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El movimiento se demuestra andando. O en furgoneta. O en moto. O como sea, decía aquel. Y camino Burgos... «Si es que la Nacional-624 es preciosa. Por la autopista te aburres». A Paco Quintana, vocal de AUPA desde hace unos años, pero racinguista de ... siempre, le faltó tiempo para coger la 'furgo' y el Domingo de Resurrección hacer noche delante de las taquillas de El Plantío. «Sí, para qué esperar al día siguiente». Obviamente, fue el primero en llegar de una tropa de racinguistas que dejó ojipláticos a los burgaleses. «Sí (sonríe). Por allí pasaron periodistas para preguntarnos». Paco fue uno de los... realmente es difícil hacer un cálculo, pero unos cuantos centenares,de aficionados verdiblancos que aprovecharon el lunes festivo después de la Semana Santa para, quince días antes y a 200 kilómetros. comprar una entrada para el partido de pasado mañana. «Esto es así». Razón lleva Paco. No hay mucho más que decir.
Su furgo hace tiempo que se convirtió en una excusa para seguir al Racing. Adelantó el viaje al de su compañero, Antonio Sainz, presidente de AUPA, que fue quien se lo dijo la víspera y no se lo pensaron. «Así fue; me enteré que abrían las taquillas y no queríamos tener problemas. Yo fui por la mañana. Y cuando llegué, sobre las 11.00 horas, no había mucha gente, pero a la hora de comer... Era enorme la fila», recuerda Sainz, otro convencido verdiblanco que podrá el domingo disfrutar de su previsión y de su aventura burgalesa.
«Que son todos del Racing. Sí, sí. Son del Racing», se decían entre sí los vecinos de la Burgos cuando fijaban la vista en el séquito, todo seguido como el pasodoble, que daba la vuelta a El Plantío un día de labor, porque en Castilla-León ese lunes era día de labor. «Era un pasada. Lo más bonito era que cuando llevábamos un rato en la fila y hablabas con unos y con otros te dabas cuenta de que todos éramos de Cantabria», explica Ramón Terán, de la Peña José Ceballos, al que le llegó su hija, Alejandra, el día antes y le dijo «en broma» que si se iban a Burgos a por unas entradas.«Mañana a las 9.30 horas aquí y nos vamos juntos», le contestó. Desconcertada y nerviosa, Alejandra no sabía si la broma la había hecho ella o se la estaban haciendo. «Se vino con Rubén, el novio, y todos para allá». La familia Terán fue también de las primeras en hacer parada y fonda en El Plantío. Al llegar saludaron a Paco, que ya se había empadronado por allí, y a unos cuantos incrédulos locales que en su trajín laboral miraban de reojo a los locos verdiblancos.
No importa de dónde ni quién. Lo importante es que las colas terminan por hacer grandes los vínculos. Más de cuatro y cinco horas de espera en las taquillas de El Plantío sirvieron para que una vez consumado el premio, una vez que cada uno de los espartanos se metió la localidad del partido del próximo domingo en el bolsillo todo ya daba igual. Los centenares de seguidores que madrugaron y se fueron para Burgos para conseguir una entrada y ser unos de los privilegiados que podrán ver el encuentrose retrataron al acabar de cumplir su penitencia. Hicieron campamento, montaron sillas, jugaron a las cartas y pidieron comida para llevar, que les llegó a todos a su improvisada nueva vivienda:la cola de El Plantío. De cuatro en cuatro. No había posibilidad para conseguir más, aunque una vez que se fueron para allá, tampoco se iban a escatimar esfuerzos. Alguna estrategia se puso en marcha para poder contentar a alguno que no pudo ir.
Y les dieron las diez, y las once, las doce, la una, las dos y las tres... Y a eso de las cuatro abrieron las puertas de las taquillas. «Para entonces ya éramos una banda buena. Llegó mucha gente», recuerda Ramón, que se sorprendió de que incluso el presidente del Burgos se pasase a recibir a tanto foráneo. «Sí, fue un detalle. Se acercó, nos preguntó y nos agradeció la presencia. Muy amable. Estaba lloviendo y nos dijo que abriría un poco antes para que no nos mojásemos». Ya ven, hasta recibimiento oficial para el racinguismo en el exilio.
