Una fiesta a medias
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La derrota en una jornada que arrancó con el viento a favor estropea una jornada en la que, por lo demás, el racinguismo volvió a reivindicarse dentro y fuera del estadioAser Falagán y Sergio Herrero
Sanatander
Lunes, 30 de octubre 2023, 01:00
La fiesta se quedó a medias. O se chafó. Justo en el momento en que mejor se las prometía el Racing, llegaron de Ferrol para amargarle el día. Pero la jornada confirmó que la masa social está enganchada y el racinguismo, el de Santander, ... goza de buena salud. El duelo entre los dos Racing, un duelo en verde, comenzó festivo. Con la parroquia local con muchas ganas de fútbol y de ver a su equipo auparse en la clasificación. Con la visitante, que respondió pese a lo intempestivo de la cita, animada por la buena marcha de los suyos. Y con el aliciente de ver regresar a los Campos de Sport, que cada vez lucen más asientos en verde, a muchas caras conocidas. Un histórico como Javier Manjarín, más como futbolista que como técnico, aunque sigue siendo el segundo de Cristóbal Parralo en el Racing de Ferrol, como lo fue en Santander. Y vestidos de corto, Heber Pena -mejor que se hubiera quedado en casa, pensarían muchos-, Jon García, Moi Delgado y Manu Justo. Pasajeros de la larga travesía del equipo cántabro, que volvían ya enrolados. Mejores tiempos para todos, ya más alejados del barro.
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Sergio Herrero
Antes de mediodía ya se dejaba ver por el centro de la ciudad la avanzadilla de la expedición ferrolana. No como un grupo organizado, sino atomizados; en pequeños grupos de dos, tres o cuatro personas que patrullaban el centro de Santander desde la mañana. Calma chicha, pero cierto toque de color. Verde, por supuesto. De hecho, durante la semana hubo cierto pique en redes sobre qué Racing es el propietario del color corporativo. Esa nadie la vio venir.
Paralelamente, las peñas de la Gradona comenzaban a preparar la fiesta organizada en el local de Juventudes Verdiblancas, calentamiento para el corteo hacia los Campos de Sport con parada en la Fuente de Cacho. Les hubiera gustado a los peñistas recibir al equipo en conjunto, pero como es habitual en los partidos en casa -aunque existen señaladas excepciones- los futbolistas llegaron al estadio en sus propios coches. Escalonados y alrededor de dos horas antes del partido, cuando ya había cierto ambiente en los alrededores y con el puesto de merchandising, ese que se ha convertido en habitual desde el cambio de propiedad, ya instalado.
El club, a su manera, había preparado sus guiños. Antes de comenzar el partido -no fuera que después no se pudiera celebrar-, el oso Cacho dio la vuelta al ruedo. La mano de Pablo Ruiz, ese nuevo director de marketing llegado de un tercer Racing, el de Avellaneda, parece dejarse ver. En la camiseta con la imagen de la nueva grada sus asientos verdes, de la que el club espera buena acogida, y en el particular corteo de la mascota. Lo hizo seguido por Mickey y Minnie Mouse, Pinocho, Wazowski -para los legos, el monstruo verde y polaco de 'Monstruos SA' y alguno más.
Tuvieron la oportunidad de unirse a los cánticos del principio, ya con una 'Fuente de Cacho' que se corea a ritmo del karaoke de los videomarcadores. Un clima, en general, de optimismo en una previa que confirmaba los augurios. De ganar, el Racing se podía colocar tercero. Algo inédito en Segunda División en las últimas dos décadas -que se reducen a cuatro temporadas de plata-, más allá de las jornadas inaugurales de esta temporada.
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Roberto Ruiz
Mientras, cerca de 500 seguidores gallegos -la megafonía anunció en el primer tiempo que más de 400- poblaban la esquina suroeste de los Campos de Sport. El Racing había enviado 600 entradas de la zona visitante a A Malata y se vendió medio millar. Nada, pero que nada mal para el intempestivo horario. De modo que los gallegos se concentraron en su mayor parte, con muy pocos desperdigados por otras zonas del estadio. La consecuencia de que LaLiga hubiera vuelto a castigar al racinguismo, en este caso de forma especial al gallego, con un compromiso a las nueve de la noche que con un lunes de labor acto seguido dificultaba enormemente el desplazamiento. El partido terminaba a las once de la noche y hacen falta cuatro horas largas para completar los casi 430 kilómetros que separan Santander de Ferrol. Eso, sin contar el pequeño embotellamiento hasta dejar la ciudad.
El tanto anulado antes de llegar al cuarto de hora animó un poco más el partido. El fuera de juego era evidente, pero contribuyó a meter más aún en el partido a los 14.900 espectadores que se dieron cita en la noche del domingo. Este Racing engancha y una masa social que nunca le dejó solo acompaña aún más desde que los resultados incentivan y, de paso, se la hace algún guiño desde el propio club.
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Borja Cavia | Marcos Menocal
A los 25 minutos, tras el golazo de Mantilla, ya comenzó a botar El Sardinero. Quedaba más de una hora, pero debe ser cierto eso de que del fútbol es un estado de ánimo. Y que a poco que le den, acostumbrado como está a volar bajo, el racinguismo responde. En esto también ha ayudado la Gradona, que ya ha hecho de su 'Todo el estadio' una seña de identidad en su intento de arrastrar a toda la grada en la celebración del fútbol.
El empate de Carlos Vicente no desanimó a la parroquia. Al contrario, los Campos de Sport se engancharon un poco más, como empeñados en que la fiesta que se inauguró hace quince días continuara. El segundo tanto, el de Heber Pena, el del penalti con delay, sí enrabietó un poco más a una grada encorajinada que comenzó a protestar al árbitro. La Gradona, a lo suyo. A cantarlo. A poco que le den unos horarios razonable, más aún si los resultados acompañan, lo de El Sardinero, que ya es una fiesta, puede ser una celebración cada quince días. De momento ya es uno de los estadios con mejor asistencia de Segunda División. Dentro de sus 19.500 de aforo máximo.
Pese a la evidente decepción del final, que baja un suflé que se había hinchado aún más con el primer tanto de Mantilla, el diagnóstico general es bueno. Con perspectiva, el Racing, y, sobre todo, su entorno, gozan de buena salud. Aunque se llevaran esta noche, eso sí, una pequeña cura de humildad. El domingo hay solución.
Quiso el azar que Héber Pena, ese habilidoso extremo izquierdo que jugó en Santander entre 2016 y 2018, pero que no terminó de cuajar en su etapa verdiblanca pese a dejar una buena impresión, sobre todo en su primera temporada, fuera quien sentenciara al Racing. Suya fue la jugada del penalti. Él mismo convirtió la pena máxima en gol y fue el extremo gallego quien marcó el tercer tanto que sentenció al Racing local. A sus 33 años Héber Pena Picos (Ferrol, 16 de enero de 1990) cumple su segunda temporada en Segunda División, y con la madurez le ha llegado el mejor momento de su carrera. Este domingo fue con Carlos Vicente el mejor de los suyos y el verdugo de los verdiblancos, del que fue su equipo.
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