Un giro brusco de los acontecimientos

Aunque José Alberto dejó caer el viernes la opción del hasta este sábado inédito Juan Gutiérrez para cubrir la ausencia de Mantilla en el lateral derecho, al final se cumplió lo previsto. Marco 'ta fazendo sonhar' Sangalli volvió a la titularidad en un estadio donde fue un icono y ahora le pitan. La tarde del vasco pintaba bien pese al sonido de viento y acabó en drama. La entrada de Aldasoro en el doble pivote en lugar de Iván Morante fue la otra novedad en el once del técnico asturiano, que cumplió su segundo y último partido de exilio en las cabinas de prensa. Más o menos los mismos futbolistas que en el triunfo ante el Tenerife. Aunque lo del Racing no es tema de nombres, sino de caras. La de casa o la de fuera. Eso es lo que realmente había que cambiar. Y vaya si lo hizo.

La camaradería entre contendientes duró lo que tardaron los 22 futbolistas en posar juntos, con la misma camiseta, dentro de una campaña de LaLiga contra el racismo. Con el pitido inicial arrancaron las hostilidades. Y el Racing estuvo a punto de perder la compostura cumplido el primer minuto de juego. Un disparo de Sebas Moyano se le escapó de las manos a Ezkieta y el balón estuvo en un tris de colarse en su portería. El arquero navarro fue capaz de reponerse del error para, poco después, embolsar un buen cabezazo de Luismi que le salió centrado.

El Racing se estaba viendo superado por la gran intensidad del Oviedo. Pero, cuando uno tiene problemas para sostenerse, el talento siempre es un buen asidero al que agarrarse. Mario García, con un fantástico movimiento entre líneas, ganó terreno en la frontal y allí sirvió al espacio para Arana. El disparo cruzado del canario lo despejó, atento, Leo Román. La balanza se desniveló entonces para el otro lado, y Germán Sánchez, a la salida de un córner, cabeceó por encima del travesaño.

Una vez conectados los dos equipos, el choque ya estaba para disfrutarlo. Igualados a energias, los aciertos y los errores estaban llamados a marcar las diferencias. Fíjense, de un robo a Marco Sangalli en tres cuartos del ataque, la acción acabó con un remate de Dubasin al lateral de la red verdiblanca en un santiamén. Y un fuera de juego señalado por el asistente libró a Arana de un mosqueo morrocotudo después de fallar un mano a mano, a genial pase de Íñigo Vicente, ante Leo Román. Aunque pareciese mentira, al mirar al videomarcador ponía que se llevaban poco más de veinte minutos.

En medio de todo el ruido ambiental, el duelo bajó levemente de revoluciones. Pero sólo levemente, porque Arana estuvo a punto de encontrar petróleo en medio de un páramo. El canario salvó un balón que se iba fuera mientras Luengo trataba de protegerlo. El nueve sirvió para la llegada de Peque y el catalán comenzó a rondar por el área. Por aquí, no. Por aquí, tampoco. Y, ¿por aquí? Nada de nada. Al final, cedió atrás para Marco Sangalli y el tiro del vasco se fue al cuerpo de un zaguero.

El partido volvió al concurso de sopapos. Turno del Oviedo. Borja Bastón se tropezó con un despeje de Ezkieta y el balón no se coló en el arco porque... Suerte. En la siguiente acción, el equipo carbayón pidió, frustrado, un posible penalti de Aldasoro sobre Luengo. Ni el árbitro ni el VAR. Sigan.

Pero, para frustración, la de Juan Carlos Arana. Tremenda parada la de un Leo Román que se ha ganado un hueco en las pesadillas del canario. Tras una buena jugada verdiblanca por la derecha, Aldasoro remató defectuoso un pase atrás de Mboula. Al de Beasaín le salió un centro inesperado a la cabeza de Arana, que cambió por completo la trayectoria del balón. El arquero, brutal, rectificó y sacó una mano al lado contrario para evitar el 0-1.

El partido se puso de los que le gustan a José Alberto. De pim, pam, pum, rocanrol o como quieran llamarlo. Allí, Ezkieta repelió un cabezazo de Sebas Moyano en el segundo palo. Aquí, Leo Ramón volvió a intervenir para detener un remate de testa de Mboula. Es cansado hasta relatarlo.

