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Manolo Higuera (Santander, 1964) afronta su tercer proyecto en el Racing con la esperanza de alcanzar una meta aplazada durante demasiado tiempo: el ascenso. Abogado y empresario, el club se ha convertido en otro trabajo a tiempo completo y repleto de escollos, pero ahora, ... pese a las incertidumbres deportivas, se felicita por la llegada de un accionista de referencia que puede dar estabilidad a la sociedad. Por el momento, el primer paso es ese ascenso que los Campos de Sport acariciaron dos temporadas consecutivas. Y el prólogo, la llegada de dos o tres fichajes de invierno que refuercen la plantilla y despejen las dudas surgidas hace dos meses, en el momento más crítico del equipo.
-Otro año, y ya van tres, en Segunda B. Y no parece que el ascenso esté demasiado cerca...
-Un año complicado, porque es el tercero consecutivo en Segunda División B y la gente, evidentemente, está cansada de permanecer en una categoría que no le corresponde a la historia y dimensiones del Racing. De todas maneras, mirar tres años hacia atrás ayuda a entender un poco mejor lo que está pasando. Recordar cuál era la situación económica hace tres temporadas permite entender todo mucho más fácil. Al final, tanto esta temporada como en las anteriores el Racing rondaba el puesto 20 en cuanto a presupuesto para plantilla de los 80 que tiene la Segunda B, y eso siempre hace más complicado el objetivo del ascenso. Pero lo que esperamos desde dentro es ascender este mismo año.
-Para ascender a este Racing le falta gol ¿Habrá fichajes de invierno?
-Sí; va a haber incorporaciones, pero no solo por lo que ha ocurrido durante estos meses, sino porque era algo planificado. Se está trabajando desde la dirección deportiva y creemos que al final vamos a terminar la temporada con un equipo más fuerte que el que tenemos ahora.
-¿Por qué no se configuró así en verano? ¿Ha habido errores de planificación?
-Cuando estás en una situación económica como la que vive el Racing, que no permite firmar en julio a futbolistas de 100.000 euros sencillamente porque no te lo puedes permitir, te ves obligado a buscar esa operación en diciembre por 50.000 o 60.000, que es una cantidad que sí puedes asumir. Ya teníamos planificado qué área nos íbamos a ver obligados a reforzar, como el año pasado, cuando la situación se agravó más aún por la crisis de lesiones. Pero sabíamos que habría que reforzar la plantilla en determinadas posiciones, como vamos a hacer.
-Las ausencias y la plantilla corta han propiciado que los canteranos sean protagonistas, pero en las anteriores la directiva y el cuerpo técnico sufrieron muchas críticas por haber anunciado un proyecto de cantera que no se veía por ninguna parte ¿Qué ha cambiado?
-Yo quiero vivir ese asunto desde la normalidad, porque la demagogia en el fútbol es muy mala. En la primera temporada en Segunda B la plantilla la hicimos entre nueve exjugadores que hemos mamado La Albericia y que la sentimos como nuestra casa. En ese momento, cuando analizamos la plantilla y la cantera puesto a puesto, nos dimos cuenta de que el daño que se había causado a la cantera en los últimos años no permitía que prácticamente ningún futbolista pudiera dar el salto al primer equipo, con excepción de los que ya estaban. Sencillamente, la cantera había sido arrasada, especialmente con Iñaki Urquijo y en otro periodo de Pernía en el que estuvo totalmente abandonada, de modo que no podía cubrirse la plantilla con gente de la casa. Eso fue un peaje que nos vimos obligados a pagar: el poder tirar de canteranos porque en ese momento no los había aún preparados, pero los siguientes años han demostrado que aquello era provisional.
-¿Es entonces esta apuesta por la cantera algo estructural, no coyuntural? ¿Cuando haya presupuesto para fichajes se seguirá apostando por La Albericia?
-Creo que es difícil encontrar un equipo de los de la élite de Segunda División B, de los quince o veinte que buscan estar ariba, que maneje tantos canteranos como el Racing.
-¿Fueron muy duras aquellas semanas en las que el equipo no ganaba y se llegó incluso a plantear la destitución del entrenador?
-Sí, pero esto es fútbol. Los resultados son, para lo bueno y lo malo, un martillo pilón. Los que cuando ganas dicen que el entrenador es un monstruo y que los jugadores son como Messi, son los mismos que cuando pierdes tres partidos dicen que hay que echar hasta al utillero. El Racing pasó por un momento muy muy malo a nivel deportivo, la verdad. Durante mes y medio no había ninguna buena sensación y he sufrido mucho; no te voy a engañar. Ha sido una época durísima.
-Además hablamos de una persona con la que le une una buena amistad
-Evidentemente hay afectos personales y eso lo hace más difícil. Pero aparte, esa sensación de que un proyecto no funciona no es nada agradable, la verdad. Desde el director deportivo a Víctor Diego y Pedro Ortiz, hemos sufrido mucho. Entiendo que como el resto de racinguistas, pero cuando tienes que asumir responsabilidad adicional se sufre más.
