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Uno ya tiene experiencia en relatar ascensos. Hasta ha cogido callo en contar descensos. Han sido malos tiempos para la lírica racinguista. Pero, ¿cómo se cuenta una permanencia? Hay cosas que no se narran, porque la realidad las explica por sí solas. Y este es ... un paso importantísimo en la reconstrucción del club. La confirmación de que el fútbol profesional vuelve a ser el hábitat. El tajo al tentáculo que unía a este equipo con el infierno de la tercera categoría. El hito que permite levantar la cabeza y, por qué no, empezar a mirar hacia arriba. Hacia el ático donde el Racing un día fue residente ilustre. «Nunca pensé que iba a llorar por una permanencia», balbuceaba Pepe Barros a eso de las cuatro de la tarde. A sus décadas y décadas de vivencias. Fíjense si era gordo el premio. El triunfo ante el Eibar hizo realidad lo que era inminente. Con dos jornadas de sobra. Ni el más optimista...
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En cuanto a nombres, José Alberto ya ha hecho acopio de una serie de variantes que le permiten salir por la tangente de forma inesperada. Y eso es lo que hizo ante el Eibar. Según se mire, se puede decir que desarmó el doble pivote que tan buen rendimiento le estaba dando. Pero quizá lo que hizo fue reforzarlo, con la presencia de Íñigo Sainz-Maza junto a Aldasoro en la cocina, con Juergen Elitim por delante para servir los platos. Portería, defensa y extremos fueron los previstos. Y el delantero –Matheus Aiás–, en ausencia de Baturina y viendo las preferencias del míster, pues también.
El horario del partido era... Eso que el técnico racinguista expresa con tanta claridad y tino. Pero en los Campos de Sport había una atmósfera especial. Cualquier hora es buena para cobrar una herencia o para sellar una permanencia. No era el ambiente de un día de ascenso, porque a fiesta de caballo ganador se apunta todo el mundo, pero sí sonaba que, los que estaban, valoraban la verdadera importancia de esta salvación. Es la nueva realidad verdiblanca.
En medio de la tensión, porque el Eibar también se juega algo gordo, el balón iba de bote en rebote. Por el cielo. Mal control. Pelotazo. Peor pase... Los futbolistas eran incapaces de darle calma a una tarde de nervios. Un intento de vaselina de Juergen y un centro desde la derecha del ataque vasco al que no llegó Bautista fueron los primeros acercamientos a las áreas. Poca cosa.
Racing
Ezkieta, Dani Fernández, Saúl García, Mantilla, Pol Moreno, Íñigo Sainz-Maza (Arturo Molina, min. 80), Aldasoro, Juergen Elitim (Fausto Tienza, min. 89), Mboula (Marco Sangalli, min. 65), Íñigo Vicente (Satrústegui, min. 89) y Matheus Aiás (Pombo, min. 65).
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Eibar
Luca Zidane, Venancio, Berrocal (Ríos Reina, min. 87), Sergio (Javi Muñoz, min. 74), Yanis Rahmani (Aketxe, min. 59), Tejero, Corpas (Vadillo, min. 59), Bautista (Blanco Leschuk, min. 74), Stoichkov, Nolaskoain y Arbilla.
Equipo Arbitral Arcediano Monescillo (Castilla La Mancha), asistido en las bandas por Cerdán Aguilar (Castilla La Mancha) y Díaz González (Galicia). Cuarto: Mallo Fernández (Castilla y León); VAR: Sánchez López (Murcia) y AVAR: Prieto Iglesias (Navarra).
Goles 1-0, min. 44: Íñigo Vicente.
Amonestaciones Amarilla al local Mantilla y al visitante Aketxe
Incidencias Campos de Sport de El Sardinero. Césped en buen estado en una tarde nublada y fresca. 15.758 espectadores.
En el minuto 18, el encuentro se detuvo por la indisposición de un aficionado en Preferencia Este. El médico y el fisio verdiblancos tuvieron que intervenir de urgencia. Íñigo Sainz-Maza, que no es el capitán del Racing, sino el de todos los racinguistas, se quedó pendiente de la escena. El árbitro llamó al de Ampuero para retomar el partido. «Espera», le dijo el centrocampista, que preguntó a la grada en busca de un pulgar en alto. Los sanitarios tenían controlada la situación. «Podemos continuar», vino a decir Íñigo regresando a su posición. El aficionado fue sacado del estadio para ser debidamente atendido.
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Tras el parón, el Racing empezó a sentirse más cómodo y a ponerle la correa al balón. Buenas combinaciones y Mboula mostrando alguna de las armas que lleva en el catálogo. Faltaba algo de potencial en donde se marcan las diferencias. Algo que le sobra al Eibar, que con muy poco creó la primera buena ocasión. Un centro al segundo palo lo cabeceó Yanis Rahmani tras superar por arriba a Dani Fernández. El testarazo obligó a Ezkieta a lanzarse para mandar la pelota a córner. A pesar del susto, los de José Alberto estaban bien sobre el terreno de juego, pero allá por el minuto 34, no ocultaron que un empate... Pues guay.