Las horas de espera terminan potenciando el cariño. Y al rato de compartir minutos e impaciencia se pasa a otra pantalla. «Saqué unas sillas y les dije tomad, para que os sentéis, pero sabed que yo estaba aquí el primero», señala Paco, que lógicamente era el dueño del 'prao' para los que iban llegando. Y entre unos y otros. Pues eso, que si té a qué hora has salido, que si has cogido tráfico, que dónde aparcaste... Que si llegarán las entradas. Porque esa es otra. Solo se podían comprar cuatro por barba y en eso los taquilleros fueron insobornables. «Sí. Actuaron súper profesionales. Porque mira que yo les dije que les daba una quesada o unos sobaos, pero nada de nada», admite mientras esboza una pícara sonrisa Ramón, que se llevó 17 después de toda una estrategia elaborada de márketing y relaciones públicas. «Éramos tres, por ahí doce. Luego estaba un señor que no quería comprarlas, pero las 'compró' y otro compañero de fila que compró las suyas y le sobraba una y se la compramos nosotros». Todo un botín. «Mira, así pudimos traerle alguna a los de la peña». En Sarón se lo agradecieron a la familia Terán. Para comprar la localidad era imprescindible el DNI.
A Paco Quintana no hay quien lo pare. Se fue a Burgos el día antes, el Domingo de Resurrección, para ser el primero en llegar a las taquillas de El Plantío y así fue. Cumplió. Durmió en su furgo a metros de su lugar de destino y fue el que inauguró las taquillas cuando las abrieron. No es nuevo en estas aventuras. Esta vez fue a Burgos, pero antes se fue a Cartagena, Lezama, Gijón... De hecho habilitó «con una cama y con unas cuantas cosas más» el vehículo para estas lides. Para viajar con el Racing. «Soy jubilado y estas cosas me encantan. El racinguismo tiene estas cosas». Ahora tiene un problema, porque tiene mesa reservada para comer el domingo con los amigos, pero no tiene entrada para su mujer, «que se le ha antojado ahora venir.No iba a ir y ahora que no tengo entradas dice que sí». Aver cómo lo resuelve.
Pero si alguien agradeció el desembarco racinguista en Burgos, esa fue la empresa Glovo y los propietarios de comida para llevar. «Hicieron el agosto», recuerda Sainz Cueto, que a eso de las tres de la tarde empezaron a sonarle las tripas y se apuntó a la jugada. «Pues no sé, pero más de diez o de quince motos aparecieron por allí». La elección del presidente para mitigar la espera en las taquillas fue «un bocadillo de rabas. Estaba bueno. No dio tiempo al lechazo, pero no estaba mal». Aunque se sincera y como buen santanderino:«Como el del Chupi nada».
Cuatro taquilleros a pleno rendimiento y a trabajar. A las 17.00 horas los veteranos de la cola se iban rumbo a las calles de Burgos «para hacer un recado y alguna cosa más» y a la vuelta al coche se dieron cuenta de que la cosa iba para largo. «Sí, a eso de las 18.00 horas la cola era enorme. No sé si les llegarían a todos las entradas», explica Sainz Cueto.
Y claro, estas cosas son así. Al tiempo que los miembros de la fila subían alguna foto a las redes sociales, iba recibiendo encargos. «Claro, imagínate. Te escribían unos y otros. Oye, ¿estás ahí? Cógeme esta o la otra», señala Paco. Que el hombre, pese a ser el más previsor y el más rápido ahora tiene un problema con difícil solución. «Fíjate, esta mañana –por ayer– me dice mi mujer que quiere venir y no tengo entrada para ella. Se le antoja venir». Menuda faena. Paco estuvo en Valencia,, Cartagena, Gijón, Lezama, Zamora... «Muchas veces solo, porque me dice que no quiere y ahora quiere ir a Burgos». El Racing provoca enredos.
A Ramón Terán, socio de las Peña Ceballos, le dijo su hija en broma que si se iban a Burgos la víspera. «Cogí el coche y allí estaba a las 11.00 horas de la mañana». Fue su hija quien se quedó sorprendida del arranque que tuvo su padre, que les citó a las 9.30 horas al día siguiente, a la hora en la que zarpó el 'barco'. «Nos los pasamos bien.Las horas de la fila pasaron rápidas; hablas con unos, con otros y pides comida a Glovo y ya está.El de Glovo hizo el agosto en abril». Llegó a casa con alguna entrada de más, después de hacer acopio como pudo de alguna de más para los compañeros de peña. «Afortunadamente conseguí, gracias a una persona que estaba allí, alguna más».
El año pasado no hubo problemas. El que quiso una localidad para ver el Burgos-Racing la tuvo. Pero este año ha habido que organizarse. Eso sí, Paco, Antonio y compañía ya han reservado para comer el lechazo. «Sí. No falta. Antes del partido, homenaje». Y es que, como dice Paco:«El Racing es como cuando estás enamorado: tienes mariposas en el estómago».
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