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Pocos daban un duro por Juan Gutiérrez. Un profesional silencioso, sin alardes, sobrio, sin nombre de futbolista guay. La temporada pasada, en el Racing, vio pasar los barcos, pero no estuvo paseando la cometa. El contrato que ya tenía firmado le dejó dentro de la ... plantilla, aunque sólo jugó cuando ya no quedaba más remedio. Nunca dijo nada. Observó, atendió, aprendió y trabajó. También creció, aunque cuando debutó con el primer equipo con 17 años ya tenía cuerpo de gladiador romano. Siempre con su pantalón de chándal negro que, por talla, debía haber heredado de algún cadete. Su vinculación con el club de su vida expiró. Visto el balance en el fútbol profesional, todo apuntaba a bajar escalones. Sin embargo, el comillano encontró, con 24 tacos, sitio a su medida: ese Mirandés inventor perpetuo de futbolistas. Con apenas 109 minutos de experiencia en el balompié profesional, el cuadro rojillo le tiró la caña». «He intentado trabajar y pelear cada día desde que era pequeño sabiendo que quería ser futbolista. Uno debe hacer lo que quiere en todo momento y luego los resultados van viniendo», dijo en una rueda de prensa en septiembre, cuando Anduva ya le hacía ojitos por su despliegue físico y seriedad. Quería ser futbolista y lo consiguió.
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Catorce partidos. Catorce titularidades. Catorce completos. Con la naturalidad de quien lleva ahí toda la vida. Se ha perdido los dos últimos, ante Castellón y Eldense, por unos problemas físicos. Pero espera estar el sábado los Campos de Sport, un lugar que ha soñado más que degustado. Ahora viene al asalto. Haciendo de cicerone de las huestes jabatas. «Estas últimas semanas he estado un poco con molestias, pero la idea es llegar a este finde y las sensaciones son buenas», explicó ayer ante los medios. Es uno de los protagonistas de la semana y le ha tocado hablar.
Al entrenador del Mirandés, Alessio Lisci, Juan Gutiérrez le ha entrado por los ojos. Técnico italiano de nuevos métodos pero filosofía tradicional, apuesta por el orden y el concierto. Por el minimizar riesgos. Poco que ver con el ruido ofensivo del Racing. Así que el central de Comillas ha encajado en el puzle sin tener que apretar.
Lo que no se le escapa a nadie es que, para Juan Gutiérrez, el del sábado será «un partido muy especial. Estuve catorce años allí». Aunque, como central que despeja un balón, compartió foco con sus compañeros: «Y también para el equipo, porque ir a jugar a El Sardinero, con el ambiente que hay, siempre es un gusto y una gozada».
Tuvo un guiño para su exequipo. Puso en valor el rendimiento racinguista esta temporada. No es para menos, pero él, además, conoce gran parte del vestuario. Incluso dejó un pequeño guiño para el cuerpo técnico, pese a su falta de protagonismo con José Alberto. «Cualquiera que haya visto al Racing esta temporada lo puede ver. Es un equipo que está muy bien trabajado y hace las cosas muy bien», comentó, antes de dar como receta que «hay que ir con la convicción de que es fútbol, que cualquier cosa puede pasar en el campo». El comillano, de convicción, sabe un rato. Por eso está ahí.
Eso sí, se metió en su chándal de tipo discreto cuando le cuestionaron si el partido en Santander era una oportunidad para reivindicarse. Aunque no es su principal virtud, regateó y salió jugando. «Es fútbol, nunca sabes lo que puede pasar de un año para otro. ¿Quién nos iba a decir a nostros que ibamos a estar ahora terceros. Es un partido muy especial para mí y lo afronto con muchísimas ganas, porque el Racing ha sido una parte importante de carrera y siempre le voy a tener el cariño que se merece».
Pero en el fondo, como humano que es, seguro que tiene ganas de que el sábado la parroquia verdiblanca vea que el chaval que estuvo casi tres lustros en La Albericia y que debutó con 17 con el primer equipo se ha convertido en futbolista.
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