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No vamos a repetir de nuevo las cifras del Racing en este comienzo liguero porque seguro que ya se las conocen de memoria. Un cero tan grande como la plaza de toros de Santander lo resume todo. Y en esto del fútbol, ya se ... sabe, el primer señalado es siempre el líder del vestuario, quien a la vez es el eslabón más débil de la cadena. Guillermo Fernández Romo, el entrenador que hace apenas cuatro meses guiaba al equipo cántabro de vuelta al fútbol profesional, ahora pasa por su momento más crítico desde que llegó a los Campos de Sport.
Cuatro jornadas, la quinta será el domingo, y ya se puede hablar de partidos clave -lo de finales, para el 'clickbait'-. La visita a El Molinón para enfrentarse al Sporting es importante para el Racing, pero aún más para el entrenador, cuya labor está cuestionada pese al éxito reciente. Este deporte no tiene memoria y vive de estados de ánimo cambiantes que se alimentan de unos resultados que dependen de que una pelota se cuele entre tres palos. Es lo feo del fútbol. Es lo bonito del fútbol.
El míster, amante del ciclismo, tiene delante unas rampas durísimas. A todos los problemas propios se le agrega un calendario, sobre el papel, terrible. El domingo su equipo visita un estadio de El Molinón inmerso en una nube de euforia tras el cambio de propiedad y el aumento de las ambiciones deportivas. El cuadro asturiano es el cuarto clasificado. El Racing de Romo tendrá que pegarse contra sí mismo y contra un aspirante al ascenso en un ambiente hostil.
Allí, junto al río Piles, habrá más de mil aficionados cántabros. Quizá cerca de 2.000. Esos no fallan ni aunque les den con un palo, porque mira que llevan disgustos encima. Pero, si el equipo cántabro no es capaz de cambiar su suerte y los patrones del club, Alfredo Pérez y Pedro Ortiz, no pierden la paciencia de aquí a entonces, el siguiente partido en los Campos de Sport se convertirá en un plebiscito. Con otro invitado de lujo: una Unión Deportiva Las Palmas que es tercera en la tabla...
Lo positivo para Guillermo Fernández Romo es que, al ser una fecha tan temprana, las sensaciones son como esa ilusión óptica en la que uno puede ver un jarrón o dos rostros de perfil. Si le da por ganar el domingo en Gijón, los tres puntos podrían colocarle incluso fuera de los puestos de descenso. Y, hombre, eso ya se ve de otra manera.
Todo el mundo lleva un entrenador dentro, pero ahora mismo es complicado empatizar con Guillermo Fernández Romo. ¿Cómo solucionar los problemas de este Racing? Tiene difícil remiendo y ahí está el gran reto que debe afrontar el madrileño en el que, quizá, es el momento más complejo de su carrera deportiva.
Los números de Romo en 41 partidos de liga con el Racing
79puntos de 123 posibles desde que llegó a Santander. Una media de 1,9 por partido. 2,1 la pasada temporada.
24victorias ha logrado el entrenador verdiblanco como técnico del Racing. Todas ellas, el pasado curso.
7empates ha sumado Guillermo Fernández Romo en el banquillo del Racing. Todos en Primera RFEF.
10derrotas acumula el entrenador madrileño. La pasada temporada fueron seis. Ahora lleva cuatro de cuatro.
Lo primero es mantener a flote el ánimo de una plantilla que quedó visiblemente tocada el pasado sábado en Tenerife. A la impotencia ofensiva se le unió la hasta entonces desconocida falta de rigor defensivo. Son cuatro jornadas en las que la ilusión, el sueño del fútbol profesional para muchos de los jugadores, se está convirtiendo en pesadilla. Los nervios crecen y se atrincheran en las piernas del personal. Que sí, que los futbolistas ni leen periódicos ni escuchan radios ni miran las redes sociales -dicen-, pero el rún-rún está ahí y no son ajenos a ello.
