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Cristóbal ya ejerce. No es que hasta ayer no lo hubiese hecho, pero la sucesión de acontecimientos de la pasada semana fue tan frenética -presentación, entrenamiento, viaje a Lugo y debut en el Anxo Carro- que no le permitió hacerlo como pretende. La sesión de ... ayer, sin embargo, señaló algunos de los cambios que se avecinan: la estrategia pasa a ser una de las prioridades; los laterales ya no son extremos, sino que ante todo son defensas; el desplazamiento en largo es una opción y no una urgencia; el equipo tiene que estar junto pase lo que pase y el portero ha dejado de ser un jugador de campo más. Cristóbal no ha llegado a Santander para revolucionar nada, pero sí parece que busca que los detalles cambien el escenario por completo.
«Si se quieren resultados distintos, no se puede hacer siempre lo mismo». Esta frase es el lema de cabecera de los nuevos gurús estratégicos del deporte, el marketing y el mundo empresarial. Cristóbal sabe que si después de 16 jornadas tan solo se ha conseguido un triunfo, es el momento de cambiar, pero debe dar con la tecla de qué y cómo para que tamaño objetivo se concrete. De entrada, poco margen de mejora tiene en cuanto a jugadores. Ania utilizó prácticamente a todos los miembros de la plantilla -a excepción de Óscar Gil- y los resultados fueron similares. Ahora, Cristóbal debe sacarles el provecho que no encontró el asturiano.
Faltas laterales, saques de esquina, acciones a balón parado... No importa el lugar del campo. La sesión de ayer confirmó la importancia que el nuevo entrenador del Racing le otorga a este tipo de jugadas. Ya avisó de lo determinante que puede resultar dominar con soltura este apartado; lo hizo antes de jugar en Lugo y elogió las virtudes del equipo gallego. Precisamente el gol del empate de los lucenses llegó de una falta lateral mal defendida por el Racing. Los ensayos de ayer fueron por ese camino. Se trata de un plus que el conjunto verdiblanco, no solo esta temporada, no ha sabido sacar partido. En las 16 jornadas disputadas tan solo ha marcado dos goles en una jugada de estrategia; los dos fueron de Yoda de cabeza, uno ante el Tenerife y otro frente al Mirandés, tras una falta lateral botada por Lombardo.
La charla de Cristóbal con Aitor Buñuel en el entrenamiento no solo sirvió para que se conociesen -el defensa había estado con la selección española sub 21 y se incorporó ayer a la disciplina del grupo-. El míster se apartó con el navarro a un lado y le aleccionó sobre lo que quiere de los laterales. A Carmona y Kitoko, los dos efectivos que formaron en el Anxo Carro, ya se lo explicó antes del partido y ayer también hizo lo propio con Moi y Abraham, a los que recupera para el duelo del próximo sábado ante el Extremadura. La premisa es que lo primero es defender. El lateral está para ayudar al central antes de mirar hacia arriba. La posición de partida de los defensas en las bandas ha de estar más cerca del central que del extremo. Otro debate será quiénes juegan el sábado en El Sardinero o bien repiten Carmona y Kitoko o, por el contrario, vuelven los dos en los que confiaba Ania, Buñuel y Moi.
Los nuevos teóricos del fútbol lo llaman transición directa. Antiguamente se denominaba patadón. Lo que Cristóbal puso sobre su pizarra en los ensayos de La Albericia fue la utilización del desplazamiento en largo como una opción más que una urgencia. Colocó a los lanzadores en campo propio y buscó el pase largo en ataque. La orden táctica es evitar demorar la llegada. Cuanto antes se llegue a posiciones de peligro, mejor. Que la transición sea rápida.
Lo de tocar entre centrales y laterales es historia. La mejor manera de evitar riesgos y de minimizar la posibilidad de que un error pueda salir muy caro es que las libertades se tomen lejos de la portería propia. Con Ania la partida inicial era la de sacar la pelota jugada y no rifar el balón. Con Cristóbal tan solo cuando sea muy sencillo y la línea de presión del rival esté en el centro del campo. En cualquier otro escenario, la defensa se saltará la primera línea de presión del contrario con un desplazamiento que no ponga en peligro al equipo.
Es evidente que con el fabuloso golpeo de balón que tiene Luca Zidane no fuera nada descabellado aprovecharlo. En la pizarra de Ania figuraba como premisa jugar con el portero para que fuera él quien golpease. Apoyarse en el guardameta siempre entraña riesgos y el tributo que se puede pagar por hacerlo puede ser irresoluble. Cristóbal lo tiene claro. El portero ha dejado de ser protagonista con el pie. En los entrenamientos se le ve al míster recordárselo continuamente a Luca, por un lado, y a los centrales por otro. En Lugo quedó reflejado el mandato y apenas intervino en dos ocasiones y sólo como medida de urgencia. La salida de balón ha cambiado por completo. Sin duda es uno de los detalles más significativos que se observan desde la llegada del nuevo técnico.
La plantilla es la que es. Por mucho que quiera Cristóbal, hasta que la dirección deportiva no refuerce el bloque tan solo contará con lo que tiene. Ania ensayó con todos y dieron de sí lo que se ha visto, ahora se trata de sacarles partido de otra manera. La llegada de un entrenador nuevo le abre las puertas a los que estaban fuera de circulación, como Sergio Ruiz, Óscar Gil, Barral, Cayarga... pero al margen de casos puntuales, la misión es que los mismos hagan otra cosa. El caso de los laterales es el ejemplo; junto a ellos, en el centro del campo es probable que busque algo más. Sólo con el trabajo generoso de Mario y Toribio no se cambia nada, la medular reivindica algo más. Puede ser el turno de Sergio Ruiz, la posibilidad de que Nkaka pase a ser más protagonista... O simplemente que los que están jugando, como es el caso de Mario Ortiz -sobre todo-, empiecen a tener otro tipo de funciones sobre el campo. A la espera de que el mercado de invierno traiga un mediocentro organizador -es una de las prioridades- Cristóbal debe maquillar el juego con los efectivos que tiene.
De todos los pequeños detalles que el nuevo entrenador quiere introducir con el propósito de que cambie la dinámica del equipo, el más importante es que el equipo debe estar junto. Que no hay espacios entre las líneas por los que el rival pueda campar a sus anchas. No quiere que se parta y unos ataquen y otros defiendan. Es una prioridad que la defensa se junte con el centro del campo. La clave está en no fallar al colocar la línea defensiva; en Lugo, en la segunda parte, se atrasó demasiado y los centrales no empujaron. El resultado fue fatal y se repitió el mismo final de siempre con un Racing temeroso, abrumado por el contrario e incapaz de salir de su campo. Cristóbal quiere que se apriete, pero con un equipo ordenado y junto y en el que una vez se recupere la pelota se corra hacia delante. Cuanto más junto esté el equipo menos se correrá para atrás.
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