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«El Racing es líder en solitario de Segunda División por primera vez en 32 años». Esta frase se pasea desde hace días por los ... labios de los racinguistas como una melodía olvidada que regresa de repente y no se puede sacar de la cabeza. Y en esos mismos labios, que han vivido descensos amargos y noches europeas, la sonrisa es inevitable. Este liderato no es casualidad. Es el resultado de un fútbol ofensivo y entretenido. Y de algo más. El Racing de José Alberto, ese equipo que se ha empeñado en jugar bonito, ha cimentado su primer puesto en la clasificación lejos de casa. A kilómetros de El Sardinero.
Y es precisamente ese detalle el que resalta en esta temporada mágica: el Racing no ha hecho de su casa, de su estadio, su refugio, sino que ha conquistado el liderato fuera de sus muros. Y en campos donde históricamente le resultaba muy complicado ganar.
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Es el mejor visitante de la categoría. De los 17 puntos que acumula en su casillero, 12 los ha conseguido con un pleno de victorias fuera de casa. Cuatro de cuatro. Ni un fallo. Vencieron en Oviedo (1-3), una plaza difícil. Los cántabros no se llevaban los tres puntos en La Romareda desde 1997 y el sábado Ezkieta y Aldasoro rompieron la maldición ante el Zaragoza (2-3). Mucho más tiempo hacía que el Racing no ganaba en Tenerife, 50 años (0-1). Otro hechizo deshecho. Y en Castalia tres cuartos de lo mismo. Allí los verdiblancos no habían vencido nunca y se impusieron al Castellón (0-1). Y es que quien tiene magia no necesita trucos.
No es que el equipo de José Alberto haya aprendido a sobrevivir lejos de ElSardinero, es que ha aprendido a brillar. Ganar cuatro partidos consecutivos a domicilio no es una casualidad, es una declaración de intenciones, y el Racing lo ha hecho a su manera. El estilo del equipo es inconfundible. Ofensivo, atrevido y líder.Mira siempre hacia adelante y no tiene miedo a tener el balón. Incluso hay algo casi romántico en cómo se despliega sobre el campo, como si cada jugador tuviera una cita con el gol y no quisiera llegar tarde. Hasta los inesperados, como Michelin, que lleva dos, y Aldasoro, que se lució en Zaragoza con un golazo. Es un Racing valiente, pero no ingenuo. Y lo mejor de todo es que todos suman. No importa si parten desde el once inicial o desde el banquillo, cada jugador parece entender que esta temporada hay algo especial en el aire. Quizá sea esa ilusión que persigue al equipo sin descanso con la intención de alcanzarle.
Pero sí hay un dato que llama la atención con respecto a la temporada pasada. Un contraste. Y el cambio no ha sido tanto en el estilo de juego, que sigue siendo ofensivo, atrevido y sobre todo divertido, sino en el escenario donde se despliega mejor. Mientras otros cursos la permanencia y los puestos altos de la tabla se alcanzaron gracias a El Sardinero, convertido en un fortín con José Alberto, este curso es al revés, al menos de momento.
En los Campos de Sport el Racing solo ha conseguido cinco puntos, con una renta de dos empates, una victoria y una derrota. Aunque es un balance aceptable, queda lejos del recuerdo del equipo de la temporada pasada, que convertía cada partido en casa en una especie de ritual en el que los tres puntos parecían estar garantizados. Este cambio quizá pueda achacarse a un detalle inesperado: el estado del césped de El Sardinero. Lo que en otras campañas era una alfombra verde, este curso se ha convertido en un auténtico estropicio. Un campo de batalla maltratado. Tanto José Alberto como la plantilla se habían quejado ya en múltiples ocasiones, puesto que no solo ponía en riesgo el estilo de juego del equipo sino que también acrecentaba de forma exponencial el riesgo de lesiones.
La empresa que gestionaba el terreno de juego, Royalverd, no cumplió con las expectativas y el Racing decidió ponerle remedio contratando una nueva, Novo Verd. El diagnóstico, un hongo había hecho mella en el terreno de juego. El césped tuvo que ser reemplazado a toda prisa, pero en el partido ante el Sporting comenzó a levantarse de manera escandalosa desde el minuto uno. A empezar de nuevo. Día de la Marmota. Los técnicos trataron de arreglarlo y cuando llegó el Cartagena la cosa había mejorado, pero no mucho.
Un césped en mal estado puede convertirse en un enemigo invisible y tal vez sea ese el motivo por el que, hasta ahora, el Racing ha tenido más problemas para sacar puntos en su propio feudo. El fútbol se nutre de contrastes y mientras los cántabros sufren en casa con un césped que no acaba de agarrar, se transforman en un equipo indomable en los campos de los demás. Esa paradoja ha sido clave para alcanzar los 17 puntos que hoy les colocan en lo más alto.
A día de hoy, todo parece posible, pero si algo sabe bien el racinguismo es que, en este club, los milagros no se piden: se trabajan. La clave está en mantener la racha fuera de casa y mejorar en El Sardinero. Si vuelve a ser un fortín, el sueño del ascenso podría ser algo más que una posibilidad. Este equipo no solo gana, hace disfrutar, y esa es una combinación que puede llevar muy muy lejos.
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Ana del Castillo
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