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La indiferencia da paso al hastío

La indiferencia da paso al hastío

Retorno y bochorno ·

La afición del Racing regresó a los Campos de Sport y reprochó al equipo el pobre rendimiento mostrado

Sergio Herrero

Santander

Lunes, 11 de enero 2021, 07:13

La afición verdiblanca volvía a los Campos de Sport con la ilusa esperanza de animar estos tiempos tan difíciles. Como el inicio de un proceso para recuperar la normalidad. Como vacuna contra el hastío de las restricciones. Y el retorno al asiento en el templo no sólo no tuvo ese efecto, sino que lo que consiguió fue acrecentar el malestar y el mosqueo que ha hibernado durante este periodo de partidos a puerta cerrada. Así, al menos, lo hizo saber el público antes de marcharse de mala leche a su casa.

Porque ayer era una oportunidad para el Racing de sacudirse la indiferencia provocada por el fútbol pandémico y por los resultados de un equipo que marcha muy lejos de las expectativas. Sin embargo, Aritz Solabarrieta y sus hombres no hicieron más que agrandar las heridas.

Hubo poco más de 'media entrada' en los Campos de Sport. De las 4.444 localidades permitidas por las autoridades sanitarias, apenas se cubrieron 2.612. Así está el tema. El frío, las recomendaciones de aislamiento social y el temor a tirar una tarde de domingo invitaron a muchos a quedarse en sus casas. Así que los que se acercaron ayer hasta El Sardinero llegaban con la coletilla 'a ver sí' por delante. «A ver si ganan», «a ver si la cosa mejora», «a ver si sirve como punto de inflexión». La esperanza es lo último que pierde un racinguista. Y eso que este club hace méritos para matar cualquier atisbo de ilusión.

La afición despidió al equipo con gritos de «fuera, fuera» al finalizar la primera parte

Así que el partido empezó calmado. Con algunos aplausos a la salida de los futbolistas y con una 'Fuente de Cacho' que ha vivido tiempos mejores. Hace tiempo que no sale agua de los caños. Hasta que la parroquia vio la actitud timorada de sus futbolistas. Primera jugada del partido. Obieta gana el uno para uno a Matic a cámara lenta. Runrrún desde la platea.

Roberto Ruiz
Imagen principal - La indiferencia da paso al hastío
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Imagen secundaria 2 - La indiferencia da paso al hastío

Si a la hoguera le echas leña, arde. Si le das aire con el fuelle, se anima. Si le echas gasolina, se descontrola. Y eso es lo que hizo el Racing. Porque el gol del Amorebieta fue más demérito verdiblanco que buen hacer visitante. Silbidos que cobran fuerza por momentos.

Hasta que en el minuto 26 de encuentro -13 más 13-, el ambiente terminó de caldearse ante lo gélido del terreno de juego. Se acabaron las cortesías y un importante sector de la grada ya sacó a relucir ese cántico, por desgracia demasiado recurrente estos últimos años, de «hay que echarle huevos».

Era previsible una dura despedida para los futbolistas en el descanso. Y así fue. Los primeros «fuera, fuera» de la temporada llegaron a los Campos de Sport en el segundo partido con público en la grada. En el choque en el que Solabarrieta se estrenaba en el banquillo local.

Como en el fútbol del covid se escucha todo, durante el descanso el discurso enfadado de un aficionado ubicado en la denominada esquina Nando Yosu se oyó a lo largo y ancho del estadio. Que si «vete al juvenil B del Alavés»; que si «parecemos de Tercera»; que si algunos otros improperios que es mejor no reproducir.

El intermedio es ese cuarto de hora que tienen los entrenadores para resarcirse. Y con el arranque del segundo tiempo, se inició en la grada una especie de turno de ruegos y preguntas. El silencio general permitía percibir diversas opiniones -unas más calientes que otras- desde el graderío.

Hasta que el Racing hizo el amago de atacar. Un disparo de Cejudo taponado por un defensor fue visto desde los asientos como un regalo caído del cielo. El estadio rugió, ávido de unas buenas noticias que nunca llegan. Fue un espejismo. Hasta que la ligera mejoría del equipo verdiblanco se perdió en la nada y de la testiculina el repertorio musical pasó a otro clásico de la Segunda División B verdiblanca como ese «queda el escudo, queda la camiseta y los mercenarios se tienen que marchar».

Como suele suceder, visto lo visto, gran parte del público abandonó el estadio ante de tiempo y la despedida final no fue ni tan dura para el enésimo desastroso partido del cuadro cántabro.

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