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El Sardinero tiene la palabra. El futuro de Iván Ania como entrenador del Racing está en manos de Chuti Molina, director deportivo del club, que a su vez ha decidido que sea el resultado del partido del domingo ante la Ponferradina el que ... resuelva la ecuación. El manchego amplia la prórroga al técnico una semana más tras perder en Alcorcón y se refugia en el plebiscito que supone jugar en casa ante un recién ascendido después de que en la cuenta de resultados tan solo figure un triunfo en catorce partidos.
Molina es el responsable de tomar la decisión, con el beneplácito -obviamente- de Alfredo Pérez y Pedro Ortiz, propietarios del club, que fueron los que le convirtieron en plenipotenciario en la parcela deportiva. Al manchego, que no suele ser de los que le tiembla el pulso, está prolongando su condescendencia con Ania por varias razones. La primera alude al vestuario. Las continuas manifestaciones públicas de los jugadores son un signo inequívoco de que confían en el trabajo del asturiano. En segundo término -sin que sea determinante- se sitúa que el entorno, la afición en general, aún no ha expresado con contundencia el rechazo al cuerpo técnico. En decisiones como estas, tampoco se suele tener en cuenta el pasado, pero en el crédito de Ania también va que fue el entrenador que rescató al club para el fútbol profesional. El vestuario está con él. La cuarta variable de esta ecuación cuya incógnita se resolverá el domingo señala al factor económico. Aún resuena aquella frase celebre del mandatario deportivo: «Si esto sale mal, la ronda la pago yo». A pesar de ello, en el club hacen números y una destitución, seguida de una contratación descuadraría la caja de cara al mercado de invierno, que ahora mismo es uno de los pocos bálsamos que le quedan para mejorar el futuro. Los dueños no han hecho otra cosa que poner dinero desde que entraron y cuando ya contaban con gatarse lo que reservaron en futbolistas ahora les coge a contrapié destinarlo a entrenadores. Las cuatro variables actúan de freno para un despido que, por otro lado, sería lo más lógico en cualquier otra situación y otro equipo de fútbol. Una victoria en catorce partidos -sin contar con el final de la temporada pasada- es un bagaje que pocos entrenadores aguantarían.
Ahora bien, el paso de las jornadas no ha hecho más que demostrar que parte de la culpa de que el equipo sea penúltimo es de Ania, como responsable del banquillo, pero también de una plantilla descompensada, ineficaz y en la que se han cometido numerosas equivocaciones en su construcción. Esta última faceta es apelable única y exclusivamente al director deportivo, de ahí que se esté hilando muy fino en la decisión.
Molina, que ya ha sondeado a varios entrenadores sobre la posibilidad de entrenar en un futuro al Racing, como es el caso de Sergi Barjuán -algo que este periódico confirmó al 100%-, ahora mismo sabe que su labor está parapetada por la presencia de Ania en el banquillo. En el mundo del fútbol, cuando un equipo no gana el primer 'culpable' es el entrenador y el primero en salir cuando se toman decisiones drásticas. Sin embargo, si desaparece un técnico al que señalar quedarán a la intemperie todas las vergüenzas.
Ayer, en La Albericia, la lluvia no permitió que se pudiese entrenar con normalidad. La plantilla saltó al campo y corrió. Poco más. Ni tan siquiera tocó el balón. Ania y sus ayudantes se agolparon en corro y mantuvieron su propia conversación. No hubo visita de 'jefes' como en otras ocasiones, aunque tampoco es habitual ver a los propietarios. Sí suele ser un fijo Molina, pero ayer tampoco se dejó ver.
No hubo ayer reunión del Consejo de Administración como otros lunes -suelen verse las semanas posteriores a un partido en casa-, ni tampoco se convocó un encuentro extraordinario con carácter de urgencia. Es evidente que la decisión de no destituir a Ania se tomó el mismo sábado tras la derrota en Alcorcón, puesto que de no ser así no tendría sentido que el entrenador hubiese dirigido las sesiones del domingo y la de ayer. Precisamente el día después de la derrota, Ania se sentó con los capitanes a conversar sobre el campo.
No hay nadie en el vestuario que no sepa que la situación es asfixiante y por eso cierran filas en torno al entrenador. Desde el pasado sábado han sido varios los que han salido a defender al técnico y en parte, muchos le deben el poder estar ahora en Segunda División. Salvo alguna excepción puntual, como pueden ser Óscar Gil o David Barral que se encuentran en el cuarto oscuro -por cuestiones deportivas, aparentemente- es fácil entender que la plantilla no quiera que se produzca un cambio en el banquillo. Lo que no queda tan claro -al menos por el momento- es si el racinguismo lo desea o no. El domingo El Sardinero tendrá la palabra y mientras el país decide en las urnas quién gobernará el estado, la afición soberana le explicará a quin decida escucharle lo que opina. Está última es la pata de aquel banco en el que se sustenta el futuro de Ania. Y por lo visto, todo parece indicar que la decisión no se tomará hasta el domingo.
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MARCOS MENOCAL
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