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La UEFA, el ascenso del 93, aquella mañana del 30 de enero de 2014... Pocas veces ha vivido el Racing un estado de felicidad tan absoluta. Y menos aún con tan poco; con casi nada. Pero a la vez es todo. Un equipo, un club ... y un sentimiento que habían hecho del sufrimiento, de la estética del perdedor, su seña de identidad y su estado civil vibran hasta el extremo con la sencilla aspiración de jugar una fase de ascenso. Cuando se ha buceado en el fango tomar un poco de oxígeno es ya un festín. Si a eso se une la posibilidad de regresar a Primera doce años después del saqueo, tras una década de reconstrucción cuajada de obstáculos y que, con ascenso o sin ascenso, aún no ha terminado pero vislumbra al fin la meta, la receta está completa.
Lo de esta tarde no es un partido. El Racing juega contra el Zaragoza, sí. Los puntos son importantes, claro. El objetivo, grandioso, pero solo un primer paso que no garantiza nada. Lo de esta tarde es una fiesta en la que nadie se ha detenido a mirar cómo llegan los maños. Tampoco se ha pensado demasiado (en el entorno, porque José Alberto y los suyos no lo hacen en otra cosa) si se volverá a reservar a Peque, Andrés está ya al cien por cien o si Íñigo y Aldasoro volverán a llevar la batuta. No. Se piensa en disfrutar del momento y celebrar la fiesta del fútbol mientras se hacen cábalas. «El Leganés va cuesta abajo, contra el Eibar no podría jugar Arana, al Sporting le ganamos los dos partidos». Son las conversaciones en el bar, el mercado y el instituto; en las tertulias de las máquinas de café. El Racing concita la atención de Cantabria. A la cabeza, quienes bregaron en la época más oscura. Son los que ahora están en el club, en las peñas y en su entorno. Junto al racinguismo de base. Se han unido incluso quienes miraron hacia otro lado e incluso le pusieron zancadillas. Las mismas instituciones que incumplieron promesas y obligaciones se han teñido de verdiblanco. La marea verde lo arrastra todo y lo saben.
Un solo punto le basta al Racing para disputar el play off de ascenso.Incluso con una derrota puede conseguirlo de forma matemática. Ni siquiera se teme un cataclismo, pese a los muchos que ha sufrido el club hasta transformarlos en su modo de vida, que le pueda dejar fuera. Porque hasta las matemáticas se han aliado, con solo un 1,5% de posibilidades de quedarse fuera del play off. Y para eso sería además imprescindible perder esta tarde y la semana que viene ante un virtualmente descendido Villarreal B. De pronto, el racinguismo ha recuperado la ilusión. Ha pasado del temor al 'que vengan'.
Unos Campos de Sport a rebosar recibirán hoy al equipo. El club ha rebañado hasta la última entrada para conseguir que se queden fuera los menos posibles. Aun así serán unos cuantos, porque si bien el estadio registrará la mejor entrada de la temporada (puede acercarse a los 21.000 espectadores), la sensación es que si su capacidad fuera de 25.000, como en los felices noventa, las gradas se habrían abarrotado igualmente. Y todo para un partido de Liga en el que se busca culminar solo la primera etapa del primer objetivo. No hay un ascenso en juego, ni una clasificación europea. Tampoco una semifinal de Copa, techo histórico, o una permanencia. No. Sencillamente juega el Racing y, aunque escarmentada por la experiencia, su hinchada no puede evitar pensar en el regreso a su esencia; a la élite. A Primera, Y vive cada paso como un festival.
Por eso Santander, y no solo Santander, se ha vestido de verdiblanco. Las banderas asoman en los balcones, en los negocios y en las instituciones. Las peñas encargaron 300 que llegaron el viernes. Se agotaron en un par de horas. Como las camisetas vintage que hizo el club. Sin stock en menos de un día y más de 1.200 vendidas en 24 horas; muchas de ellas solo con la reserva pagada; sin llevárselas siquiera. Todo lo que suene a Racing vende y pocas veces estuvo tan cotizado un abono. Incluso quienes viven de espaldas al fútbol observan el fenómeno con curiosidad y recorre las tripas el hormigueo de participar o ser testigo de algo enorme por sencillo.
