón en los 20 euros. El resto de verdiblancos que se cuele allí será porque ha estado listo. Porque han podido conseguir una de las entradas legales para el encuentro. El caso es que Anduva estará completamente lleno y eso no es habitual. Y es que el encuentro tiene bastante más importancia de las que sus protagonistas le quieren dar.

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