Pero ganar es infinitamente mejor. Pol Moreno, el pulpo de Badalona, cortaba y atropaba balones como si no hubiese mañana. Subió a rematar un córner que terminó sin consecuencias y de la que volvía a su posición, rebañó otro en campo rival que además convirtió en pase. La acción acabó de nuevo en saque de esquina. Juergen al lanzamiento. El colombiano, para despistar, hizo un gesto con la mano: «Entrad, entrad». Pero sacó atrás, a Saúl García. Ahora sí, el lateral la puso al segundo palo y allí apareció Íñigo el travieso. De apellido Vicente. Para poner el 1-0 en el marcador. Por debajo de las piernas de Luca Zidane. Justicia poética. Por la espantada. Porque este barco, aunque se hunda, se respeta. El vasco sacó el teléfono manual. «Hola, ¿está la permanencia? Que se ponga». Hasta el descanso, los Campos de Sport entraron en modo ebullición.
Este domingo en las gradas había tres tipos de personas. Las que tenían hambre por no haber comido; las que, con el estómago lleno, escuchaban que habían dejado huérfano al sofá y los que se llevaron el bocadillo al estadio. Esos eran los otros MVP's del partido. Lomo con queso, con pimientos, tortilla... Menuda alineación.
🤤 Yo siento cosas viendo esto. ¿Vosotros? #RacingEibar pic.twitter.com/99xpgZRSnR
— Real Racing Club (@realracingclub) May 14, 2023
En el Lego al que le gusta jugar a los entrenadores modernos, el Racing bajó ligeramente el bloque tras el paso por el vestuario. Eso tiene sus riesgos, aunque este equipo haya demostrado que, desde la Romoneta, también se maneja bien en el cierre y achique. Un centro, otra vez desde la derecha, no llegaron a rematarlo en boca de gol ni Bautista, en el primer palo, ni Stoichkov, en el segundo.
El equipo cántabro estaba feo pero fuerte. Defendiendo su tesoro cual Gollum verdiblanco. Y el Eibar, frustrado. Incapaz. Aunque de la casi nada, podía sacar una ocasión. Bautista, a la media vuelta, hizo trabajar a Ezkieta para evitar el empate. Acto seguido, un cabezazo de Aketxe se marchó por encima del travesaño. Hasta el valiente José Alberto, conocedor de lo que tenía apresado en la jaula, sacó su lado más conservador. Marco Sangalli y Pombo sustituyeron a Mboula y Matheus Aiás. La entrada del aragonés le dio más capacidad de mantener el balón al conjunto santanderino. Había que aguantar, aguantar y volver a aguantar. Un tiro de Vadillo por debajo de las piernas de Mantilla lo atrapó bien Ezkieta. Y Luca Zidane agarró un remate de cabeza, demasiado tímido, de Pombo, tras una buena combinación racinguista.
Restaban más de veinte minutos y las cabezas de los presentes ya habían adoptado el automatismo. Una mirada al terreno de juego, giro de cuello y al marcador. Con la nuca, Stoichkov prolongó un balón que Ezkieta interrumpió en su camino hacia la portería. José Alberto llamó a Arturo Molina. El sustituido fue Íñigo Sainz-Maza.
La grada racinguista entró en apnea tras una falta lateral colgada por el Eibar. El primer rebote se lo quitó de encima Ezkieta como pudo. Después, Berrocal marcó. El árbitro, atento, señaló mano previa del ataque armero. La platea respiró. Bueno, parte, porque los cerca de 1.400 eibarreses se llevaron un disgusto morrocotudo. Arcediano Monescillo se llevó la mano al pinganillo para que le corroborasen la decisión. No hacía falta. La Gradona lo tenía claro: «Ha sido mano, ha sido mano».
José Alberto puso otros dos candados más y tiró las llaves al foso. Satrústegui y Fausto Tienza reemplazaron a Íñigo Vicente y Juergen Elitim. El cuarto árbitro señaló cuatro minutos de tiempo añadido. Lo que quedaba para la permanencia. Vadillo lanzó un córner horrible y los Campos de Sport lo celebraron casi como si fuese el 2-0. Pero, para rugido, posterior al silencio, el que se produjo después de que un cabezazo de Stoichkov se marchase contra el palo y la defensa verdiblanca mandase el balón a Cuenca.
Fue lo último antes del delirio. El estadio entonó el «Racing no va a descender». Esta vez, no como un deseo, sino como una evidencia. Ahí empezó la fiesta. Y esa se la contaremos en las páginas posteriores. A disfrutar.
Los Campos de Sport siguen viviendo una fiesta que arrancó ya por la mañana, con la expectativa de una jornada de alegría y que ha llegado al delirio al final del partido, cuando el estadio en pie ha ovacionado a los racinguistas tras un agónico partido que les ha dado la permanencia.
Todavía se prolongará la fiesta en el propio estadio y, previsiblementem en los alrededores, donde se pueden concentrar aficionados para alargar la jornada festiva, nunca mejor dicho, de domingo. Ante las múltiples posibilidades que existían no se había preparado nada específico, más allá del tifo que ha mostrado la Gradona de los Malditos, pero a buen seguro que la celebración continuará.
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