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Hasta aquí llegó
El Racing compite hasta que encaja dos goles de rebote en el enésimo rato tonto, cae eliminado ante el Mirandés y cierra con mal sabor una temporada agotadora
El empate a tres del pasado domingo fue el pistoletazo de salida. A partir de ahí, el optimismo fue creciendo paulatinamente. Como el porcentaje de ... carga del móvil. Esperanza al alza. Este jueves todavía había alguno que llegó a Miranda de Ebro pensando que las posibilidades de quedar eliminado eran mayores. La flecha hacia arriba se fue contagiando con el paso de las horas. Unos racinguistas convencían a otros. Luego vieron la calle Francisco Cantera llena de verde y blanco y a cada persona que les decía que no tenía entrada para el partido, la flecha se ponía más vertical hacia arriba. A la hora del recibimiento del autobús del equipo en Anduva ya no quedaban incrédulos. Y así fue hasta el minuto 63, porque el Racing estaba compitiendo bien. Con sus lagunas. Con sus virtudes. Pero con todas sus opciones vivas para pasar a la final. Sin embargo, el rato tonto, con dos tantos de rebote del Mirandés, puso el cierre a una temporada intensísima, agotadora y que habrá que valorar en su justa medida cuando se pase el disgusto. La ilusión se cansó de perseguir a un equipo que a veces, cuando no debía, le fue demasiado esquivo. Hasta aquí llegó. Es el racinguismo: caerse y levantarse. Ahora están en el suelo. Ya saben lo que toca.
De repente, José Alberto agitó la pizarra para darle vuelta a la alineación. Hasta cinco cambios con respecto a los dos encuentros anteriores. Ni un centro de la zaga que parecía inmutable y ajeno a cualquier terremoto. Manu Hernando sustituyó a Mantilla; en el doble pivote, con Meseguer baja por un proceso vírico, Maguette y Vencedor hicieron dupla. En la izquierda entró Marco Sangalli para tapar las subidas de Hugo Rincón, y mandó a Íñigo Vicente a la mediapunta para escoltar a Karrikaburu.

Mirandés
Raúl Fernández, Hugo Rincón, Egiluz, Gorrotxa, Tomeo, Benito (Joel Roca, min. 82), Reina (Ander Martín, min. 88), Lachuer (Tachi, min. 88), Parada, Izeta (Postigo, min. 82) y Panichelli.
4
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1
Racing

Ezkieta, Michelin (Rober González, min. 77), Mario García, Manu Hernando, Javi Castro, Maguette Gueye (Aldasoro, min. 77), Vencedor (Pablo Rodríguez, min. 77), Marco Sangalli, Íñigo Vicente (Lago Junior, min. 86), Andrés Martín y Karrikaburu (Arana, min. 58).
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Equipo arbitral: Guzmán Mansilla, asistido en las bandas por Munuera Montero y Ríos Vargas, todos ellos del Comité Andaluz. Cuarto:Orellana Cid (Andaluz); VAR: Milla Alvéndiz (Andaluz) y AVAR: Caparrós Hernández (Valenciano).
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Goles: 1-0, min. 6: Izeta. 1-1, min. 12: Maguette Gueye. 2-1, min. 63: Ezkieta, en propia puerta. 3-1, min. 66: Javi Castro, en propia puerta. 4-1:min. 70: Izeta.
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Amonestaciones: Amarilla al local Izeta y a los visitantes Andrés Martín, Manu Hernando, Pablo Rodríguez e Íñigo Vicente.
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Incidencias: Anduva. Césped en buen estado, en una tarde noche calurosa. 5.345 espectadores. Más de 500 de ellos, racinguistas.
El Racing salió intenso. Mejor que su rival. Y en los cinco primeros minutos se personó con peligro tres veces en el área local, pero no gestionó bien ninguna de ellas, así que ni siquiera contaron como ocasión.
La pinta era bastante buena, pero hay cosas que no cambian. Una vez llegó el Mirandés. Una. Suficiente. Todas las comodidades. Arranque por la derecha, centro al corazón del área e Izeta, como unos días en los Campos de Sport, con el putt. Dentro. A contracorriente. Y van ene veces. Sin embargo, esta podía ser la última.
Si el equipo cántabro volvió a encajar pronto, también iba a levantarse con fuerza. Era noche de rocanrol en Anduva. Apenas seis minutos después, Andrés Martín colgaba un fantástico balón con rosca al segundo palo y Maguette Gueye, en modo delantero, se lanzó para rematar a a gol.