-Porque el objetivo sigue siendo el ascenso este mismo año, por lejos que esté en este momento el liderato.
-Ya he dicho que entre todos tenemos que conseguir ascender esta misma temporada. Para eso trabajamos.
-Ese era precisamente uno de los reproches: que se construyó dos veces un equipo para ascender sin contar con La Albericia y tampoco se alcanzó ese objetivo. Precisamente Quique Setién, vital en la ampliación de capital, ha sido la voz más crítica.
-Yo entiendo la posición de todos, pero discrepo de la de Quique, sobre todo porque él vivió la primera temporada en Segunda B y era uno de los miembros de la comisión deportiva cuando se hicieron aquellos fichajes. Y creo que no es justo. Él parte de un concepto distinto al de los demás: que el proyecto podía consistir en tirar solo de la cantera y permanecer hasta seis u ocho años en Segunda B, si fuera necesario. Sin embargo, yo que estoy dentro y conozco los números sé que eso era imposible. Incluso sin haber subido, en esas dos primeras temporadas perdimos dos finales por el ascenso, y sin aquellas finales, si hubiéramos quedado en el sexto y octavo puesto, por ejemplo, hubiera sido imposible convencer a un grupo inversor de que entrara en el club. Nadie se hubiera acercado al Racing y hubiera resultado imposible atender las obligaciones. Ocho años en Segunda B significaban para el Racing no poder atender sus obligaciones y condenarle a la desaparición.
-Se habló muchas veces del riesgo de disolución ¿El Racing está vivo de milagro?
-Sí, sin duda. Y eso es algo de lo que todos debemos ser conscientes. Cuando llegamos al club nos encontramos en una situación ya no crítica, sino prácticamente irreversible. Coloquialmente decíamos que estábamos enterrados, ya con la tierra encima. Después, a lo largo de este tiempo hemos tenido otros momentos difíciles, con un nuevo punto crítico en junio de este año, cuando gracias al paso adelante del Grupo Pitma se consiguió salvar una vez más la situación. Sí que estamos vivos de milagro, pero ahora tenemos una situación más estable y hay que ascender, porque ese es el paso definitivo que nos resta para asegurar la estabilidad del club. Llegamos con una deuda de 34 millones y se ha quedado en 22, pero hay que seguir amortizándola con el tiempo.
-El Racing ha vivido una época de gran comunión con su masa social, pero varias temporadas en Segunda B, ¿pueden provocar un paulatino abandono?
-Se corre el riesgo de desafección por pérdida de ilusión; es evidente. No sé si ocurrirá o no, pero el riesgo está ahí. En este momento la afición del Racing es acérrima. Creo que ese sentimiento nació como una reacción a la situación de indignidad que se vivió hace unos años y debemos luchar por mantenerlo, porque es un activo fundamental. Y la mejor forma de hacerlo es ascender este mismo año.
-Ese es el gran lunar de su gestión. Se ha remontado la crítica situación económica, pero ya son dos fracasos en el objetivo del ascenso ¿Le queda esa espina clavada?
-Sí, claro. Naturalmente. Siento la decepción por no haber subido estos dos años y la tristeza absoluta de haber perdido en dos temporada consecutivas dos finales que hubieran transformado la realidad del club. Me acuerdo de ello todos los días y todos los días le dedico muchísimas horas a intentar revertir la situación y devolver a la gente la ilusión que tiene.
-¿Y se ha sentido solo en el camino?
-No. Tengo que ser sincero. Hay algún grupúsculo -que al menos por lo que a mí me llega no es muy grande- que vive en una permanente agresión, pero no solo contra mí y contra todos los que dirigen el Racing, sino contra el club en sí mismo. Pero por lo demás me siento absolutamente respaldado por la gente. Me dan ánimos y algunos las gracias. Yo lo único que pretendo es, siendo uno más de los miles de racinguistas que reaccionaron ante una situación, asumir la responsabilidad que me ha tocado. Y me siento gratificado por el cariño de la gente.
-¿Ha tenido ganas de irse?
-A mí ya me lo han oído decir muchas veces. Entré en un momento de necesidad absoluta, casi por imposición. La época que hemos vivido todos, no solo yo, ha sido especialmente dura, seguramente la más dura de la historia del club, y eso desgasta mucho. Sigo al frente por la exigencia, aunque no sé si esa es la palabra más adecuada, del Grupo Pitma, y lo que no voy a hacer bajo ningún concepto es dejar tirado a nadie. Si se considera que tengo que aguantar, lo haré. Pero el desgaste está ahí; no hay duda. Aunque lo cierto es que desde la entrada del Grupo Pitma en el club no ya como accionista mayoritario, si no desde 2016, el respaldo, la gestión conjunta y lo bien que se está llevando el trabajo hacen que todo sea mucho más llevadero.
-¿Se siente traicionado por el Gobierno de Cantabria?
