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Todos los ascensos tienen sus paradas, como estaciones donde se revalidan las aspiraciones o se apagan los sueños. Y no es la primera vez que el ascenso del Racing pasa por la estación de Huesca. No fue un salto a Primera División, pensamiento que el racinguismo lleva como equipaje en estos últimos viajes, y aunque fue un salto menor, la visita a Huesca se saldó con un triunfo que contribuyó al ascenso a Segunda División en 1991, ascenso que evocamos en esta visita como bandera verdiblanca que desplegamos desde nuestra ventana
El Racing ya había ganado al conjunto aragonés en El Sardinero (4-1) con un Pedraza brillante que anotó tres goles. Pero más cerca del final del campeonato llegaría el partido en Huesca. El Racing se adelantó en el marcador pronto con un gol de ... Benito. Con la tranquilidad de la ventaja, parecía que el Racing iba a demostrar su superioridad, pero su dominio fue desapareciendo. En la segunda parte el Huesca se impuso en todas las parcelas del juego y dispuso de varias oportunidades, abortadas por la buena actuación del meta Ceballos. La insistencia del conjunto aragonés en el ataque dejaría debilitada su defensa, algo que aprovecharía Edu al arrancar desde el centro del campo, penetrar en el área y centrar a Aguilar que anotaría el segundo en el minuto 92.
Con su triunfo en Huesca, el Racing recuperaría el liderazgo de su grupo, posición que mantuvo para entrar en la liguilla de ascenso con el Cartagena, el Córdoba y el Getafe.
Algunos aficionados recordarán aquella liguilla por la igualdad, el nerviosismo, las suspicacias y la agresividad que generó, sobre todo en El Arcángel de Córdoba. En su partido contra el Racing, el conjunto andaluz se despedía del ascenso si no ganaba. Con empate (1-1) terminó la primera parte y en la reanudación el Córdoba marcaría el 2-1. A algún descerebrado no se le ocurrió otra manera de celebrar el gol más que lanzando piedras, siendo herido Pedraza. Los jugadores cántabros incluso hicieron amago de abandonar el campo, pero finalmente no lo hicieron. El Córdoba aumentaría la ventaja (3-1) con un autogol de Revilla, y poco después se produjo la expulsión de un jugador local. Además, saltaron al campo Esteban Torre y De Diego, lo que resultó providencial, porque cuando la derrota parecía segura, De Diego marcó dos goles en tres minutos. Algunos aficionados cordobeses lanzaron piedras, botellas y latas, además de proferir insultos y amenazas a los jugadores cántabros que tardaron más de una hora y media en abandonar el estadio, haciéndolo en furgones policiales mientras el autobús del Racing recibía varios impactos con dos lunas rotas.
Pero el partido más recordado fue el último, el de Las Margaritas de Getafe. ¿Quién puede olvidarse de aquella emoción entre los que lo vivimos en el campo o siguiéndolo por la radio? Aún se me pone la carne de gallina.
El Cartagena y el Racing estaban empatados a seis puntos, pero gracias a la diferencia de goles, el Racing se mantenía en primera posición. Con un triunfo en el último partido frente al Getafe el ascenso se aseguraba. El equipo rival también tenía opciones de ascender si ganaba al Racing y el Cartagena no obtenía el triunfo, así que este último partido se cargó de una gran emoción. ¡Qué partido! Tras el 2-3 con el que ganaba el Racing llegó el mazazo del empate a cinco minutos del final
Y llegó el milagro del córner al primer palo sacado por Pedraza, y el bendito despeje equivocado de Pombo que marcó en propia puerta el gol que abriría camino a una de las etapas más fructíferas del Racing y que en aquella temporada, como en esta, pasó por la estación de Huesca.
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