De repente, el ruidoso Nuevo Carlos Tartiere se quedó en silencio. ¿Todo? No. Una importante multitud de irreductibles aficionados cántabros entró en ebullición. ¿Por qué? Porque Peque recibió de Arana en el área, regateó a Leo Román y, ya sin portero, puso por delante al Racing cuando ya se había alcanzado el minuto 45. Qué bien que Santi Denia no le ha llamado para la sub 21. Este tortazo sí que dejó marca.

Logrado el triunfo parcial en el juego de los manotazos al morro, el partido entraba en otra dimensión. Para el Racing, la de ser buen encajador y, si era posible, apelar al contraataque. Los diez primeros minutos del segundo tiempo se marcharon corriendo. Con un balance de nada para el Oviedo y un remate acrobático de Peque que se marchó desviado. El equipo carbayón, ofuscado, no era capaz de hacer daño y bastante tenía con mantener a raya los errores no forzados. Lo más parecido a una ocasión para los locales llegó en un centro lateral que Marco Sangalli convirtió en suspense en su intento de despejar a saque de esquina con el pecho.

El cuadro local subió un peldaño sus prestaciones ante un Racing bien pertrechado atrás. Dani Calvo cabeceó un saque de esquina que agarró, en el centro, Ezkieta. Pero a los asturianos se les iba a bajar el suflé antes de subir. Arana agarró un balón dividido en el centro del campo, lo protegió bien y Luengo echó a tierra al canario con una dura entrada. El colegiado desenfundó rápido. Roja. Excesiva o no, a la calle. Con media hora por delante.

Pero diez minutos después, el árbitro iba a compensar. Marco Sangalli se pasó de frenada en una entrada en campo contrario. Por detrás. Quizá de tarjeta naranja. Con los antecedentes recientes, al juez le tiró más hacia el colorado. Las fuerzas quedaban igualadas. Pero con el ambiente y el rival soliviantados.

Mientras Andrés Martín discutía con un aficionado local en la banda y Pedro Dorronsoro llamaba a Juan Gutiérrez para arreglar el estropicio en el lateral derecho, Alemao hizo un fantástico control en el área y batió a Ezkieta por debajo de las piernas. De repente, todo se puso en contra para un Racing al que las ventajas se le convirtieron hasta en calambres en las piernas.

El Oviedo y su grada entraron en ebullición y daba la sensación de que el conjunto cántabro bastante tenía con aguantar el chaparrón. José Alberto mandó entrar a Andrés Martín por un Peque cuyos gemelos pedían a gritos la sustitución. Los carbayones seguían achuchando. Un saque de esquina muy cerrado de Cazorla estuvo a punto de colarse en la meta cántabra.

El Racing tuvo una contra para respirar, aunque la decisión última de Andrés Martín, un centro, un tiro o qué se yo, a la nada, acabó con la oportunidad de hacer peligro. Aunque los verdiblancos tomaron algo de aire. Forzaron un córner y Germán Sánchez terminó la acción con un disparo alto. Cercenado el arreón asturiano, y cuando los dos equipos ya empezaban a dar síntomas de verdadero cansancio –ya era hora, por otra parte, después de tanto meneo–, Andrés Martín lo volvió a intentar con un disparo, obstaculizado, que atrapó Leo Román.

Íñigo Vicente se dejó caer sobre el césped, agotado. A Mboula casi le tienen que sacar a cuchus. El vasco y el catalán fueron reemplazados por Ekain y Jeremy. Una lástima, porque justo en ese momento el Racing estaba encontrando huecos, escenario idóneo para el mago. Aunque Jeremy iba a coger esa responsabilidad e hizo trabajar a Leo Román con un intento sin ángulo.

No había fuerzas para mucho más, porque los equipos se habían vaciado por completo. Final. Y es verdad que el Racing lo tuvo en la mano y se tuvo que conformar con un nuevo empate fuera de casa, pero esta vez no se puede negar que el equipo cántabro dio un paso adelante en sus ambiciones por luchar para meterse en el play off de ascenso.

📲 Sigue el canal de El Diario Montañés en WhatsApp para no perderte las noticias más destacadas del día.