Pese a la sucesión de acontecimientos, los de José Alberto mantuvieron el rol protagonista, aunque volvieron a malgastar una ocasión fantástica. Un balón largo de Vencedor en un saque de puerta encontró la grieta en una zaga rojilla bastante más endeble que de costumbre, Andrés Martín ganó a Tomeo, se plantó en el área, pero se entretuvo y, al final, no fue capaz de sacar nada. No estaba el tema para andar perdonando. Porque Panichelli rondaba el otro área y un cabezazo suyo se marchó demasiado cruzado. Y porque Ezkieta tuvo que sacar con los pies un disparo escorado de Íker Benito.
Lisci señalaba el cronómetro cuando Michelin tardaba en sacar de banda. ¿Tenía prisa? ¿Había quedado? El empate le daba el pase a su equipo. Eso sí, tras una hipotética prórroga. ¿Temía un partido largo? Igual tenía sed, porque justo llegó la pausa de hidratación. Momento en que se produjo un tumulto en la grada donde se mezclaban aficionados racinguistas y rojillos.
El choque perdió bravura. El Racing ya no tenía la misma presencia en ataque y el Mirandés no estaba mostrando su versión habitual en el primer partido de la temporada en el que realmente tenía algo que perder. Mucho, además. Pero en lo productivo, fue un buen momento para los jabatos, que tuvieron una buena acción con un remate en el segundo palo de Hugo Rincón al que Ezkieta respondió bien. El navarro sacó, justo antes del descanso, otro tiro de Gorrotxa. Aunque el primer tiempo terminó con un cabezazo desviado de Karrikaburu y con Íñigo Vicente, ya amonestado, más caliente que el pico de una plancha.
Percutió de inicio el Mirandés con un remate de cabeza de Parada que no encontró portería. Y Ezkieta le echaba un rapapolvo a Maguette Gueye como si estuviese encantado con la idea de una prórroga. El caso es que el Racing andaba menos travieso en campo rival.
Cuando realmente Ezkieta debería haber pegado cuatro gritos fue cuando Izeta peinó un centro y obligó al portero a hacer la parada de la noche. Respondieron los verdiblancos por partida doble. Primero, Andrés Martín estuvo a punto de hacerle el lío a la zaga, pero, a trompicones, vio la opción desbaratada. Después, Marco Sangalli cabeceó a la cruceta, por fuera, un saque de esquina. Fue el momento en el que José Alberto dio entrada a Arana por Karrikaburu.
Para casa
El gol iba a llegar en el otro área, en la racinguista. De la forma más tonta. En cinco minutos se fue la eliminatoria con dos rebotes. En la línea de fondo, Izeta la intenta poner y le salió una asistencia. El balón pegó en Ezkieta y se fue para dentro. No pasó mucho tiempo hsata que un balón perdido en el vértice del área verdiblanca lo engatilló Hugo Rincón, le pegó en la pierna a Javi Castro y se fue para adentro. Dos goles en propia puerta... Pues te vas para tu propia casa.
El equipo cántabro se descompuso por completo. Le quedaba tiempo para hacer otra heroicidad como la del domingo, pero ya no estaba en espíritu sobre el terreno de juego. A partir de ahí, los verdiblancos fueron un juguete roto en manos de un infante revoltoso. Izeta la puso en la escuadra para hacer un cuarto tanto que, esta vez, se antojaba demasiado castigo, pero fue un poco el antipremio de Elda o de Cartagena. Entre otros.
Con veinte minutos por delante, el resto era agonía y lo más que podía pasar es que alguien perdiese los papeles, como Arana, a quien el árbitro le perdonó como mínimo una cartulina cuando pagó el mosqueo con Raúl Fernández. José Alberto metió tres cambios. Ya casi que por decir que hizo algo. Rober González, Aldasoro y Pablo Rodríguez sustituyeron a Maguette Gueye, Vencedor y Michelin.
Lago Junior cerró el capítulo de asistentes para sustituir a un Íñigo Vicente que ya se había convertido en el foco de las mofas de todo un estadio que fue su casa durante dos años. Y el árbitro debió estar disfrutando o quizá se equivocó, porque dio casi una parte de una prórroga de tiempo añadido. Nueve minutos. ¿Para qué?
Para nada. Para sufrimiento visitante. Silencio absoluto en el andamio verdiblanco. Caras tristes. Alguna lágrima. Tantas veces ha visto el racinguismo la misma foto... José Alberto se calzó la americana, metió las manos en los bolsillos y miró hacia abajo antes de ir con los futbolistas a agradecer el apoyo incondicional a los aficionados cántabros. Momento difícil. De analizar. De pensar. Y, sobre todo, de descansar, porque anímicamente ha sido muy exigente. Seguro que volverán a creer. Y la ilusión, pues ya veremos, pero seguro que le da por volver.
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