JUGANDOCON NIEVE
Mi saque de esquina ·
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Mi saque de esquina ·
Enfrentarse al Mirandés recuerda a aquellos partidos connieve, como el de enero de 2015Jugar contra el Mirandés es recordar aquel último partido. La nieve hubiera podido ser un obstáculo insalvable para jugar al fútbol, algo así como ese muro levantado en la serie de Juego de Tronos que protege los reinos de los tenebrosos peligros del invierno. Por ... eso casi siempre es causa certera para suspender o aplazar, o para impedir al equipo visitante salvar los puertos de montaña que le conducen al estadio, nunca para jugar en ese terreno que invita a encogerse para enfrentarse al frío.
Hasta que los hombres del explorador Ernest Shackleton, que intentaban atravesar por primera vez la Antártida pasando por el Polo Sur, decidieron jugar un partido en el lugar más inhóspito e inverosímil del planeta, en pleno mar donde el hielo y la nieve se convierten en suelo. Cuando el barco de la expedición quedó atrapado en una banquisa del gélido mar de Wedell, alguien trazó las líneas del campo, clavó las varas de las porterías y los banderines del córner y luego soltó un balón para originar el milagro de once contra once. Fue el 15 de febrero de 1915 y el partido lo ganó el equipo rojo por el resultado de dos a uno.
Aquel día en Miranda no estaban los hombres de Shackleton, porque fue Paco Fernández quien los eligió para la aventura. Ni siquiera recién cerrado el mes de agosto puedo apartar la imagen del gélido ambiente con el que los jugadores y seguidores racinguistas tuvieron que batirse aquel 31 de enero de 2015 en Anduva.
Fue durante la última temporada en Segunda División, aquélla en la que el Racing se deslizaba en esa franja indeseable de la clasificación que determinaba el descenso. Aquel día quizás no se dieron las condiciones para jugar a fútbol, pero sí para imaginar gestas con sabor a épica. Entre los copos y salpicado por el balón frenado por el agua, Koné fue el gran protagonista, anotando el primer gol y disponiendo de otra ocasión con un penalti que no pudo transformar.
Otro hombre que emocionó a los racinguistas fue Mariano, excelso de fortaleza que sería el autor del segundo tanto que confirmaría la victoria y la evasión de los puestos de descenso. Por ese motivo el partido nevado de Miranda del Ebro supuso un punto de inflexión hacia una recuperación que finalmente no se llevaría a cabo.
Otro punto de inflexión con nevada que tampoco culminaría su tendencia se produjo en la temporada 1992-93, cuando el Racing, líder y aspirante al ascenso a Primera, cayó en Lugo contra el colista por tres a cero. Era el 28 de febrero de 1993 y 50 minutos antes del partido, la nieve convirtió el terreno de juego en una lápida de frío sin inscripciones.
Había un espesor de cinco centímetros y no se veían las líneas que limitaban el campo, ni las áreas, así que el árbitro ordenó que se pintaran de color rojo y que se utilizara un balón del mismo color. Pero como no había pintura roja se utilizó la negra, y con el campo rayado de negro y una pelota manchada de pintura plástica de color negro, comenzaría un partido imposible de jugar en el centro del campo, con trampas constantes donde cayeron los mejores.
En el minuto 18, un despeje fallido de Ceballos le hizo resbalar y su caída lo aprovecharía el jugador holandés de color, Brian Grampon, que apareció para empujar el 1-0. Entre la nieve, Grampon fue más negro que nunca, y el partido se fue ensombreciendo cada vez que pasaban los minutos.
Hasta la capa blanca se derretía poco a poco para colorearse oscura y mezclarse con el barro y las manchas negras en que se habían convertido las líneas que limitaban las áreas y las dimensiones del campo. El resultado final de aquel partido fue de tres a cero, la paliza más abultada que encajó el Racing aquella temporada en la que curiosamente conseguiría el ascenso.
Jugar contra el Mirandés es recordar aquel último partido en Anduva. No puedo evitarlo. La nieve hubiera podido ser un obstáculo insalvable para jugar al fútbol, como el muro levantado en la serie de Juego de Tronos que protege los reinos de los peligros del invierno. Por eso siempre suspende, aplaza o encoge los ánimos del fútbol, hasta que hombres con madera de líderes nos enseñan que los muros pueden derretirse con el calor del esfuerzo y la voluntad, jugando con nieve, aunque sea en días de verano y contra el Mirandés.
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