Posteriormente, Guillermo Fernández Romo tendrá que recuperar su seña de identidad desde que llegó al Racing. Orden. Solidez. En definitiva, dificultar el camino de los rivales hacia la portería de Miquel Parera, que en el Heliodoro Rodríguez López vio cómo le llegaban los delanteros a cada rato como los animales de 'Jumanji'. Si no eres capaz de ganar, al menos haz por no perder. Cimientos. A día de hoy, el equipo cántabro es el quinto que más goles ha recibido -seis- y el guardameta balear, el sexto que más paradas se ha visto obligado a hacer -10-.
Ahí entra la toma de decisiones de un entrenador que parece haber perdido -como es lógico tras tan malos resultados- su calma habitual y su férrea confianza en lo que hace. Amante de la rutina y la continuidad, ya ha empezado a aporrear las teclas en busca de la correcta. Y en Tenerife, elecciones como la de retirar del once a Rubén Alves para dejar en el centro de la defensa a Germán Sánchez y Pol Moreno le están pasando factura.
Más difícil se antoja quitar el otro cero que condena al Racing: el de los goles a favor. Se puede entrenar, pero las piezas son las que hay. Deben darse un cúmulo de circunstancias, alinearse varios astros, para que el equipo cántabro cambie de forma abrupta su nula productividad ofensiva: una mejora del ánimo; modificaciones tácticas y de estilo; encontrar los hombres más adecuados y, sobre todo, quitar la losa psicológica que supone ver el rosco ahí, bien grande. Y eso que los de Romo no son ni de lejos el peor equipo en cuanto a disparos a puerta de la categoría. Ocupan el puesto decimosexto, con diez tiros. El que menos ha intentado es el Burgos, con cuatro, pero mira, le han servido para estar sexto en la clasificación. Hay que generar y marcar.
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A corto plazo tiene poco margen de mejora, pero es otra cuenta pendiente del Racing del entrenador madrileño. La preparación física está quedando en evidencia, especialmente en el estado de algunos futbolistas cuando ya se lleva mes y medio de pretemporada y otro de competición. Lo de la puesta a punto ya no vale como excusa.
Es evidente que Guillermo Fernández Romo no tiene la culpa de todo. Quizá no sea ni el máximo responsable. Pero es el primero que sale con la muleta al centro cuando la cosa se pone chunga. Los problemas que tiene que solventar no son pocos. Y deberá hacerlo con la plantilla que tiene. Conformada -según repiten ambas partes- mano a mano con el director deportivo, Mikel Martija. De momento, el vestuario está empezando a dar síntomas de no ser suficiente para lograr el objetivo de la permanencia. Ellos también tendrán que espantar ese sambenito de encima. Decía Martija el lunes que, ahora mismo, lo más importante es la unión. Y tiene razón. Todos deben remar en el mismo barco del entrenador, porque aunque si las cosas van mal el míster sería el primero en caer, una vez gastado el parapeto del banquillo las críticas de la grada irán de forma indiscriminada a la dirección deportiva, el palco y el césped.
La plantilla del Racing volvió ayer al trabajo y desde la enfermería no llegan buenas noticias para Guillermo Fernández Romo. A los cuatro futbolistas lesionados –Cedric, Unai Medina, Arturo Molina y Eneko Satrústegui– se les unió ayer como ausencia en el entrenamiento Rubén Alves. El zaguero arrastra molestias en el tobillo izquierdo del choque ante el Tenerife. El hispano-brasileño se dañó en un lance del encuentro y aún no se encuentra al cien por cien. A pesar de todo, en el club esperan que evolucione favorablemente y pueda estar disponible para el partido del domingo en El Molinón. En cuanto a los otros cuatro ocupantes de la enfermería, su presencia en Gijón empieza a peligrar después de ausentarse también de la sesión de ayer. Con estos protagonistas, la defensa es la línea más perjudicada por los contratiempos en la plantilla verdiblanca, porque tampoco estará ante el Sporting el sancionado Germán Sánchez.
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