-No sé si la palabra es traicionado. Lo primero de todo es que desde mi punto de vista es inconcebible, y en esto voy a plagiar las palabras de Miguel Ángel Revilla hace unos meses, que un presidente o un Gobierno falten a su palabra tanto verbal como escrita. Y el Gobierno de Cantabria faltó repetidamente tanto a su palabra personal como al compromiso escrito. No quiero olvidar que todavía hoy hay un acuerdo del Consejo de Gobierno de agosto de 2016 en que se comprometía a dar el paso que no dio. Así que la palabra más correcta no sé cuál es, pero la decepción y la rabia fueron absolutas. Ese incumplimiento puso en riesgo tanto el futuro del Racing como el futuro personal de las personas que ahí estábamos gestionándolo, tanto a nivel personal como patrimonial.
-¿Habla de la disolución del club?
-Ese incumplimiento puso en un riesgo definitivo al Racing. Solo el paso adelante del Grupo Pitma pudo salvarlo.
-¿Costó mucho convencer a Alfredo Pérez y Pedro Ortiz de que hicieran su segunda inyección de capital?
-Más que convencerles nosotros lo que convenció definitivamente al Grupo Pitma fue la pasión que vieron desde que empezaron a participar en el club. El Racing es algo tan grande que cuando lo vives de cerca, desde dentro, te invita a luchar por ello. Es como luchar por un niño. Fue más complicada la decisión que tuvieron que tomar ellos de dar el paso adelante, con el compromiso económico que significaba, que el esfuerzo que tuviéramos que hacer los demás por convencerles.
-¿Ha superado el Racing el riesgo de disolución?
-La presencia del Grupo Pitma es un factor de equilibrio y estabilidad, pero si el Racing no es capaz de dar el salto en un periodo de tiempo razonable, la inestabilidad y el riesgo permanecerán.
-Defina 'plazo razonable'.
-Ya he dicho que el proyecto y la decisión del Grupo Pitma es firme y evidente, que su proyecto ha llegado para quedarse, pero evidentemente el salto de categoría es un objetivo necesario que hay que conseguir entre todos, y aquí incluyo como factor decisivo a la afición. Lo de plazo prudente no sabría decir exactamente cuál es; si dos años o tres. Pero es más sencillo: entre todos tenemos que intentar que sea este mismo año. Igual soy un inocente, pero de verdad que lo que palpo en la calle es que si el Racing asciende la explosión va a ser terrible. Tanto de la alegría del momento como de ilusión por lo que se pueda hacer en el futuro. Y hay que luchar por ello: por ascender, conseguir la estabilidad definitiva y devolver a la gente todo lo que ha puesto. Cuando dentro de unos años miremos atrás comprobaremos el esfuerzo, ilusión y cariño que entre todos hemos puesto en reflotar al Racing. Y digo todos: los miles de personas que apoyan permanentemente al equipo.
-Habla de devolver ¿Cree que devolverán algo Pernía y Harry?
-Creo que es difícil que económicamente estas personas devuelvan ni una milésima parte del perjuicio que han causado, pero sinceramente sí espero que paguen con lo que probablemente más les duela. Que alguien les mire a los ojos y les diga: 'Habéis cometido delitos y sois unos delincuentes'. Espero que llegue la posibilidad de que incluso tengan que entrar en prisión. Y lo digo así porque lo siento como algo absolutamente justo y necesario. Una sociedad como la nuestra no debe permitir que la gente actúe como ellos lo hicieron y que salgan de rositas.
-¿Cuándo se levantará el embargo de Hacienda?
-La situación con Hacienda está normalizada desde hace unos meses. La deuda se ha rebajado de forma muy importante y evidente y si ascendemos se regularizará; se pondrá a cero, en julio de 2018 como muy tarde. Porque tendremos capacidad de hacerlo y por obligación, porque hay que recordar que la LFP lo obliga para poder reingresar. Y si no ascendemos, al ritmo que llevamos el plazo de amortización de la deuda también será corto. Ahora mismo estamos por debajo de los cinco millones de euros. Y cuando llegamos era hasta de doce.
-¿Ya no se comen los intereses las amortizaciones?
-Los intereses siguen siendo un factor importante, pero con el ritmo de pago actual creemos que el reto es ahora menos decisivo.
-¿Puede quedar saldada la deuda con Hacienda para 2019 incluso sin ascender?
-Desde luego, no andará muy lejos.
-Ha tenido una gran paciencia con el Racing, aun habiéndole embargado...
-Cuando uno tiene ya una capacidad de análisis más fría se da cuenta de que en todo este proceso la Agencia Tributaria ha sido, evidentemente, uno de los principales paganos de la vergonzosa gestión que llevaron a cabo primero Pernía, que generó una deuda impensable, y después por la actitud ladina y casi delictiva de Lavín al incumplir el convenio singular que los administradores concursales habían firmado. Ese incumplimiento fue el que de verdad puso en riesgo absoluto el futuro del club. Aunque las cantidades serían parecidas, con ese convenio en vigor la situación hubiera sido distinta. Todo el sufrimiento que ha padecido el Racing, ese embargo que le puso en un riesgo letal, no existiría, porque la deuda no estaría vencida.
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