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Contra el Oviedo, en otro mes de agosto
MI SAQUE DE ESQUINA ·
Un encuentro ante los asturianos sirvió para inaugurar, en 1988, los actuales Campos de SportSecciones
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MI SAQUE DE ESQUINA ·
Un encuentro ante los asturianos sirvió para inaugurar, en 1988, los actuales Campos de SportNo he podido evitar trasladarme a otro mes de agosto cuando ayer el Real Oviedo regresó a los campos municipales de El Sardinero. Aquel 20 de agosto de 1988 fue una fecha que marcaría una nueva etapa del Racing con la inauguración del estadio y, ... salvando las distancias de la trascendencia histórica, me atrevería a comparar aquella inauguración con la caída de Constantinopla, acontecimiento que dejó atrás la Edad Media para iniciar una nueva era futbolística, la de las sociedades anónimas deportivas.
Pendiente de fortalecer las murallas del estadio tras 34 años, las que sí cayeron demolidas por los cañones de los otomanos fueron las de los viejos Campos de Sport. Qué nostalgia para quienes allí quedamos bautizados de racinguismo. Tres meses después de aquel derribo se anunció el partido de inauguración, un Real Madrid-Everton F. C. que provocó el rechazo y la indignación de los aficionados que no comprendían cómo era posible que el honor de disputar el primer partido en aquel césped no fuera el mismo Racing. Pero la masa social racinguista reaccionó. Los peñistas hablaron con el entonces presidente del club, Emilio Bolado, y el alcalde de Santander, Manuel Huerta, e incluso se mandó una carta a la prensa manifestando la queja por la ausencia del Racing en el partido inaugural. Los autores de aquella carta fueron Celestino González Aldanas, Alejandro González, Eduardo Calderón López, Gabino Morante, Daniel Calderón Mier, José A. Calderón López y Francisca Odriozola Mancisidor. La carta, dirigida al alcalde santanderino, que fue el artífice principal para que el Real Madrid jugara en Santander, terminaba diciendo: «Si legalmente no podemos hacer nada, moralmente, señor alcalde, le exigimos que rectifique, o cuanto menos dé alguna alternativa a semejante desplante caprichoso». En aquella ocasión, un Huerta sabio y comprensivo rectificó y el primer partido en el campo municipal lo jugó el Racing, no el Real Madrid, contra el Real Oviedo.
El colegiado cántabro, Javier Teja, fue el encargado de ordenar que el balón se pusiera en juego por primera vez en la recién estrenada hierba del nuevo Sardinero. El Real Oviedo, equipo de Primera, contaba en sus filas con el exracinguista 'Tuto' Sañudo, que participó activamente en gestionar la presencia de los ovetenses, junto a Juan Carlos Pérez que formaba parte del equipo técnico del conjunto cántabro. El entrenador racinguista alineó a Alba (Liaño); Revilla (Óscar), Cantudo, Villita (Javi), Piru (Mauri); Juan Carlos, Julio César, Gaby; Benito, Miro y Quique Estebaranz (Edu Odriozola). No hubo demasiado protocolo en este encuentro cuyo saque de honor lo realizó el socio más antiguo del club, Rafael Llano, que se mantuvo fiel pagando los abonos durante 65 años. Trece minutos después del saque de centro, el oviedista Berto se internó en el área racinguista y en su salida, Alba derribó al delantero cometiendo un penalti que transformó el propio Berto. Así se marcó el primer gol del nuevo Sardinero. Los asturianos fueron claramente superiores y se impusieron sin problemas a un Racing que careció de ideas ofensivas. El resultado final fue de cero a dos a favor del Real Oviedo. Después de aquella primera derrota racinguista en su nuevo campo y retransmitido en directo por televisión, saltaron al terreno de juego el Real Madrid y el Everton. mientras se soltaban centenares de globos blancos y azules, alusivos a la bandera de Santander. El partido estuvo dirigido por el cántabro Sánchez Arminio y el saque de honor lo realizó el internacional golfista de Pedreña, Severiano Ballesteros. Los madridistas ganaron por dos a cero, con Butragueño y Hugo Sánchez como goleadores.
En estos renglones nostálgicos que evocan tiempos pasados y algunas ausencias, como la de Seve o la de Rafael Llano, no se me olvida mencionar que ayer, con el respeto acostumbrado de las gradas, se recordó al recientemente fallecido Julio Santamaría, el que fuera delantero racinguista que también fue delegado y secretario técnico del club. El sacerdote que ofició el funeral por su alma, mi amigo Nacho Ortega, fue quien me advirtió del bello gesto de la familia al incluir en su esquela esa frase que se lleva como símbolo de constancia y fidelidad: «Aunque llueva o sople sur».
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