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Chapeau. No se puede pedir más. El Racing ha completado un inicio de Liga soberbio y hay que decirlo. Llevamos demasiados años tragando bilis en esta Segunda B como para no reconocer lo bueno cuando lo vemos. Siempre es más fácil encontrar defectos, generar dudas ... y ver las debilidades. Es parte de la condición humana de este negocio. Pero cuando las cosas se hacen bien no hay que ahorrar elogios y este equipo se merece ya unos cuantos después de dos meses completos de competición.
Primero para el que lo diseñó, Chuti Molina, que ha hecho un buen trabajo en la elección de jugadores. También su entrenador, que ha armado en un tiempo récord un grupo muy competitivo que ya ha presentado sus credenciales para ser campeón de Liga. Y por último una plantilla que ha sabido entender el nivel de exigencia de este club y ha respondido por ahora con sobresaliente al reto.
El Racing no juega brillante, pero sabe cómo ganar los partidos. Es lo que destaca habitualmente en los buenos equipos. Esos que saben adaptarse a las condiciones de cualquier campo, que buscan sus oportunidades con paciencia y que conceden pocos errores a lo largo de noventa minutos. El resultado de ese buen hacer es que los cántabros ya son líderes y eso no es una cosa menor ni anecdótica. Año y medio hemos tardado en recuperar ese estatus en esta Liga donde algunos rivales llegaron a perdernos incluso el respeto en los últimos tiempos. Ahora recibir al Racing es un dolor de muelas y jugar en El Sardinero una tortura.
El racinguismo por fin ha recuperado la autoestima y la afición está feliz. Esta temporada vuelve a viajar con los suyos y por fin disfruta en su estadio. Hay otras caras, otros gestos, otro ambiente. Hace unos meses todo era pesimismo y sombras. Ahora se ven sonrisas y esperanza. Esta categoría te puede llegar a destrozar psicológicamente. Es larga y dura y puede llegar a agotarte. Además después de la última temporada el club corría el riesgo de diluirse. Por eso ser líder es, además de muy simbólico, un golpe de autoridad y un mensaje para el resto de los equipos que ya nos empiezan a mirar con más respeto y temor.
Y ahora llega la Copa. Una competición a priori menor para un equipo como el Racing, pero un mundo de esperanza para sus fans después de haber superado dos eliminatorias con nota. Llegados a este punto, eliminar al Logroñés es ya una obligación y nos acercará durante unas semanas al club de los elegidos. Y claro, después de tener delante al Leioa, el Gernika, la Cultural de Durango o el Amorebieta volver a pisar un campo de la Liga Santander es casi un sueño. Así que sigamos soñando.
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