El efusivo abrazo de Ezkieta y Dorronsoro

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Ezkieta tomó aire, como si con ese respiro fuera a comprimir toda la tensión del estadio en sus pulmones. Aketxe inició la carrera en medio de un silencio pesado. Dorronsoro, el entrenador de porteros del Racing, seguía la escena desde la banda con las manos apretadas y la mirada fija en su pupilo. Lo habían trabajado, lo habían estudiado hasta el último detalle. Y cuando todo estalló en movimiento, el balón voló como una bala hacia la portería. Ezkieta se estiró hacia su derecha como si sus brazos fueran de goma y allí, a media altura, el balón se encontró con los guantes. Un impacto seco, rotundo. La Romareda se congeló. Esa parada en el minuto 99 valía más que tres puntos. El Racing era líder.

Cuando Sesma Espinosa pitó el final del partido Ezkieta se fue a buscar a Dorronsoro. Se encontraron en el centro del campo y se fundieron en un efusivo abrazo, casi violento. Un gesto catártico para canalizar la euforia. El navarro rodeó el cuello del entrenador de porteros con el brazo mientras miraba a cámara y repetía: «¡Vamooos!». Era un abrazo que hablaba de complicidad, de trabajo en la sombra, de horas viendo vídeos y mañanas repitiendo lanzamientos. Ezkieta sabía que esa parada también era de Dorronsoro, que cada centímetro que recorrió en el aire para detener el penalti llevaba la huella de las sesiones junto al entrenador de porteros.

«Los penaltis es un poco lotería, pero un poco no. Venimos trabajando hace mucho tiempo con Dorronsoro y hoy ha salido bien. Se lo dedico a él, a mi familia y a toda la afición», decía Ezkieta cuando acabó el partido en La Romareda, un campo donde el Racing no ganaba desde 1996. «Es una victoria muy importante. El equipo ha hecho un trabajo magnífico, sobre todo en la primera parte, que nos ha permitido irnos con dos goles de ventaja y luego nos ha tocado sufrir cuando nos hemos quedado con un jugador menos. Pero este equipo tiene eso, que sabe sufrir. Y al final estamos muy contentos por dedicarle esta victoria a la afición», comentaba el portero, que de nuevo fue el héroe del partido. Si Aldasoro sentenció con un lanzamiento espectacular para hacer el 2-3, Jokin mantuvo los tres puntos con su magnífica parada. El fútbol, como la vida, a veces se decide en un segundo. Un penalti detenido, un abrazo en el campo, y el Racing en lo más alto, mirando a todos desde arriba.

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