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Que qué le pasaba al Racing, me preguntaba mi santa en la tarde de ayer, poco antes del descanso, mientras el equipo boqueaba en el Martínez Valero incapaz de reponerse del uno a cero, y gracias. Después de darle muchas vueltas -porque hay que ... ver lo que rumia un racinguista cuando los suyos van palmando-, caí en la cuenta de que al equipo no le pasaba nada: es el Racing de siempre. El de toda la vida. El que a veces gana, pero solo a veces. Lo raro, lo extraordinario, era lo de antes.
Porque eso de verse en todo lo alto y que se acabe esfumando, es historia pura de este club. O sea, aquella palabra que ahora no se puede decir, porque empaña esa imagen de equipo ganador que tanto había costado empezar a construir. Lo de tenerlo todo a favor y justo entonces liarla, vamos, es la esencia, el ADN de nuestro viejo Racing. Todo un clásico.
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Y es que ese es el secreto del sufringuismo: el Racing es especialista en romperte el corazón. La frase no es mía sino de Noelia, que tiene ya demasiados costurones en ese músculo tan delicado. Pero no es culpa de este equipo, ni siquiera del club. Ni mucho menos. Simplemente, es el sino de los humildes, que aspiramos a la épica pero luego nos tenemos que conformar con sortear la tragedia. A ver si no qué es eso de pasarte un mes sufriendo con tu equipo líder, mientras vas viendo cómo jornada tras jornada dilapida una ventaja inaudita. Eso está al alcance de muy pocos, la verdad.
Quizás por eso ha sido tan atinado el lanzamiento de la nueva línea de moda del Racing y Pompeii. Y no solo por el 'orgullo cayetano' de la marca más socarrona del mundo: «No solo hacemos zapas para pijos, también hacemos zapas para pijas. Y por supuesto para pijes», dicen sin tapujos en su publicidad. Viendo sus diseños, y los precios que han puesto a sus prendas, está claro que han estudiado muy bien el mercado. Inspiración STV para RTVs, es decir: racinguistas de toda la vida. Fotos en el Palacio de La Magdalena, un modelo con cara de querer romper el carné de abonado y tirarlo a la Bahía y un título niquelado: 'Aunque llueva o sople el sur'.
Claro que el verso de Francis Pardo hay que entenderlo, con todo lo que el viento sur significa en esta ciudad y esta autonomía, que no es tan evidente, pero es que además encierra toda una lección de sufringuismo que va mucho más allá de la pose y el postureo. Y eso no va a haber forma de derogarlo.
Pero si la propensión a la hecatombe es propia del Racing desde su mismísima fundación, tampoco debemos olvidar otra gran tradición, que es la de resucitar cuando menos se le espera. Así que no queda otra que dejar que los rivales se confíen.
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