Permanece otro día

Cuando menos centrales disponibles tenía, José Alberto decidió ponerlos a todos. El asturiano salió a Anduva a sorprender, con una línea de cinco formada por Mantilla, Satrústegui y Pol Moreno en el centro y Dani Fernández y Saúl García en los carriles. Mantuvo a Aldasoro, Juergen Elitim, Mboula, Íñigo Vicente y Baturina, formando un cuadrado por detrás del delantero croata. Aunque en el videomarcador de Anduva anunciaron a Marco Camus en lugar de al balcánico. Como en los álbumes, faltaba el cromo del último fichaje. En los videojuegos, el parche de actualización. Precisamente el dálmata no alcanzó en el segundo palo un córner botado en el primer minuto de juego.

Si la idea de José Alberto con la defensa de tres centrales era impedir que el segundo máximo goleador del campeonato, Raúl García, vacunase a los verdiblancos, el plan se vino abajo pasados dos minutos y 35 segundos de partido. Un pase la derecha lo remató de primeras el ariete para adelantar a su equipo. Ahora había que convertir el 5-4-1 en ofensivo...

Hasta que el míster recalculase el recorrido, había que seguir con lo puesto. Capacidad había, e Íñigo Vicente buscó en la chistera, en un terreno de juego que se conoce como el pasillo de su casa. Después, un centro de Saúl tocaba en la pierna de un defensa y hacía trabajar al meta Alfonso Herrero. Pero el Racing pegaba con el matasuegras y el Mirandés, con el mazo. Roberto López lanzó un cañonazo desde fuera del área, que tocó Ezkieta antes de que se estrellase en la cruceta. El temblor del arco fue el mismo que sintió el equipo cántabro, que a partir de ahí se vio más sometido por el conjunto local. José Alberto se quitó la americana. No era para menos.

El Racing estaba en aprietos y debía apelar al talento de sus futbolistas del frente de ataque. Así fue como llegó una acción clave, allá por el minuto 26 del encuentro. Mboula sacó su gorro de cowboy verde, galopó hacia el área y, en la frontal, sacó un disparo que pegó en la mano de Álex Martín. El colegiado dudó un poco, pero el línea, que estaba al lado le echó un cable. Penalti. Íñigo Vicente agarró la pelota. Había marcado el anterior que había lanzado. Pura probabilidad racinguista. Lo marró. Alfonso Herrero, con acierto y también algo de fortuna, detuvo el tiro.

Estaría bien ver los datos de velocidad del futbolista de Derio. Parece mucho más rápido cuando corre con el balón, que sin él. El vizcaíno pilló el balón en la medular y emprendió la marcha. Sólo un defensa y el portero ante él. Para evitar la llegada del zaguero y con el meta ligeramente adelantado, buscó una vaselina que se marchó por encima del travesaño. En la banda, ya calentaban Yeray, Marco Sangalli y Peque. Después les dieron el relevo Matheus Aiás, Pombo y Arturo Molina.

Pese al error desde los once metros y el parón de refresco, el partido recuperó un guion más adecuado para como estaban pinados los bolos, con el Racing viviendo en campo rival y el Mirandés manteniendo la renta. E Íñigo Vicente, aún con el fallo, estaba siendo el mejor futbolista verdiblanco. El vasco fue derribado en la frontal del área. Falta. Para un zurdo. Juergen. Aldasoro le puso la cabeza en el hombro al colombiano. Un 'confío en ti'. Algo le dijo también Íñigo Vicente. Le bendijo. Porque el de Cartagena de Indias la puso en la escuadra. Por dentro. Qué chicharro. Y antes del descanso. Directo a la mandíbula. El matasuegras, para cuando toque celebrar. Al vestuario, a emborronar otra vez la pizarra.

El empate devolvió el sentido al plan inicial de José Alberto, que no implementó cambios antes del comienzo de la segunda parte. Un período que empezó con un tiro raso de Roberto López que atrapó bien Ezkieta. Poco después, un centro chut de Salinas lo envió el meta navarro a córner. El Mirandés había recuperado parte del terreno perdido.

El equipo burgalés volvía a ser superior y el entrenador racinguista no hacía más que departir con su segundo, Pablo Álvarez, en busca de soluciones. Además, Íñigo Vicente, en su intento de rescatar un balón que se iba a saque de banda, derribó el altar de botellas del míster. Finalmente, el técnico llamó a Marco Sangalli y Matheus Aiás. El vasco sustituyó a Mboula y el brasileño, a Baturina. Bueno, o a Marco Camus, según el videomarcador. Mientras tanto, un cabezazo de Raúl García –qué delantero– se fue silbando al travesaño.

José Alberto hacía sentadillas mientras insistía a sus futbolistas que sacasen el trasero del área. «¡Vamos, vamos!», gritaba el asturiano, al compás de sus movimientos. Su equipo hacía rato que no daba señales de vida. Un centro de Juergen que atrapó Alfonso Herrero sobre la cabeza de Matheus Aiás y un tiro de Aldasoro que se fue al campo de entrenamiento del Mirandés fueron las acciones más semejantes a acciones de ataque.

Los acercamientos, al menos, sirvieron para que el Racing tuviese algo más de control. Y, sobre todo, dejase de dar sensación de sometimiento. Pero fue Mantilla el que salvó un disparo muy claro de Jofre con muy mala intención. El camargués cabeceó lo justo para mandarla por encima del larguero. Y lo celebró, a su estilo. En el posterior saque de esquina, Oriol Rey no conectó bien con la cabeza y su remate no encontró portería. Pero el choque se calentó después de sendas presuntas manos, de Pol Moreno y de Mantilla, que el colegiado no vio merecedoras de penalti. Ni el principal, ni el de Las Rozas.

Como la cosa se estaba poniendo chunga de nuevo, José Alberto buscó de nuevo soluciones. Esta vez, Pombo fue el elegido. El aragonés sustituyó a Íñigo Vicente. Pero, de nuevo, los problemas fueron para los cántabros, ya que Ezkieta se tuvo que quitar de encima un duro disparo lejano de Oriol Rey. Con Pol Moreno escuchando llorar a sus gemelos, el míster llamó ahora a Íñigo Sainz-Maza, aunque el sustituido iba a ser Aldasoro. Y el de Ampuero esperaba en la banda cuando Pombo le puso un fantástico balón a Matheus Aiás. Pero el brasileño, si no la engancha de primeras, se lía. Como intentó controlar, la acción se fue al garete.

Hacía un ratuco que el Racing ya daba el empate por bueno. Así que, más allá de los caracoleos de Pombo en campo rival, el equipo cántabro no hizo mucho más que sacarle brillo al punto antes de meterlo en la mochila. Tampoco hizo muchos más méritos, eso es cierto. El choque terminó y así, pues bueno, queda descartada la celebración en diferido en la jornada de este domingo y se abre la puerta a una posible fiesta el próximo, en los Campos de Sport, frente al Eibar. De momento, habrá que esperar.