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Es domingo y me levanto más ilusionado que de costumbre. Después de un año tan duro todos esperamos ver un partidazo en El Sardinero y comernos al líder. Llevo toda la semana deseando ver a los nuevos y el partido confirma mis sospechas. Franco Acosta ha llegado a Santander ... con calzador y no juega ni un minuto el día que le puedes necesitar. Borja Lázaro sí es un jugador del gusto de Viadero y en cuanto puede le mete en el campo a atrapar los melonazos que llegan al área. De poco sirvió su aportación ante un rival decidido a jugar al fútbol que nos metió un meneo de los que hacen época y nos deja heridos de muerte. Nada distinto a lo que ya hemos visto durante todo el año en El Sardinero, donde muchos equipos nos han sacado los colores. La única diferencia es que esta vez el rival que había enfrente tenía más calidad y puso en evidencia todas las carencias.
Todo suena a repetido. Un año antes ya lo había hecho el Celta B más o menos con las mismas consecuencias para la grada. Porque el día que había 12.000 tíos ilusionados de ver un gran partido nos la volvemos a pegar. Qué oportunidad hemos perdido de sumar aliados a la causa. Los nuevos iban a una fiesta y acabaron participando en un funeral que nos deja a ocho puntos del liderato y con la sensación de que siempre fracasamos en los partidos grandes de casa. Y eso que al equipo no se le puede echar nada en cara. Los jugadores corrieron como locos y se vaciaron sobre el campo en busca de un premio mejor, pero esta vez no hubo acierto. Por eso sonó casi ridículo el reproche de La Gradona pidiendo más testosterona con el partido acabado. Porque el Racing no tiene un problema de huevos sino de fútbol. Lo de la heroica está bien de vez en cuando pero no puede ser el único argumento para ganar partidos casi cada domingo.
Cuando el árbitro pitó el final el bajón de la tropa era generalizado. Después de tres años con el mismo guión los ojos vuelven a dirigirse al Consejo de Administración y al banquillo. El club tiene que asumir que el capítulo de refuerzos ha sido un fracaso. El domingo solo fueron titulares tres de los ocho fichajes y otros cuatro ni comparecieron en el partido . Pero lo peor de todo es que el entrenador dio la sensación con sus cambios que no creía en el equipo que sacó de inicio. Fue una alineación política y le costó caro. Por eso a los 30 minutos se cargó a Álex García para meter a Borja Lázaro como nueve y en el descanso colocó a Borja Granero de mediocentro. Cuando por fin puso a los que le gustan y donde le gustan el partido se le había escapado de las manos y ya no hubo tiempo para reaccionar. Lo que también se nos ha podido escapar es el liderato y eso es mucho más grave.
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