El Sardinero será hoy una fiesta. No solo los Campos de Sport, que también, sino todo su radio de influencia. Lo de la fan zone no es un invento nuevo. Se lleva años haciendo, pero no en un Racing abandonado a su suerte que bastante tenía con subsistir. A cambio, eran –y seguirán siendo– las peñas las que llenaban el vacío con sus fiestas en Tetuán, Río de la Pila, Pombo y cualquier plaza que se terciara. Ahora llega a El Sardinero, junto a la Ballena en una experiencia quizá apresurada, pero que marca otro pequeño hito cotidiano. El que abrirá, de paso, la celebración.
Después, a partir de las seis y media de la tarde, un partido de fútbol. Un partido que, como todos, dejará mejor o peor sensación según el resultado, pero que el equipo afronta, como su hinchada, pleno de confianza ante un Real Zaragoza que no está matemáticamente salvado, pero que tiene muy encarrilada la permanencia y cerrará la competición en La Romareda.
En jornada de horario unificado, se seguirán los demás resultados para comprobar si incluso con una derrota sirve, o si se suman los tres puntos, se deja por el camino al Real Oviedo para asegurar la quinta plaza. Hasta para mirar de reojo si al Real Valladolid le da por patinar ante el Villarreal B y se mantienen opciones de ascenso directo. Matemáticamente existen un 0,5% de posibilidades, pero más complicado parecía que el Racing vagara por Segunda B y Primera RFEF durante casi una década y ahí ha estado. Por buscar el lado positivo, si los pucelanos ganan encarrilarán el ascenso directo –constituyen un duro rival en el play off, por su dinámica y tras haber ganado tanto en Zorrilla como en Santander– y de paso sentenciarían definitivamente al Villarreal B.
Por eso es tan importante esta jornada. Porque más allá de la imprescindible clasificación para la fase de ascenso de un equipo que en agosto solo pensaba en la permanencia, el tercer y cuarto puesto, esos que dan la ventaja de campo y el pase en caso de tablas al final del partido, están a tiro.
El Zaragoza es un adversario trampa. La clasificación puede insinuar otra cosa, pero cuenta con una muy buena plantilla, Víctor Fernández le ha dado cierta estabilidad tras la inestabilidad en el banquillo que le ha llevado a tener tres entrenadores y el Racing ha demostrado rendir mejor frente a los equipos punteros. No llega con urgencias, pero sí necesitado de puntuar algo más en estas dos últimas jornadas para no arriesgarse a una sorpresa negativa. Lo mejor para ellos, que nadie en el racinguismo les ha prestado atención. Lo malo, que hay una excepción: el cuerpo técnico y la plantilla verdiblanca. Hubieran querido los maños que el equipo estuviera ya casi de fiesta, pero no. El Racing sigue, pese su estado de euforia, igual de prudente en lo deportivo.
17 puntos
separan a Racing y Real Zaragoza a dos jornadas para el final, cuando a principio de temporada sus objetivos eran inversos.
1 punto
garantiza la clasificación para la fase de ascenso. Tres, según los resultados del resto de la jornada, incluso la quinta plaza.
Por si fuera poco, José Alberto tiene en plenas condiciones a su póquer de atacantes: Íñigo Vicente, Andrés Martín, Peque Fernández y Juan Carlos Arana, a los que se han unido unos Lago Junior y Jordi Mboula en muy buen momento. Tanto que Andrés se ha convertido en revulsivo, afanado como está el técnico en no ponerle en riesgo, e incluso se ha quedado en algún partido en el banquillo.
En cierto modo, el partido se empezará a jugar hacia las dos de la tarde, cuando ya se espera cierta ebullición en la fan zone y comience de nuevo el hormigueo previo al partido. Un partido, uno más para la autoestima sencillamente por el modo en el que llegan los verdiblancos. Ni siquiera una derrota podría bajar demasiado el suflé.
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